Iglesia católica y feligresía se han reinventado

Ya ha transcurrido un año desde el llamado a cuarentena en Venezuela, debido a la pandemia por Covid-19, aspecto que ha conseguido que muchos creyentes se acerquen un poco más a la religión, a la entrega y a la fe católica, como forma de hacer sus peticiones y conseguir tranquilidad en el ser supremo, siendo considerado por miles como el que aboga por todos y el que mantiene en su tiempo las bendiciones y las buenas nuevas.

Las comunidades del eje Este en medio del encierro no tardaron en fortalecer su fe

A pesar de que ha sido un año bastante atípico, donde la expectativa y en muchos casos el malestar ha tomado partida, miles de ciudadanos han decidido tomar el camino de la oración y la acercamiento con Dios, para conseguir de cierta forma sosiego en tiempos difíciles y teniendo de bandera la fe.

Las medidas de bioseguridad siempre estuvieron presentes y las misas se transmitían por las herramientas 2.0

Sin embargo, como parte de las medidas de prevención ante la expansión de la enfermedad, se tomaron protocolos, donde el alejamiento social era una de las normas que tomó mayor auge, al igual que el uso del tapabocas y gel antibacterial, aspectos que dejaron a un lado las visitas a los templos, donde generalmente se reunían los creyentes a participar de las lecturas bíblicas y del reencuentro no sólo entre ellos como iglesia, sino con Dios, la Santísima Trinidad y la Virgen María.

Tras entrar en vigencia los cronogramas de flexibilización de confinamiento los feligreses regresaron de a poco a los templos

No obstante, esta medida pese a que causó cierto impacto, fue acatada con madurez por parte los católicos, haciéndolos reinventarse y buscar formas para seguir expresando su fe, por medio de oraciones, ya no sólo en las iglesias como sitios, sino en sus casas y ahora en compañía de por lo menos una parte de la familia, tal y como lo expresó el Papa Francisco, cuando anunció su deseo de que se respondiera a la pandemia del virus, “con la universalidad de la oración, la compasión y la ternura”, al mismo tiempo que pidió a todos los cristianos, fuesen o no católicos, que se unieran en oración rezando el Padrenuestro.

Padre José Miguel Vargas, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe

Con respecto al tema, el padre José Miguel Vargas, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe dijo: “La Iglesia, pueblo de Dios en el mundo, ha sido afectada por el impacto global del Coronavirus. Hemos sido testigos de múltiples muertes, así como de la prohibición de celebrar presencialmente la liturgia. Nos ha tocado pasar la Semana Santa aislados en nuestras casas e imposibilitados de vivir la intensidad devocional de estos días. A pesar de eso, en sintonía con el resto de la humanidad, estamos desafiados a ir más allá de este dolor y reflexionar sobre el sentido profundo de este tiempo de pandemia. Eso implica volver al núcleo de nuestra fe y discernir cómo Dios se hace presente en estos acontecimientos. Con el paso de este año, por lo menos en el eje Este he visto como se ha incrementado la fe familiar y eso es sumamente importante, ya que no sólo nos acerca a Dios y su Hijo, sino que fortalece los valores”.

Del mismo modo, el párroco expresó que ante este panorama, las personas, los católicos deben tomar este tiempo de pandemia, para reflexionar y ver como la Palabra de Dios es certera y siempre buena para todos sus hijos, es por ello que invitó a la comunidad a tener fe y esperanza en Él.

“La Iglesia católica ante la pandemia está llamada a examinarse a sí misma. Nuestra tradición está tan centrada en el culto, que hoy nos cuesta mucho no tener liturgias presenciales y ayunar de la comunión eucarística, pese a esto en conjunto autoridades eclesiásticas y feligresía hemos logrado estar presente, inicialmente en oraciones desde casa y ya en la actualidad hemos aprovechado las herramientas tecnológicas y conseguido que todos participen de esta fiesta de fe, donde el factor denominador es la Palabra Sanadora de Dios”, mencionó.

Aunado a esto, la autoridad eclesiástica agregó: “Las personas han ido reflexionando, escarmentando, por llamarlo de una manera. Hay quienes explican que la ira de Dios se ha levantado, incluso te citan textos bíblicos como aquel de Sodoma y Gomorra, citas donde se denota un Dios que castiga, que ardía en ira, en cólera; ese es el Dios del Antiguo Testamento, nosotros ahorita sabemos que todo bajo el cielo está escrito y tenemos conocimiento, porque se expandió, de donde salió este virus o es lo que pensamos. Claro está, estamos esperando muchísimas respuestas, la verdad aún no la tenemos, pero siempre contamos con un Dios que está allí, que nos respalda, que está metiendo la mano, porque no conocemos un Dios que castiga, sino un Dios que es amor, comprensión, bienestar, tranquilidad, esperanza, bondad, entre otros muchos adjetivos, que termina por demostrar su gracia divina”.

En este sentido, el párroco no hizo esperar su alegría por la forma en el que los feligreses han aumentado su fe y participado de la cercanía a Dios, por medio ya sea de sus oraciones propias o de las metodologías utilizadas en la actualidad para transmitir los mensajes.“Es admirable la creatividad desplegada para sostener el culto y la oración comunitaria por medio de plataformas virtuales. Eso es lo que necesitamos, unirnos en oración y creer en el amor de Dios, en su presencia y en su poder. Él es el que tiene el poder de todo”.

El sacerdote afirmó que la oración y la fe son las mejores armas para enfrentar todos los estragos que ha traído esta enfermedad. “El virus sigue presente y aunque hay cronogramas de flexibilización, debemos cuidarnos, participar de la oración y si quieren participar de la Liturgia desde el templo deben conocer que estamos manejando sólo el 40% de personas, todos con su respectivo tapabocas, gel antibacterial y respetando el distanciamiento social”.

Para finalizar, el párroco victoriano José Miguel Vargas enfatizó: “La religiosidad ya ha tenido otros momentos de cambio social, pero ahora hay cosas muy difíciles, que la gente vive con mucha angustia: la enfermedad, la gravedad económica, el caos de trabajo y la latente explosión social atentan contra cualquier espiritualidad. Es ahí donde debe entrar el poder de la entrega y la fe a Dios, esto sin dejar a un lado el acompañamiento que le podemos hacer nosotros como trabajadores de la Palabra de Dios, ya que estamos aquí porque nuestra vocación es ayudar en el nombre de nuestro Padre y hacer ver por medio de acciones como realmente existe y como hace parte de nosotros”, dijo.

DANIEL MELLADO | elsiglo