Family Garden: La cosecha de la fe

El proceso de pandemia fue diferente en cada familia, puesto que cada una tiene sus propias realidades. En este sentido, Ofelia Ledezma vivía en una casa que no era suya, con otras nueve personas bajo el mismo techo, pero luego de lo que ella describe como un “mandato de Dios”, pudo salir adelante en el momento más duro y de la forma menos esperada, con un huerto familiar.

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Los jugos de Family Garden son 100% naturales

“Es pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, establecen las sagradas escrituras en el libro de Hebreos, y es esta misma fe la que llevó a esta emprendedora a realizar todo un proyecto a partir de la venta de jugos envasados 100% naturales, sin contar con recursos económicos y siendo la base de su producto las frutas cosechadas en su “Family Garden”.

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De un huerto familiar, nació un emprendimiento con grandes proyecciones

“Un buen día sentí la inquietud en mi corazón de crear un huerto familiar, así que empecé junto a mi hermano con pocas plantas, entonces la pandemia se extendió y comprendimos que allí estaba la provisión, así que seguimos sembrando en un terreno de 100 metros de largo que tenía la casa y nos pudimos sostener y ayudar a otras cinco familias con auyama, berenjena, ají dulce, topocho, plátano, cambur, yuca, frutos que salieron de una tierra que todos nos decían que no era buena para sembrar”, contó Ledezma.

Primera cosecha de la fé

Entre los primeros árboles frutales que sembró estuvo la parchita, además de rescatar un árbol de guanábana en muy malas condiciones y para su sorpresa esas parchitas que con tanta fe plantó, dieron como primera cosecha dos cestas y de allí pudieron preparar los primeros jugos.

Como todo emprendimiento, Family Garden ha afrontado momentos difíciles, como el hecho de entregar la casa donde estaba toda la siembra, sin embargo, nunca perdió el norte y cuando menos lo esperaba sucedió un nuevo milagro.

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“Una persona nos regaló un terreno y allí estamos proyectándonos para sembrar nuevamente, incluso, ya tenemos plantado limón, cambur, plátano y un árbol de mango que ya tenía el terreno. Nos tocó comenzar de cero, pero ahora, desde este nuevo espacio iniciaremos nuestra empresa, donde construiremos además una sede para la fabricación, no sólo de jugos, sino de otros productos relacionados a las frutas”, comentó.

Esta mujer de fe aprovechó la oportunidad para dirigirse a otros emprendedores y decirles que nunca duden cuando Dios pone un proyecto en sus corazones. “A los que dudan, sepan que no tienen que ser grandes para empezar, deben empezar para llegar a ser grandes”, expresó.

CHIQUINQUIRÁ RIVERO | elsiglo