Si bien a muchas personas les causa gracia o alegría, resulta muy difícil entender cómo un niño o un adulto pueden disfrutar viendo a una mascota, aterrada por los ruidos ensordecedores. Es un buen momento para enseñarle a los más pequeños el significado de la responsabilidad que implica compartir la vida con una mascota que es “su amigo”. Que entiendan, tanto los niños como los adultos, que esos ruidos tan fuertes les causan mucho daño y sufrimiento a los animales, reseñó La Verdad.
En general perros y gatos reaccionan de alguna forma al estímulo tan potente que les produce una explosión. Es muy raro que permanezcan indiferentes. Habitualmente reaccionan con temor ante una tormenta y las luces de los rayos. Pero con la pirotecnia el daño puede ser mayor. Por eso es conveniente prepararlos y preparar la casa, para tratar de evitar que sufran lo menos posible durante los días de fiesta, que para los animales, sobre todo perros y gatos que son los que conviven con el ser humano, significa una situación inusual y para nada agradable.
¿Por qué les afecta el ruido?
Kendry Rendón, médico veterinario, explicó que “el miedo a los cohetes en los perros es normal; el problema grave viene cuando ese miedo no se trata y crece hasta convertirse en una fobia. Esta fobia puede provocarles ansiedad, taquicardias, hiperventilación y en casos más extremos, nuestras queridas mascotas pueden llegar a sufrir un paro cardíaco”.
Rendón agregó que los seres humanos oyen en el intervalo de aproximadamente 20-25,000 Hz, mientras que los perros lo hacen de 67-45,000 Hz y gatos en el intervalo de 45-64,000 Hz. Las voces de las personas vienen en aproximadamente en el rango de 300-3,000 Hz. Esto significa que hay un montón de sonidos estridentes que pueden realmente afectar a perros y gatos.
En los animales de compañía pueden darse desórdenes emocionales e incluso, pueden padecer depresiones y estrés. Las grandes ciudades suponen, en ocasiones, una prueba muy dura para los nervios de las mascotas, sobre todo durante las épocas festivas. No es difícil darse cuenta de cuáles son las reacciones más repetidas a los ruidos extremos.
Droga canina
En las tiendas especializadas expenden diferentes drogas, la mayoría de venta libre, para calmarlos, pero es muy peligroso suministrarlas sin el control y la supervisión de un veterinario. Entre las drogas más comunes encontramos la acepromacina, que pertenece al grupo de los tranquilizantes mayores.
Se trata de una droga hipotensora que disminuye la excitabilidad nerviosa de la mascota generando un estado de calma, provocando una disminución de su actividad motora. Es muy importante que saber que en ciertas razas no se puede usar este tipo de drogas, por ejemplo en los bóxers. Existe el anicedan que es más accesible y funge principalmente como un sedante. Sin embargo la importancia de consultarlo siempre con el veterinario y no dárselo, bajo ningún aspecto, por nuestra propia cuenta.
Evitar sufrimiento
Una buena medida es dejar al animal en un sitio que le resulte familiar, en donde no exista ningún elemento con el que se pueda lastimar. Además se le puede poner alguna música para relajarlos, el volumen de la música permitirá que se disipen los ruidos.
Si está en un piso alto es fundamental mantener las ventanas y las persianas cerradas, esto tiene dos funciones, en primer lugar para evitar el ingreso de los ruidos externos y en segundo lugar para evitar que se tire por accidente.
En la medida de lo posible nunca dejar a los animales en patios o en terrazas abiertas ya que pueden caer restos de proyectiles, los que lastimarán.
El amo debe intentar mantenerlo en calma y trasmitirle seguridad. Siempre es necesario consultar con el veterinario acerca de si es aconsejable medicar al animal o no.
Fuente: La Patilla