El uruguayo Agustín Banchero debuta este domingo en el Festival de Cine de San Sebastián con el largometraje «Las vacaciones de Hilda», la historia de una mujer que ha encontrado en la soledad la forma de sobrellevar lo que se intuye como un terrible trauma, un retrato del «universo más cercano» de su director.
El filme se presenta en la sección New Directors del certamen, que lo acogió en 2019 dentro del apartado Cine en Construcción -WIP Latam desde el año pasado-, de apoyo a los trabajos latinoamericanos en proceso de postproducción.
La película, por tanto, ya estaba rodada cuando la pandemia lo paró todo, aunque sí retrasó su estreno en Uruguay, donde finalmente se podrá ver a partir del 14 de octubre.
Hilda es la protagonista omnipresente en esta historia, que vive en una apartada ciudad ficticia llamada Concepción. Cuando su hijo anuncia su próxima llegada tras años sin verse comienza a salir del abandono al que se ha dejado llevar, pero la cancelación de la visita la traslada inevitablemente al pasado.
«Me baso en lo que tengo cerca, es en lo que yo le encuentro sentido a las cosas. Es un retrato de mi universo más cercano, una mezcla de las cosas que me pasan a mí y a las personas que quiero», explica el director, autor también del guion, en una entrevista con EFE.
Investigación
Para él, escribir, filmar y editar es «investigar» y a la vez un proceso que le ayuda a concentrarse, a entenderse y a entender sus vínculos. «Pero siempre intentando que eso tenga un sentido también para los demás, no sólo para mí. No trato de intelectualizar esos procesos, sino responder a una emotividad, aclara.
Volcar en la ficción asuntos tan personales puede ser liberador, aunque no es su caso. «No creo que el arte sane, a la gente le debe sanar, a mí simplemente me ubica en un lugar que me sirve para entender algunas cosas», afirma este cineasta, también artista visual y dramaturgo.
Del teatro procede la actriz Carla Moscatelli, que ha acompañado a Banchero en su viaje a San Sebastián. Ella, que ha «teñido» el personaje de la protagonista de su propia experiencia, sí piensa que el arte sana.
«Puedo ir a mi bolsa emocional y tomar cosas, es mi método. Voy a mis dolores, penas, alegrías, hacia mis vínculos. Cuando puedo ir a esos lugares y salir sana, estoy creciendo, madurando y haciendo otra cosa con ese dolor», asegura.
Ella ya ha visto el largometraje. Dice que ha llorado mucho y que ha sentido que han sido «buenos» con Hilda, que la han «tratado bien».
«Es una película muy honesta, con una fotografía muy hermosa. Ojalá que lo que me sucedió a mí pase también a quienes la vean, fue emocionante», añade.
Agustín Banchero
Banchero incide también en ese aspecto. «Si uno trabaja honestamente sobre lo que siente, piensa y observa, eso que es sumamente parcial deja de tener una mirada ombliguista, egocéntrica, y pasa a ser una mirada altruista en la que se entrega hacia el otro, y que el otro puede entender y comprender», señala.
El realizador uruguayo ha optado por un final para su ópera primera abierto a las preguntas porque quiere que éstas «se completen con la interpretación del espectador».
«A mí es el cine el que me estimula como espectador, el que me hace partícipe. No soy muy partidario de dar una interpretación porque, si la diera, estaría negando la existencia de otras, cercenando otras miradas», destaca.
Agustín Banchero no descarta que su película se pueda acabar viéndose en «streaming», pero ha querido que el estreno sea en salas, en pantalla grande, antes de su difusión en plataformas.
Siente que en su próximo trabajo, aunque con personajes distintos, se va a «exponer más todavía». El proyecto ha sido seleccionado en el X Foro de Coproducción Europa-América Latina del Festival, por lo que su viaje a San Sebastián tiene este año una doble meta.