En el diván tecnológico

Según estudios, en un día somos capaces de desbloquear el celular 150 veces al día. Esto es, una vez cada 6 minutos, durante el tiempo que pasamos despiertos, por lo que no es descabellado preguntarse ¿por qué vivimos obsesionados por nuestras pantallas?. Lo que está pasando con la tecnología no es casualidad.

En el diván tecnológico
En el diván tecnológico

La Universidad de Stanford, ubicada en el corazón de Silicon Valley, cuna de las mayores compañías tecnológicas del mundo tiene un laboratorio (Tecnología Persuasiva), en el cual investigadores brillantes trabajan, de acuerdo a sus propias palabras, para ver cómo usar las páginas web y las aplicaciones móviles para manipular lo que pensamos y lo que hacemos.

Intentar persuadir a los demás es tan viejo como el mundo. Pero los dispositivos digitales y el enorme volumen de información personal acumulado acerca de nosotros a partir de nuestra actividad online, están creando una vía nueva de manejar todo lo que hacemos, aprovechando las vulnerabilidades de la mente, detectadas por la economía del comportamiento, la psicología y la neurociencia.

Esto ha llevado a problemas como la falta de concentración, la desconexión con nuestros seres queridos, la proliferación de noticias falsas, falta de autoestima, la soledad, entre otros aspectos, que van en detrimento de la vida misma.

Hoy se mide, prácticamente a través de todas las redes sociales digitales, si hay personas más populares que otras, y otros más retraídos, y eso está a la vista de todos. Los “Me Gusta” y la cantidad de seguidores son la moneda en la que se comercia la aceptación social. En resultado, “vivimos la vida” para mostrarla, no para disfrutarla. Ese es el universo ególatra en el que las redes nos han metido, y del que, curiosamente, no queremos salir, catalogado por los especialistas, como un espejo distorsionado de la realidad.

En los niños, niñas y adolescentes, las diferentes APPs, encuentran el terreno más fértil para cumplir con su cometido, no importa la edad, porque incluso, pequeños de 2 años están frente a las pantallas hasta 2 horas y media al día, esto, pasando por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, porque en esa etapa -crucial- se desarrolla el sistema nervioso de la psiquis. Y los principales promotores, en muchos casos, son los padres, sin caer en “demonización”, porque es una forma de escape, reemplazando el contacto físico, el uso de la palabra y los juegos de crianza; quien considere lo contrario, que lance la primera piedra. A la postre, más rápido que tarde, y así lo señala la psicóloga Ahitzamar Bermúdez, ocasiona consecuencias negativas en áreas como la adquisición del lenguaje, el tiempo de atención y el desarrollo socioemocional.

“La invención del computador y los medios de difusión, en sus orígenes, fueron creados con el objetivo principal de una necesidad del ser humano, en este particular de la comunicación y la automatización de los procesos, como ocurrió, en su momento con las herramientas de piedra, la rueda, la energía, el transporte y otros (en la necesidad de supervivencia). El hombre fue avanzando rápidamente en ir descubriendo cosas de sí mismo, y llegó la necesidad de las relaciones, a través de la creación de las Redes Sociales digitales, pero no una articulación tanto en lo presencial, sino a distancia, con un click y a través de una pantalla. Así nos dimos cuenta que podíamos comunicarnos a kilómetros y kilómetros, en tiempo real, informarnos de inmediato de lo que está aconteciendo en el mundo entero sin limitación alguna”, especificó.

Sin embargo -recalca- la búsqueda de las “Relaciones” y de la información se fue transformando en un asunto de aprobación, aceptación y la necesidad de la demostración de vidas “Perfectas” en las RRSS. “Estos factores han generado en el ser humano una serie de consecuencias en su salud mental y física inclusive, la constante comparación con los demás crea un desgaste en el autoestima y el autoconcepto, y los jóvenes y adolescentes son los principales afectados en virtud de la permanencia constante en dichas redes”, amplía.

La psicóloga expone que las RRSS se han ido transformando en un medio adictivo a través de la cantidad de like, comentarios y reproducciones; “esto tiene un efecto cerebral importante en el flujo de una sustancia que todos producimos, la anhelada Dopamina u hormona del placer, “que se produce en términos normales, a través de experiencias gratificantes y agradables, como los abrazos, degustar una deliciosa comida, irse de vacaciones, aprobar un examen, bailar, entre otras”.

“Estas conductas nos ofrecen una dosis normal dopaminérgica en nuestro sistema cerebral, en virtud de lo placentero que es para el ser humano producir Dopamina; va en búsqueda de más dosis, es decir, en búsqueda de experiencias cada vez más gratificantes”, acota.

Bermúdez precisa que los dispositivos electrónicos, las pantallas, las RRSS y los medios digitales están sustituyendo en los seres humanos, en el ámbito normal, específicamente en los niños, las niñas y los adolescentes, la dosis de Dopamina, “pero NO en cantidades normales, por lo contrario, en cantidades Gigantes (en letras grandes y en negrillas), lo que se traduce como una necesidad imperante de buscar cada vez más ese efecto placentero, generando la compulsión adictiva de manipular constantemente y desmedidamente las RRSS, los medios digitales y el uso de las pantallas”.

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  • En el caso específico de los NNA, presentan la grave dificultad del autocontrol, porque las funciones ejecutivas que se procesan en el lóbulo frontal de nuestro cerebro, y que es la encargada de generar en el ser humano la autorregulación, control de los impulsos, planeación y planificación, se encuentra en constante desarrollo y maduración, por lo tanto, para los menores es cuesta arriba poder generar ese autocontrol frente al flujo desmedido de la Dopamina – expone la profesional.

HÉCTOR BRICEÑO | elsiglo

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