El insecto de 1 milímetro que salvó la economía de un país

Dispersos entre los bosques de gran biodiversidad del sudeste asiático, millones de agricultores se ganan la vida cultivando yuca.

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Este cultivo comercial, cosechado tanto por pequeños agricultores que poseen solo una o dos hectáreas como por granjas industriales repartidas en miles de hectáreas, se vende principalmente a fabricantes que utilizan su almidón en plásticos y pegamentos.

Cuando la yuca se importó por primera vez al sudeste asiático desde Sudamérica (al igual que a África unas décadas antes), pudo crecer sin la ayuda de pesticidas.

Luego, en 2008, la cochinilla de la yuca siguió al tubérculo hasta Asia y comenzó a devastar los cultivos. Para compensar las pérdidas, los agricultores comenzaron a invadir los bosques alrededor de sus parcelas para tratar de obtener un poco más de cosecha.

La llegada de la cochinilla de la yuca no solo tuvo un impacto importante en los medios de vida de quienes la cultivan, sino que afectó las economías nacionales de los países de la región y seguramente tuvo efectos derivados en otros lugares.

Algunos productos sustitutos en el mercado del almidón, como el maíz y la papa, subieron de precio. El precio del almidón de yuca se triplicó en Tailandia, el principal exportador mundial.

“Cuando un insecto reduce el rendimiento de los cultivos en un 60-80%, se produce un gran impacto“, dice Wyckhuys. La solución fue encontrar al enemigo natural de la cochinilla, una avispa parasitaria de 1 milímetro de largo (Anagyrus lopezi), en su nativa Sudamérica.

Esta avispa es extremadamente selectiva en la elección de la cochinilla de la yuca como huésped de sus larvas. A finales de 2009 se había introducido en las tierras de cultivo de yuca en Tailandia y había comenzado a abrirse camino a través de las cochinillas.

Control biológico clásico

No hay información detallada sobre la rapidez con la que la avispa redujo las poblaciones de cochinillas en el país.

Pero a mediados de 2010, “millones de avispas parasitarias eran criadas y liberadas en masa en Tailandia, incluso desde aeronaves. Y podemos suponer que su impacto en las poblaciones de cochinillas se pueden sentir con bastante rapidez”, dice Wyckhuys.

Cuando se utilizó la misma avispa para controlar las cochinillas en África occidental, a principios de la década de 1980, rápidamente suprimió los niveles de población de la plaga de más de 100 individuos en cada punta de yuca a menos de 10-20.

Casi tres años después, la avispa se había dispersado efectivamente en más de 200.000 kilómetros cuadrados en el suroeste de Nigeria y se podía encontrar en la mayoría de los campos de yuca de la zona.

Este tipo de intervención se denomina control biológico clásico: encontrar un depredador natural e introducirlo en un cultivo para frenar la propagación de una plaga.

Wyckhuys calculó un beneficio económico para los agricultores en 26 países de la región Asia-Pacífico de US$14.600 millones a US$19.500 millones por año.

“La acción de una avispa de 1 mm ayudó a resolver un gran impacto financiero en el mercado mundial del almidón”, dice.

Nuestra comprensión de los beneficios de un depredador adecuado en las tierras de cultivo se remonta a milenios, aunque el control biológico ha pasado de moda en las prácticas agrícolas modernas.

El control biológico fue el habitual durante miles de años, por lo que causa risa pensar que es nuevo“, dice Rose Buitenhuis, científica de la organización independiente de ciencia hortícola Vineland Research and Innovation Center, en Ontario, Canadá.

Si el también llamado “biocontrol” llega a tener tanto éxito, ¿por qué ahora es un método poco común para combatir las plagas? ¿Qué pasa cuando sale mal? ¿Y por qué los investigadores están presionando para cambiar eso?