Por qué casi no hay flores, frutos ni animales azules

Si nos paramos a pensarlo, no hay muchos animales de color azul. Y plantas menos aún, flores algunas pero frutos de color azul es posible que ni siquiera se nos ocurra ninguno. Y es por un buen motivo.

Pero para entender la parte de la biología por la que el color azul es muy poco común, hay que entrar por encima en la parte física. Y lo primero es entender que los colores de la luz dependen de cómo sea la onda que la produce. Si la onda tiene más o menos energía, se percibe como un color u otro.

Cuando la luz blanca ilumina un objeto, este absorbe parte de las ondas y refleja otras. Y son estas que se reflejan las que nuestros ojos perciben. Por lo tanto, el color que nosotros vemos en los objetos es el que el objeto no absorbe.

¿Y por qué es importante esto? Porque los organismos tienen pigmentos que absorben parte de la luz, y eso les da ese color. Y como cada onda tiene una cantidad de energía, hay colores que resulta más sencillo, desde un punto de vista bioquímico, absorber que otros.

Una flor azul, en realidad, es una flor que absorbe principalmente el color rojo. Que es un color con baja energía, y por lo tanto las moléculas que lo absorben son más «baratas», desde un punto de vista biológico, de generar.

Y como todo en biología, este gasto energético es importante a la hora de entender por qué pasan las cosas. Generar flores de color azul supone un alto coste, por lo tanto se necesita que el beneficio sea muy alto para que a la planta le merezca la pena hacerlo. Y ahí está la razón de que no haya apenas flores azules.

El color azul resulta muy llamativo a ciertos polinizadores, y por eso hay alguna flor azul. Pero para la gran mayoría de especies vegetales, el coste que tiene generar pigmentos de color azul no compensa el beneficio.

Con los animales el caso es distinto. Porque los animales o bien obtienen sus pigmentos de las plantas, o emplean otro tipo de estrategias para generar el color. Por eso en animales el color azul es poco frecuente, pero más común que en las plantas.

Hay insectos de color azul. Libélulas, por ejemplo. Pero no son muy comunes. Y entre los vertebrados es aún más raro. Se puede ver en el plumaje de ciertas aves, que consiguen ese color azul gracias a microestructuras en las plumas que dispersan la luz de una manera determinada, pero no muchos. Y en mamíferos, los ejemplos son pocos y difíciles de encontrar: algunos cetáceos – delfines y ballenas – tienen tonos azulados, ciertos primates también…

Y aquí hay un detalle también importante: no todos los animales vemos los mismos colores. Los seres humanos tenemos tres tipos de receptores de color, mientras que las aves tienen cuatro. Así que el azul que ven los pájaros no tiene por qué ser el azul que vemos nosotros.

Así que volvemos a la idea de cuánto cuesta ser de color azul, y qué beneficio aporta. Para un animal, ser azul sigue siendo costoso, y beneficios no parece que tenga muchos. Incluso puede que aún menos, pero no podemos saberlo ya que no todos los animales vemos los colores igual.

Es decir, que el color azul es «caro» de producir, y sus beneficios escasos. Por eso apenas hay organismos de color azul.

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