Compartiendo el amor y las sonrisas

En un tiempo de materialismos y crisis, surgen héroes que se dedican simplemente a compartir una sonrisa. Son personas que trabajan desinteresadamente, que viven con la misión de ayudar y contribuir al bienestar de la sociedad; son seres humanos que un corazón noble, que atrapa la sensibilidad y la convierte en una gracia de payaso.

Nelson Carrero: “Se que estoy ayudando”

Tal es el caso de Nelson Carrero, Técnico Superior en Turismo, locutor y conductor del programa Funda Sonrisas, quien en vez de ponerse una capa, se transforma en un payaso, héroe de los niños tristes.

El destino y las enseñanzas de la vida lo llevaron a ejercer por 10 años esta labor social, en centros asistenciales y orfanatos; se trata simplemente de un “arlequín de hospital”.

LA REVELACIÓN

“Un buen día estaba en Margarita, cursando mis estudios de Turismo y en la avenida 4 de Mayo observé que 4 niños estaban pidiendo dinero, eso me partió el alma, le compré un cachito y un jugo a 2 de ellos. Me quedé observándolos y ellos a mi, sonreían y me veían. Mi sorpresa fue cuando se levantaron donde estaban y botaron la comida que les había comprado; eso me marcó”, indicó.

Comentó que ese dinero que gastó era lo único que tenía, de hecho se quedó cuatro días sin comer. Luego se enteró que los niños pedían plata para otra cosa, de allí en adelante se propuso: “si voy a ayudar a otros, no le regaló más nada, lo voy hacer de otra forma”.

Así transcurrió el tiempo, y al leer un artículo sobre el Doctor Yaso tuvo la revelación: “Así es que voy a ayudar a las personas, de manera directa”. Al regresar en 2009 a Maracay creó la Fundación Amor y Sonrisas.

SONRISAS PARA LOS PACIENTES

Despojado de su identidad, Nelson Carrero se convierte en “Yoshi Komo Porglotón”, con su nariz roja, zapatos grandes y bata blanca, personaje con el cual lleva un momento de alegría, sonrisas y juegos a los niños recluidos en los centros asistenciales.
“Porglotón” comentó que “es una satisfacción muy grande ver sonreír a un niño, sacarlo por un momento de su estado, muchas veces depresivo debido a una enfermedad, que a veces es terminal”.

“Yoshicomo” recuerda con mucha melancolía y a la vez con satisfacción, el caso de paciente de cáncer al que solo le daban dos meses de vida. “Llegué al hospital como todas las semanas y un señor se me acercó y me dijo que su hijo no quería comer. Era un jovencito que estaba con un estado de ánimo decaído, y si se podría decir, estaba entregado. Averigüe que al chamo le gustaban las bicicletas; le propuse hacer una carrera en bici, pero la condición era que comiera porque sino no podía competir. El niño se entusiasmó y comió, de allí en adelante tuvo fortaleza y todas las semanas pasaba por el piso y allí estaba, muy repuesto y bastante recuperado. Después de 9 meses dejó de existir; el momento fue bastante fuerte cuando me enteré, pero delante de los otros niños no podía demostrar que eso me estaba afectando, en uno de los juegos con los pacientes me quité la nariz y en un rincón me puse a llorar”.

PALABRA DE PAYASO

* “Porglotón” asegura que sonreír mueve 300 músculos, implica movimientos cardiovasculares y oxigenan la sangre; la risa mejora la autoestima y baja el cortisol que es el agente que provoca el estrés.

* “Hay que ver las cosas en un lado positivo, a pesar de las adversidades que nos plantea la vida. Esto no es un oficio de lucro, es una profesión que yo la catalogo como la mejor del mundo, porque es llevar amor de manera desinteresada y una mejor calidad de vida a aquellas personas que están pasando por un momento difícil”.

* “Contribuimos a aliviar el sufrimiento de niños y adolescentes de los hospitales, a través de la risa generada con actividades lúdicas basadas en la técnica del ‘clown”, respetando el estado de los pacientes, los deseos de la familia y el entorno del centro. Tenemos muy claro que nuestra acción es terapéutica, porque llevamos un poco de amor y alegría a una habitación donde solo hay tristeza”.

* Nuestro héroe se despidió con su traje colorido, a su costado llevaba un bolso donde tenía un burbujero, se preparaba para llevar su contagiosa sonrisa y juegos a los alumnos de un preescolar, no si antes recalcar: “sé que estoy ayudando a muchas personas”.

 

JOSÉ CARPIO G. | elsiglo
fotos | RAFAEL SALGUERO