La educación ambiental es la base para crear una sociedad responsable

Hablar de la biodiversidad de Venezuela es un tema complejo, tomando en cuenta que el país se divide en biorregiones y cada una de ellas tiene características particulares que le permiten a las formas de vida, desarrollarse, como por ejemplo el frailejón en el páramo merideño y por lo tanto, son los seres humanos los principales responsables de que ocurran alteraciones que pongan en riesgo al ecosistema.

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Ely Gómez, profesor de Biología e investigador independiente

En este sentido, Ely Gómez, profesor de Biología, miembro de los grupos de información MIBA Y M-Biodiversidad de la UPEL, investigador independiente y fotógrafo de vida silvestre, explicó que cuando se habla de un ecosistema en equilibrio es porque se cumplen todos los factores como la reproducción, natalidad, mortalidad, nichos ecológicos, distribución; sin embargo, Venezuela escapa totalmente a esta realidad.

PELIGRO DE EXTINCIÓN

«Tenemos especies emblemáticas como la tortuga arrau en la cuenca del Orinoco que está en peligro de extinción y hay proyectos de conservación donde las están reproduciendo en zoocriaderos, mediante estrategias que permiten que esos huevos se desarrollen y posteriormente, después de un año de trabajo, se reinsertan en su hábitat, en consonancia con un plan de conservación previamente establecido», explicó Gómez.

El investigador también señaló que para no tener que llegar a los extremos de que una especie esté casi extinta, para que la sociedad empiece a notar los daños que han causado, hay que promover la educación ambiental y la información necesaria para que todos vayan adquiriendo conocimientos sobre la fauna silvestre.

«Se debe impulsar la educación ambiental desde los niveles iniciales de la educación en el país y así estaríamos formando hombres y mujeres que no provocarán incendios forestales, ni se involucrarían en la cacería ilegal ni el tráfico de fauna y lo estamos viendo, porque así como hay detractores y destructores, también hay muchas organizaciones que están trabajando para conservar las especies y hay mayor sensibilidad, aunque del 1 al 100 estamos apenas por el 2%, pero se está haciendo que es lo importante», continuó Gómez.

El fotógrafo de vida silvestre enfatizó en el hecho de que la gente debe saber el daño que le hace al ecosistema, ya que diariamente en algún lugar del planeta están asesinando una especie para vender sus crías y muchos la compran sin notar que están fomentando el tráfico ilegal de fauna.

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Las serpientes forman una parte importante de la cadena alimenticia y por lo tanto no se debe erradicar

LA REALIDAD DE LOS ZOOLÓGICOS

Ante toda esta realidad, el profesor universitario asegura que muchas personas creen saber más que las instituciones, sobre todo que los zoológicos, los cuales en la actualidad cumplen con fines de divulgación y conservación, situación que catalogó como una «cuestión de orgullo y desconocimiento».

«La realidad es que dentro de un zoológico hay un plan de colección, hay un tratamiento veterinario preventivo, un sistema de alimentación planificada, donde cada especie que vive allí, cubre su demanda alimenticia y por desconocimiento, no acuden a estos cuando es debido y prefieren liberar especies sin conocimiento de cómo debería ser este procedimiento y es algo que termina siendo contraproducente y todo por no haber llevado al animal al lugar donde están los verdaderos especialistas», continuó el investigador.

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El investigador Ely Gómez exhorta a la comunidad a no satanizar a los zoológicos y que se eduquen al respecto

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Gómez aseguró que más allá de ser una «cárcel» como muchos han afirmado, son lugares de conservación, porque hay especies que siguen existiendo gracias a ellos, porque tienen planes de reinserción y reproducción de las mismas, pero «hay animalistas de concreto, que sólo ven perros y gatos, pero acribillan a un sapo o una serpiente y resulta que esos animales tienen los mismos derechos que un perro y un gato».

CHIQUINQUIRÁ RIVERO | elsiglo

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