Era sábado aquel 12 de enero de 1980. Se jugaba la penúltima semana de la ronda regular del largo calendario de la Liga Profesional de Béisbol; ese día, en el estadio Universitario, en Caracas, se enfrentaban, Leones del Caracas y Tiburones de La Guaira.
En el montículo, por los escualos, estaba el cubano Aurelio Monteagudo y el bateador de los melenudos era Baudilio Díaz, un cueño de nacimiento (estado Miranda). Uno tenía la intención de maniatar de todas a todas con sus lanzamientos a su adversario, mientras que el otro, con madero en mano, buscaba chocar la pelota para ponerla en juego, aunque no iba a pelar la “buena” para tratar de desatar todo su poder, situación que esperaban los fanáticos del equipo, por supuesto su organización, y seguramente, en medio de su humildad, también lo pensaba cuando estaba defendiendo su turno.
El derecho Monteagudo vino con una recta, lance que de acuerdo a algunos registros -no oficiales- superaba apenas las 80 millas por hora.
En el recorrido de la bola, desde el montículo a la goma, el silencio fue el que “más se escuchó” en el coso capitalino, pero el mutismo llegó a su fin, cuando el bate del receptor del Caracas hizo empalme con la pelota.
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Baudilio Díaz preparado
Fue secó el contacto y la bola, en cámara rápida, tomó suficiente altura para pasar la barda, entre el jardín central y el izquierdo. “Va para atrás, atrás. La bola parece que se va… jooooooooorón de Baudilio Díaz. El número 20. Ahí va, dándole la vuelta al cuadro… Y hay una nueva marca en la historia del béisbol venezolano… Soberbio cuadrangular de Baudilio Díaz, que pasa a convertirse en héroe del béisbol profesional venezolano, al conectar el jonrón número 20, superando los 19 de Darwin”, describió en aquella oportunidad, el reconocido narrador Delio Amado León.
Con ese estacazo de circuito completo, Díaz, “El Cambaito de Cúa” o “Bo” como lo llamaban los estadounidenses, marcaba un registro de vuelacercas en una temporada en la pelota criolla. La campaña 1979-1980 será recordada por muchos aspectos, pero sin duda alguna, lo alcanzando por el receptor del Caracas no tuvo “padrote” para quitarle el primer lugar de lo sucedido durante el desarrollo de esa campaña.
Baudilio no le dio mucho tiempo al récord de jonrones que había marcado Bob Darwin (19), importado de Navegantes del Magallanes en la 1972-1973. Sólo siete años duró el registro del refuerzo del equipo turco.
Grandeza para Díaz
Por cierto, el mirandino igualó al estadounidense, precisamente frente al Magallanes, en Caracas, ante el pitcher Todd Helmer. Horas después de ese encuentro, el criollo dijo que al principio del campeonato no había pensado en sumar tantos jonrones.
“En la temporada pasada solamente pude ligar como cinco o seis jonrones, pero con toda esta cantidad yo estoy sorprendido, mi familia está sorprendida y el público también”, comentó.
De igual manera, cuando igualó a su compañero Antonio Armas con 17 cuadrangulares, dijo que tuvo “bastante presión”.
“Y luego que conecté el 18, la presión se hizo más fuerte, pero tuve la suerte de igualar los 19, el martes pasado, contra el Magallanes”,
argumentó, datos que seguramente le ofrecía esos aires de grandeza a los fanáticos capitalinos, primero, porque el nuevo rey del jonrón en Venezuela era venezolano, y segundo, defendía los colores del Caracas y no del archirival Navegantes.
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Jugador destacado
Con esa ansiedad natural, se vino el juego 65 de Baudilio en la temporada; previo a ese encuentro, él decía con tanta seguridad a todo aquel que preguntaba sobre el estacazo de romper el récord del californiano Darwin: “Los jonrones no se buscan, ellos salen solos”. Así llegó el partido, Tiburones, Monteagudo… lo demás es historia.
Del aquel registro histórico del oriundo del estado Miranda, desde lo cualitativo hay tanta tela como para rodar una película. Y en lo cuantitativo, por supuesto, también hay elementos para concretar un excelente largometraje.
En cifras, “Bo” estableció el registro en 70 días, entre la fecha que abrió su cuenta personal y el último que dejó como récord; el primer bambinazo lo conectó en el año 79, el 23 de octubre, en el juego número 3, frente a Randy Benson de Cardenales de Lara. El jonrón 10 ante Gustavo Quiroz de Tigres de Aragua en Maracay (el 30-11-1979) y el número 20, ya en 1980, el 12 de enero.
El careta de Leones desató su poder entre noviembre y diciembre. En el mes 11 despachó 7, mientras que en el 12 largó 8. En octubre empalmó 3 y en enero 2 cuadrangulares.
No perdonó a los lanzadores derechos; en total se la desapareció a 14, mientras que enfrentando a serpentineros zurdos disparó 6 jonrones.
Caracas se convirtió en la ciudad donde más batazos de vuelta completa dio en esa campaña (acumuló 16). Empalmó dos en Maracay, uno en Barquisimeto y otro en Valencia.
Por equipo, se la botó cinco veces a Magallanes, cuatro a Cardenales, igualmente a Tigres y Águilas del Zulia; ante Tiburones lo hizo en tres ocasiones.
Baudilio “Cambaito de Cúa” Díaz
En la cuenta histórica del “Cambaito de Cúa” está subrayado que Manuel Sarmiento, lanzador magallanero y Luis Leal de Cardenales, fueron castigados en par de oportunidades. El primero recibió los batazos de vuelta completa el 13-11 en Caracas y el 4-12 en Valencia. Mientras que el serpentinero de Lara fue víctima del mirandino en diciembre, el 2 y el 26 (ambos en la Capital de la República).
Cabe destacar, que “Bo” respetaba a sus oponentes y por los pitchers tenía una deferencia que no le importaba ventilar. Durante la campaña 79-80 los lanzadores de todos los equipos de la liga estuvieron en el ojo del huracán, porque las ofensivas estuvieron por encima de los “lanzallamas”, en comparación a las contiendas anteriores.
Finalizando el mes de diciembre Díaz manifestó, “no voy a menospreciar el trabajo que han hecho todos los pitchers. Para mí, hasta ahora, yo no he encontrado ningún pitcher fácil, he tenido la suerte de conectar buenos batazos, eso no quiere decir que los lanzadores están fáciles”.
Aniversario
Son 43 años los que se cumplen hoy de aquel histórico cuadrangular de Baudilio. Si el béisbol profesional es el primer pasatiempo de los venezolanos, no es solamente por la emoción que se vive en cada partido o durante el desarrollo de las contiendas; también es pasión, amor, miedos… y cultura. El cueño escribió parte de esas páginas que se recuerdan desde lo más profundo del ser, por su forma de comportarse dentro y fuera de los estadios, de jugar a la pelota, con sus batazos y en la defensa (por cierto, en este último rol fue cátcher de dos no hitters, el primero, lanzado por Urbano Lugo padre, el 6 de enero de 1973, y el otro, por Urbano Lugo hijo, el 24 de enero de 1987 -son otras historias que contar sobre ´Bo´ y los demás protagonistas).
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33 AÑOS DESPUÉS
Los récords son para romper, es una máxima del deporte universal y fue lo que ocurrió con lo que estableció Baudilio Díaz; de ello se encargó el toletero Alex Cabrera, que jugaba para el momento con Tiburones, durante la campaña 2013-2014.
El 22 de diciembre del 2013, el fuerte bateador conectó un grand slam en el Estadio Universitario que se convirtió en la nueva marca de jonrones en Venezuela. El bambinazo 21 lo pegó el primera base por el jardín izquierdo ante el estadounidense Daryl Thompson (Caribes).
Cabrera, en su partido 51 de la contienda, había igualado la marca del mirandino; El 14D se la sacó al lanzador Eddie McKierman (Caribes), también en Caracas.
Rápidamente las cifras de Cabrera en esa contienda: en noviembre explotó con el bate al desaparecer la pelota en 17 oportunidades y en diciembre lo hizo en cuatro ocasiones.
Leones y Águilas fueron sus principales víctimas con 5, entre tanto que Magallanes recibió 4; Bravos 3 y la lista la cerraron Tigres (1), Cardenales (1) y Caribes (1).
Doce bambinazos despachó en el Universitario, 4 en Valencia, 3 en Maracaibo, uno en Maracay y otro en Margarita. Dieciséis pitchers derechos y cinco zurdos fueron de su menú.
Treinta y tres años pasaron para romper la marca del cueño y el “Samurai” lo hizo posiblemente en el momento más indicado en su carrera profesional, aunque una gran cantidad de fanáticos de la LVBP, si tuvieran el poder necesario, le colocarían un asterisco a ese registro.
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