El 25 de junio de 2009, en Los Ángeles, Estados Unidos, Michael Jackson falleció por un paro cardíaco.
La hipótesis de una sobredosis de pastillas se barajó en un principio como posible causa de muerte, especialmente después de que el abogado de la familia y amigo personal del artista, Brian Oxman, dijese que estaba preocupado por los medicamentos que consumía Jackson.
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Por entonces, Oxman insinuó además que el artista había estado rodeado en los últimos tiempos de personas que lo habían influido negativamente, y aseguró que la familia de Jackson intentó desesperadamente cuidar del cantante, que gozaba de buena salud.
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Meses más tarde, el Instituto Forense de Los Ángeles determinó que la muerte fue un homicidio provocado por intoxicación con anestésico Propofol. En 2011 el médico personal de Jackson, Conrad Murray, fue declarado culpable de homicidio involuntario y condenado a prisión preventiva.
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Al momento de su muerte, Jackson estaba a punto de iniciar una serie de conciertos en Londres que suponían su regreso a los escenarios, luego de estar alejado de la vida pública desde que, en 2005, se hizo pública la denuncia sobre sus presuntos abusos a menores.
elsiglo, con información de History Latinoamérica
