Fernando Torres anunció este viernes su adiós al fútbol profesional, del que se despide a los 35 años, con una larga lista de títulos y goles y como una leyenda de la selección española, con el gol que cambió la historia en 2008, y del Atlético de Madrid, el club que ha marcado su vida, del que es un emblema para la eternidad y el ejemplo de un vínculo inquebrantable.
Este viernes, con un vídeo mensaje en las redes sociales, comunicó su retirada, tras un año en el Sagan Tosu japonés. «Ha llegado el momento de poner punto y final a mi carrera», afirmó, tras una serie de imágenes de sus «18 años apasionantes» de fútbol, con el Atlético de Madrid siempre a su lado, jugara donde jugara.
Un año y un mes después de su despedida del equipo rojiblanco, el 20 de mayo de 2018 con el partido contra el Eibar y con aquel acto inolvidable de homenaje en el Wanda Metropolitano, que representó quién es Fernando Torres para el aficionado del Atlético; su pertenencia, su corazón, su sentimiento y su amor incondicional al conjunto de toda su vida, como futbolista y como seguidor.
Nada en esos «18 años apasionantes» como profesional se entiende sin el vínculo con las rayas rojiblancas, sin el Vicente Calderón o sin el Metropolitano. Sin el Atlético de Madrid. «El Atleti es emoción y son sentimientos«, dice. Ha jugado 404 partidos de rojiblanco con 129 goles. Esa cifra le sitúa como el sexto mejor goleador de la historia de la entidad. Es una leyenda del club.
También es aquel niño que fue por primera vez al Vicente Calderón de la mano de su abuelo, que probó en categoría alevín en el campo de Cotorruelo, con una nota de «diez más uno», y que fue elegido para entrar en la cantera del club en el Parque de las Cruces para luego crecer, madurar y golear rumbo a lo que siempre había soñado.
En una carrera vertiginosa llegó al primer equipo, directo desde el juvenil a la plantilla profesional, sin parada intermedia ni en el Atlético C ni en el Atlético B. Su debut, con el número 35, fue el 27 de mayo de 2001 en un Atlético-Leganés en el Calderón. Su primer gol, el 3 de junio de ese año, fue en Albacete de cabeza.
Al curso siguiente, con Luis Aragonés como entrenador, tan importante para él en toda su carrera, ascendió a Primera División, debutó en la máxima categoría, fue el alma del equipo y el mejor goleador del Atlético ese curso y los cuatro siguientes, de 2002-03 a 2006-07, cuando tomó una de las decisiones más difíciles. Salió del conjunto rojiblanco para jugar en el Liverpool inglés.
«Era un chico de 24 años, que comprendió algo muy duro; que necesitaba marcharme del Atleti para que el club pudiera crecer y yo pudiese crecer», asumió el ‘Niño’, que volvió en 2015 al Atlético, para reunir a 50.000 espectadores en el Vicente Calderón en una presentación jamás vista en el club, para recuperar la felicidad, para competir por la Liga de Campeones, perdida en los penaltis en Milán en 2016, y para ganar, por fin, de rojiblanco, con la Liga Europa de 2018 conquistada ante el Olympique de Marsella en Lyon.
«Durante toda mi carrera he ganado muchas cosas, pero sin duda esta es la mejor. Sin duda», dijo Fernando Torres cuando subió a Neptuno para festejar el título, como hicieron sus ídolos en 1995-96 en el ‘doblete’ mientras él, entonces con 11 años, los miraba como aficionado, sin intuir que él también sería una leyenda atlética…
Y de la selección española, porque Torres, junto a Luis Aragonés y una magnífica generación, también cambió la historia del fútbol español, con la conquista de la Eurocopa 2008 en el estadio Ernst Happel de Viena con un 0-1 contra Alemania en la final. Fue el 26 de junio de 2008. Él marcó el gol que terminó con años de frustración.
En el minuto 33, solventó una carrera en velocidad con Philip Lahm con una definición perfecta, muy empleada por él durante toda su carrera, ante el portero Jens Lehmann. Le picó el balón para batirlo y para dar a España una Eurocopa 44 años después y, sobre todo, el impulso hacia el ciclo más glorioso de la historia.
«Hay momentos puntuales que marcan la carrera de un futbolista y ese sin duda es uno de esos momentos; volvimos a ganar, sólo fue el principio y después vinieron años magníficos. Cada año que pasa, te vas dando cuenta lo importante que fue«, recordó.
Después, ganó el Mundial en Sudáfrica 2010 y otra Eurocopa en Polonia y Ucrania 2012; un trío de títulos consecutivos inigualable en la historia del fútbol para cualquier selección, que los celebró junto a la bandera de ‘su’ Atlético, aunque por aquel entonces no jugaba en él, sino que había emprendido otra aventura en Inglaterra.
Allí pasó siete años. Primero jugó para el Liverpool (2007 a 2011), con 81 goles en 142 partidos, en el que pulverizó récords, como el extranjero con más tantos en la temporada de su debut con ese club o el futbolista ‘red’ que más rápido alcanzó las 50 dianas -en 72 encuentros-, y después para el Chelsea, de 2011 a 2014, con la conquista de la Liga de Campeones (2012) y la Liga Europa (2013).
También jugó más tarde medio año en Milán, hasta diciembre de 2014. Ya había iniciado el viaje de regreso, quizá aún sin intuirlo, hacia su hogar, hacia el Atlético, el club de su vida, el que ha marcado una carrera de 860 partidos, 290 goles y nueve títulos; el «mejor, sin duda», para él, lo logró vestido de rojiblanco.
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