Ahogó a sus cinco hijos en una bañera “porque el diablo la obligó”

Una mujer decidió ahogar a sus cinco hijos en una bañera, porque “se lo pidió el diablo“. Se trata de la abrumadora historia de Andrea Yates.

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Luego de haber cometido los crímenes llamó al 911 para confesar su autoría | Foto: Cortesía

Su caso conmovió a todos en Estados Unidos, en la década de los 2000. Nadie nunca pudo creer el tamaño de su crueldad hasta que se comprobó su culpabilidad.

La mujer, que saltó a la fama en Estados Unidos y en el mundo por haber confesado el asesinato de sus cinco hijos, nació el 2 de julio de 1964 en Hallsville, Texas.

Creció en el seno de una familia devota, en la que ella era la menor de cinco hijos, quienes fueron fruto de la unión entre Jutta Karin Koehler y Andrew Emmett Kenned. Ambos migrantes.

De acuerdo con las declaraciones presentadas por sus familiares, Yates dejó ver los primeros deterioros de su salud física y mental cuando aún era una adolescente.

PROBLEMAS MENTALES

La bulimia, un trastorno alimenticio y psicológico, se asomó en medio de su pubertad.

Además, las ideas suicidas tocaron su puerta a la edad de 17 años.

Pese a su inestabilidad emocional, decidió estudiar enfermería en la Universidad de Houston, de la cual se graduó en 1982.

Luego de casada y nacidos sus hijos, Andrea pasó largas temporadas internadas en centros psiquiátricos que trabajaban arduamente para dar con un diagnóstico.

A esas alturas, el someterse a otros embarazos suponía un gran riesgo para Andrea y sus hijos.

Según una nota publicada en la web de El Tiempo, se reseñó que la primera psiquiatra de Andrea, Eileen Starbranch, declaró en el juicio que había hecho una advertencia al matrimonio.

Les dijo que tener más hijos garantizaría para la mujer “una futura depresión psicótica”.

La pareja decidió hacer oídos sordos a las recomendaciones y concibió a su quinto y último hijo el 30 de noviembre del año 2000.

EL DETONANTE

Con el fallecimiento del padre de Andrea el 12 de marzo de 2001 y el hecho de que la mujer había dejado de tomar sus medicamentos un año antes, todo estaba a punto de explotar.

El primero que fue víctima de los delirios de su madre fue Paul, de tres años. John, de tan solo cinco años, fue el siguiente. Ambos fueron ahogados en la bañera y puestos en la cama.

El modus operandi fue exactamente el mismo para los que vinieron después. Ni Luke de dos años, ni Mary de seis meses, pudieron zafarse de las manos de su progenitora.

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Andrea completó el crimen con Noah, su primogénito. Él, obediente, acudió al baño como su madre se lo indicó. También fue ahogado.

elsiglo, con información de Caraota Digital