El guepardo es el animal terrestre más rápido. Ostenta el récord con marcas registradas de 115 km/h. Pero esta velocidad solo la alcanza cuando recorre distancias cortas, de unos 500 metros. A mayor recorrido, su velocidad media desciende hasta los 98-108 km/h.
Este felino (Acinonyx jubatus) cuenta con patas rugosas y garras no retractables que le permiten realizar asombrosas maniobras de inicio de carrera, frenada, pivoteo y giro durante un sprint, tal como fue publicado en un estudio de la revista Nature en 2013.
El guepardo es un cazador exitoso no solo porque es veloz, sino también porque puede mantener una mirada increíblemente inmóvil mientras persigue a su presa.
Entre las extraordinarias habilidades sensoriales del guepardo se encuentran su veloz oído interno, un órgano que es esencial para mantener el equilibrio corporal y adaptar la postura de la cabeza durante el movimiento en la mayoría de los vertebrados. Al parecer, según publicó un estudio de la revista Scientific Reports en abril de 2019, el oído interno de los guepardos modernos es único y probablemente evolucionó relativamente recientemente. Los oídos internos de los guepardos vivos difieren notablemente de los de todos los demás felinos vivos en la actualidad, con un mayor volumen general del sistema vestibular y canales semicirculares anteriores y posteriores más largos.
Además, el guepardo combina e incluso puede anticipar las tácticas de escape de diferentes presas cuando caza, en lugar de depender de su velocidad y agilidad, como se pensaba anteriormente.
Las persecuciones de guepardos comprenden dos fases primarias: la primera es una aceleración rápida inicial que da como resultado una alta velocidad para alcanzar rápidamente a la presa; seguida de una segunda, que es un periodo de desaceleración específico de la presa, de cinco a ocho segundos antes del final de la persecución, que permite al guepardo hacer coincidir los giros instigados por la presa a medida que la distancia entre ellos se hace más corta.
Por otra parte, el tiempo empleado en la fase inicial y en la segunda difiere según la especie de la presa; por ejemplo, algunas especies como avestruces y liebres intentan escapar mediante la ejecución de cambios repentinos en la dirección, mientras que otras especies como el ñu, intentan escapar rápidamente.
Los científicos establecen incluso diferencias claras entre las cazas exitosas y las no exitosas. Las cazas no exitosas implican un giro menor al final de la persecución, probablemente cuando el guepardo se da cuenta de que no va a poder alcanzar a la presa; lo cual parece involucrar menos energía que las cazas exitosas.