La tasa de participación en el referéndum constitucional de Túnez se situaba en el 11,8% del censo a las 13.00, hora local (12.00 GMT), informó hoy la Autoridad Superior Independiente para las Elecciones (ISIE).
Según este organismo, cerca de 6.000 observadores- un centenar de ellos extranjeros- monitorean los 15.000 colegios y centros de voto en el país, que abrieron sus puertas a las 06.00 (05.00 GMT) y cerrarán a las 22.00 (21.00 GMT) mientras que 1.100 periodistas- 200 extranjeros- cubren este referéndum, el primero de la historia del país.
El presidente de Tínez, Kais Said, autor de este proyecto constitucional, declaró ante la prensa tras depositar su voto que “hemos vivido durante estos tristes últimos años diferentes farsas y comedias, de artículos de leyes que se compraban y vendían y la sangre goteaba en el Parlamento y los textos que estaban publicados en el boletín oficial del estado jamás eran aplicados”.
Said decretó hace exactamente hoy un año el estado de excepción, con cierta aceptación popular por el descontento que había generado la gestión de los sucesivos ejecutivos, diez en la última década de la transición democrática.
La acumulación de poderes desde entonces le ha hecho perder puntos en los sondeos de popularidad pero una parte de la población continúa apoyando la hoja de ruta del mandatario como una ruptura con la que califica “década negra” y una oportunidad para “devolver” la soberanía al pueblo.
9,2 millones de tunecinos están llamados a votar en esta consulta para sustituir la Constitución de 2014 y que ha generado numerosas críticas tanto por el opaco proceso de redacción como por el contenido ya que aspira a instaurar un sistema “ultrapresidencialista” con amplias prerrogativas para el jefe del Estado y en ausencia de contrapoderes así como de separación de poderes.
Los nacionales residentes en el extranjero podrán votar desde el sábado hasta este lunes aunque, según reveló la instancia electoral, la participación no ha superado el 6,5%.
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La oposición, formada por la mayoría política, ha llamado al boicot y los críticos alertan de que una baja participación pondrá a prueba la legitimidad de presidente.
