Maracaibo: Donde la escasez pone a prueba la imaginación

Unos trozos de madera, un carrito de helados, unos hierros, caucho viejo, una botella de plástico o, incluso, una sonda clínica son solo algunos de los artilugios que los taxistas de Maracaibo, en el noroeste de Venezuela, utilizan para crear sus ingeniosos vehículos y hacer frente a la escasez de gasolina.

Resiliencia, adaptación y superación son las palabras que mejor definen a los maracuchos, acostumbrados a todo tipo de vicisitudes que los obligan a enfrentar las adversidades diarias sin perder la sonrisa y, sobre todo, sin permitir que su ingenio se agote. Es el turno de los taxistas, quienes recurren a su inventiva para seguir trabajando, pese a la carencia de combustible.

La imaginación no tiene límites y así lo ponen de manifiesto Miguel Ferrer y Guillermo Sierra, quienes, con una bicicleta y poco más armaron sendos vehículos que les ayudan a llevar cada día a sus casas un puñado de bolívares para dar de comer a sus familias.

Ferrer, un bicitaxista de 58 años que se mueve por las zonas con mayor afluencia de Maracaibo, explicó a Efe que modificó su bicicleta para poder transportar todo tipo de materiales o movilizar a personas que requieren de sus servicios.

Con una inversión de 10 dólares, armó un original vehículo que le permite no tener que preocuparse por la falta de gasolina. Unos viejos hierros, trozos de caucho y tacos de madera adosados con destreza a su bicicleta fueron suficientes para que el hombre pueda seguir trabajando.

La escasez de combustible y, por ende, la ausencia de transporte público han puesto en auge el negocio de Miguel, aunque no libre de riesgos, puesto que “los policías están decomisando bicicletas que vean llevando gente”, así que debe “cuidarse” para evitar que su emprendimiento no fracase y deje a su familia sin sustento.

Con la misma cautela se maneja Guillermo Sierra, quien detalló a Efe que él únicamente utilizó madera reciclada para tunear su velocípedo, con el que moviliza a personas entre las zonas comerciales y los barrios más desfavorecidos de la capital del Zulia.

El hombre, de 54 años de edad, apenas se detuvo unos segundos para hablar de su vehículo, ya que iba con “una carrera” a la que no podía desatender. El cliente es lo primero. Y el escaso emolumento que cobra por el transporte, también. No hay tiempo que perder.

Apenas 150.000 bolívares (unos 80 centavos de dólar) es lo que cobran estos “bicitaxistas” por una carrera larga, mientras que por las más cortas se llevan unos 80.000 bolívares, es decir, poco más de 40 centavos de dólar.

Las mismas cantidades cobran quienes, directamente, han acoplado a sus bicicletas carritos de esos que otrora usaban para vender helados. El ingenio les ha llevado a reinventarse y cambiar de profesión sobre la marcha. El lugar que antes ocupaban los gélidos dulces lo llenan ahora los pasajeros se desplazan por Maracaibo.

EFE