A finales de los años 50, los cardiólogos de San Francisco M. Friedman y Ray H. Rosenman advirtieron una relación entre el riesgo de enfermedades cardiacas y el patrón de conducta. Según ellos, existe un tipo de personalidad, la A, que predispone a los problemas de corazón.
Los individuos que la tienen son muy impacientes y muestran gran urgencia en todo. Les gusta que las cosas se hagan rápido, tienen obsesión por llegar a tiempo y se irritan cuando sufren algún retraso.
Se mueven, caminan y comen rápidamente; hablan deprisa y son muy conscientes del tiempo: les gusta fijarse plazos y cumplirlos. Suelen ser competitivos en el trabajo y en el ocio. Siempre juegan para ganar, aunque los rivales sean niños o amigos.
El individuo tipo A realiza diversas acciones físicas inconscientes para liberarse de la tensión: pestañea, tamborilea con los dedos, mueve las rodillas… Son personas que tratan de hacer varias cosas a la vez, se irritan fácilmente con la gente o los acontecimientos y muestran ira cuando relatan hechos pasados que les causaron indignación.
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En resumen, perciben el entorno como amenazante para sus objetivos y autoestima. Están en continua lucha, lo cual aumenta su riesgo de distrés.
La relación entre esa hostilidad y el riesgo de enfermedades cardiovasculares ha sido confirmada por muchos estudios posteriores, pero los terapeutas saben que ayudar a cambiar a estos sujetos es difícil, porque la conducta tipo A está asociada en nuestra sociedad al prestigio profesional, la renta alta y el ascenso laboral, en suma, al estereotipo de triunfador.
Fuente: Muy interesante