Italia clasificó a Octavos, al empatar con Croacia en el 90+8

Aclamado como si fuera un Jesucristo del fútbol por los acalorados aficionados croatas y en la orilla de su probable desaparición internacional, el incombustible Luka Modric rozó la supervivencia a un ultimátum en el que murió tras fallar un penalti, resurgió tras marcar en la siguiente jugada y falleció para siempre con el cruel tanto de Zaccagni en el minuto 98 que clasificó a octavos a Italia y eliminó al combinado balcánico (1-1).

Nunca una despedida fue tan amarga. Si finalmente deja la escena de su selección, Modric habrá dicho adiós de una forma terrible. Desde el banquillo, sustituido al final del encuentro cuando estaba en la siguiente fase, vio cómo Zaccagni, en el último suspiro, sobre la bocina, cuando Croacia aguantaba el 1-0, marcaba un tanto heroico para los hombres de Spalleti, pero definitivo para Croacia.
Con tres cuartas partes de público croata y apenas un fondo para el italiano, el Leipzig Arena se convirtió en el posible escenario de un crimen. No de un crimen físico, más bien sentimental. Se avecinaba el posible final de Luka Modric, por lo menos en una Eurocopa. Una derrota o un empate dejarían al ‘mago’ balcánico con la pelea contra el paso del tiempo perdida. En la próxima edición, que se disputará en Inglaterra e Irlanda, tendrá 42 años. Quién sabe si aparecerá por el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá. Con Modric, todo es posible.
Su rostro, durante el himno de Croacia, hasta parecía más enjuto. De repente, en esta Eurocopa, parece que se ha echado algún año encima tras el empate frente a Albania. Pero daba igual. Tenía que jugar, era obligatorio y Zlatko Dalic no le quitó ese honor, que también era el de todos los amantes del buen fútbol. No podía privar al mejor jugador de la historia de Croacia de despedirse sobre el césped. Y además, Dalic desoyó todas las críticas y alineó a la vieja guardia junto a Modric: Brozovic y Kovacic fueron sus guardaespaldas, tal vez por última vez.

Italia tenía las de ganar

El empate, le bastaba para alcanzar los octavos de final. Croacia, debía vencer. Se avecinaba una batalla entre el conservadurismo y la precipitación. O algo parecido. Por lo menos, se intuía; y durante los primeros diez minutos se confirmó que Croacia quería con más ganas el premio de la victoria. De hecho, en ese tiempo, acaparó toda la posesión. El combinado de Luciano Spalleti ni olió la pelota y Susic aprovechó esa rendija de lucidez para sacarse de encima un latigazo desde fuera del área que estuvo a punto de sorprender a Donnarumma, de nuevo muy inspirado.

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Croacia, gracias a su portero, seguía con vida. Llegó a la caseta con pulso, con un 0-0 que no definía nada. En el vestuario, Dalic sacó a su arma más determinante en el anterior choque ante Albania. Apareció Budimir, un buen antídoto para buscar asociaciones por el área para que pasara algo que ocurrió pronto con una mano de Fratessi que acabó en penalti. El jugador se atrevió, tiró de galones y de ganas de agradar al personal, pero se encontró con Donnarumma, empeñado en sostener a Italia y en amargar a Croacia.

Modric se quedó de piedra

Modric se quedó de piedra, pero sus compañeros reaccionaron al instante y el medio del Real Madrid encontró un poco de justicia poética. Su posible despedida se antojaba tristísima, pero segundos después de su error, Susic se sacó de la manga un centro espectacular que remató Budimir de cabeza. Donnarumma salvó otro remate imposible, pero el rechace lo recogió Modric para marcar y desatar la locura entre los croatas, que encendieron bengalas, lanzaron vasos de cerveza desde las gradas superiores a las inferiores y, en definitiva, se sacaron de encima toda la rabia contenida.
Al encuentro aún le quedaba poco más de media hora y Spalletti dio entrada a Chiesa para arreglar un roto enorme. Con la derrota de Albania, Italia era tercera con solo tres puntos y su presencia en octavos no estaba ni mucho menos asegurada.
Entonces, comenzó el asedio, los nervios croatas, y un lento paso del tiempo que parecía correr a favor de Croacia, que cuando ya celebraba su clasificación, se llevó un chasco de dimensiones descomunales. Zaccagni apareció con un certero disparo y el combinado balcánico lloró una derrota que es mucho más que una eliminación: Si no hay sorpresas, Modric se despidió para siempre. Y no lo hizo sobre el césped. Lo hizo desde el banquillo. Triste final para el ‘mago’ balcánico.

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