MULTIVERSO PHYGITAL: Cuando lo físico y lo digital ya no son opuestos

No hubo una fecha exacta, no sonó ninguna alarma, no hubo un anuncio oficial. Sin embargo, un día cualquiera, sin que nos diéramos cuenta, lo digital dejó de estar en la pantalla. Ya no era un espacio que visitábamos, era el lugar en el que vivíamos.

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Ese día, los objetos comenzaron a responder antes de que los tocáramos, las calles nos leían, la ropa que nos probábamos no estaba colgada, sino proyectada en nuestro reflejo; nuestro cuerpo empezó a hablar con algoritmos, y nuestras decisiones; desde qué comemos, hasta cómo dormimos, empezaron a ser co-diseñadas por sistemas invisibles. Ese día comenzó el Multiverso Phygital.

No es ciencia ficción, es lunes a la mañana cuando apagas el café con el celular, es martes a la noche cuando Alexa apaga las luces por ti, es sábado cuando una app te muestra cómo quedaría ese sillón en tu sala de estar. El phygital es ese punto en el que lo físico y lo digital se funden y ya no sabés en qué plano estás operando. El multiverso ya no está en las pantallas, está en las calles.

El término phygital nació en el mundo del marketing en la década del 2000, como una forma de describir experiencias que mezclaban puntos de venta físicos con canales digitales. Pero desde entonces, el concepto se expandió más allá de las vitrinas y los códigos QR. Hoy, lo phygital no es una estrategia de ventas, es una manera de habitar el mundo.

Tres pilares sostienen esta nueva realidad, pero no son tecnológicos. Son existenciales.

1. La disolución de los límites: Lo físico y lo digital no se combinan se disuelven, uno en el otro. El cuerpo físico ahora tiene una sombra digital que te sigue, te interpreta y te amplifica. Una compra, una consulta médica, una clase, todo ocurre en un plano intermedio que ya no es ni físico, ni digital, sino ambos al mismo tiempo.

2. Los objetos te escuchan: Lo llamamos IoT, pero es mucho más. Tu casa te conoce mejor que tu. Tus hábitos alimenticios, tu ritmo cardíaco, tus horarios, tus cambios de humor, todo está siendo leído, interpretado y utilizado para devolverte una experiencia que parece mágica, pero no lo es; es matemática emocional. Es data coreografiando tu vida.

3. Tu eres el algoritmo: La personalización llegó tan lejos, que ya no sabemos si decidimos o si el sistema decide por nosotros. ¿Por qué justo ese restaurante? ¿Por qué esa película? ¿Por qué ese viaje? Todo parece hecho a tu medida, porque lo es. Pero: ¿qué versión tuya está alimentando ese diseño? ¿La que elegiste o la que predecible y silenciosamente construyó tu historial?

¿Y ahora qué? El phygital no es un fenómeno, es un nuevo hábitat y en este hábitat, la gran pregunta no es «¿cómo funciona?», sino «¿qué tipo de humanos queremos ser dentro de este sistema?»

Porque si lo físico moldea nuestro cuerpo, y lo digital moldea nuestra mente, el multiverso phygital va a moldear nuestra forma de estar en el mundo. No es sólo una revolución tecnológica, es una reconfiguración antropológica. Y ya empezó.

DESDE LA SALA DE CONTROL DEL NUEVO MUNDO

Emmanuel Sánchez, ingeniero robótico venezolano lo vive desde adentro. Nacido en Venezuela, emigró a Chile en 2021, en busca de un entorno que le permitiera aplicar lo que ya imaginaba desde hacía años, un sistema donde las máquinas respondieran al entorno, donde los datos activaran brazos físicos, y donde los algoritmos dejaran de ser abstracción para convertirse en acción.

Hoy se desempeña como líder de proyectos, en una empresa chilena especializada en soluciones de automatización industrial. Su día a día transcurre en la frontera donde lo físico y lo digital se conectan, se reconocen y se transforman mutuamente.

«El phygital es cuando la lógica digital deja de estar atrapada en una pantalla y empieza a modificar el mundo real. Trabajo con brazos robóticos, sensores y visión artificial. Sistemas que leen lo que está ocurriendo y actúan. Un algoritmo puede tomar una decisión, pero es una máquina la que la ejecuta. Esa interacción es el corazón de esta nueva etapa», explicó.

Y es que, aunque su historia empezó en Venezuela, no se define por lo que dejó atrás, sino por lo que se llevó consigo, una forma distinta de mirar la tecnología, incluso en contextos complejos.

«Allí aprendí a diseñar con lo esencial, a pensar soluciones simples para problemas reales. Y eso me marcó. Hoy lo aplico todos los días, incluso con tecnologías avanzadas. En Venezuela desarrollas ingenio. En mi caso en Chile lo puede escalar».

LA AUTOMATIZACIÓN COMO FORMA DE CULTURA

La empresa en la que Sánchez labora, participa en el desarrollo de líneas de ensamblaje que se ajustan solas, sensores que detectan desviaciones mínimas en productos, softwares que «conversan» con máquinas físicas. Pero no lo motiva la eficiencia, sino el impacto que esa tecnología tiene en la vida cotidiana.

«Hoy no diseñamos herramientas. Diseñamos experiencias híbridas que modifican cómo vivimos, cómo trabajamos, cómo nos relacionamos. Lo phygital no es sólo eficiencia, es política, es ética, es cultura y estamos viviendo en ella».

Siendo así, que el experto lo explica con un ejemplo, que ya está ocurriendo en muchos hogares: «Piensa en una cafetera conectada, la programas desde el celular, mientras estás en la cama y cuando llegas a la cocina, el café ya está listo. Parece una tontería, pero en ese pequeño gesto hay sensores, conexión remota, automatización. Eso es phygital, una acción física que ocurre porque un sistema digital la anticipó».

Mientras otros siguen preguntándose si lo phygital es el futuro, Emmanuel ya lo está programando. No desde un laboratorio aislado, sino desde un sitio común, donde la tecnología se vuelve cotidiana, ética y útil, donde una línea de código puede afectar una rutina, donde una decisión técnica puede moldear un vínculo.

Y aunque su escenario sea la automatización industrial, lo que plantea es mucho más amplio: Una nueva forma de habitar lo real, una que no solo se construye con datos, sino también con criterio, con visión, con preguntas.

Porque en este nuevo hábitat, entender la tecnología es solo el primer paso, el verdadero reto es aprender a diseñar humanidad dentro de ella.

PARTE DEL DÍA A DÍA

Emmanuel Sánchez, puntualiza que la integración entre lo físico y lo digital en espacios, como tiendas, oficinas o escuelas, ya está más presente que nunca, tanto que es parte de la naturaleza actual del día a día de la sociedad.

«En entornos industriales ya estamos viendo esa integración todos los días. Pero lo interesante es cuando se traslada a espacios más cotidianos, por ejemplo, en algunos supermercados donde trabajamos con la empresa, los sensores detectan el flujo de personas y ajustan la iluminación o el aire automáticamente. También, se pueden activar notificaciones en tiempo real si hay un desabastecimiento. Todo eso ocurre sin que nadie lo note. La fricción desaparece y ahí es donde el phygital se vuelve poderoso», mencionó.

El ingeniero venezolano, puntualizó que la robótica es parte clave de ese ecosistema. «Un robot no funciona solo, está conectado a sensores, cámaras, software de predicción y todo eso tiene que funcionar como un sistema coordinado. Nosotros diseñamos soluciones donde la robótica es el brazo físico de una red más grande que piensa antes de actuar. En una fábrica, eso significa menos errores. En una casa o ciudad, significa eficiencia, seguridad, y comodidad en tiempo real».

Este apasionante tema trae consigo cientos de interrogantes cómo: ¿La automatización también puede adaptarse a las personas? ¿Hay espacio para la personalización?. Y Emmanuel no tardó en expresar:

«Totalmente, por ejemplo, en algunos sistemas que estamos desarrollando, los robots pueden adaptarse a la velocidad o estilo de trabajo de cada operario. No todos trabajan igual y eso se traduce en datos. El sistema aprende, se ajusta y mejora la experiencia del trabajador. Eso es personalización, que funciona para vender más y además para mejorar la interacción entre humano y máquina».

Pero Emmanuel no es el único que habita este cruce de mundos, hay otras voces, desde otros lugares, que también están dándole forma al multiverso phygital.

SIN CONEXIÓN NO HAY MAGIA

Javier Salcedo es ingeniero en telecomunicaciones en una empresa destacada en el eje Este de Aragua, que ofrece servicios de internet de alta velocidad. Su labor se centra en asegurar que la infraestructura de red funcione sin interrupciones, permitiendo que las experiencias phygitales sean fluidas y naturales.

«El usuario no debería notar dónde termina lo físico y comienza lo digital. Mi trabajo es garantizar esa continuidad invisible.»

De hecho, el hilo invisible lo sostiene todo. Salcedo expresa, según su experiencia, cómo esta fusión perfecta, contribuye con su labor en una integración sin fricciones entre lo físico y lo digital, tomando en cuenta el papel fundamental que juegan ambos términos en la actualidad.

«En la empresa que represento nos enfocamos en ofrecer una conexión de fibra óptica estable y rápida. Eso permite que las personas disfruten de videollamadas sin interrupciones, hogares inteligentes que responden al instante y transacciones digitales sin fricción. Todo eso suena cotidiano, pero si la red falla, todo colapsa. Sin una infraestructura sólida, la magia del phygital simplemente no ocurre», dijo.

Salcedo comenta que la infraestructura de red en la proliferación de dispositivos inteligentes es sumamente importante, pues de ella depende principalmente que las experiencias sean óptimas y que el mundo funcione conforme a la evolución que va consigo.

«Los dispositivos inteligentes necesitan una conexión constante y confiable, por tanto, trabajamos para que cada hogar y empresa tenga acceso a internet de alta velocidad, lo que facilita la adopción de asistentes virtuales, sistemas de seguridad conectados, electrodomésticos, que se programan a distancia. Son detalles que hacen más fácil la vida, pero que dependen totalmente de que la red responda sin errores. Y que hacen que elevemos la calidad de vida», puntualizó

LA CONECTIVIDAD TAMBIÉN PERSONALIZA

El ingeniero Salcedo explica cómo influye la conectividad en la personalización de servicios digitales. «Todo lo que hoy se personaliza parte de datos que viajan en tiempo real. Si hay buena conexión, las plataformas pueden conocer hábitos, gustos, rutinas, eso permite que la tecnología se adapte a la persona; desde qué película recomendarte hasta cuándo encender las luces o ajustar la temperatura en tu casa. En la empresa, entendemos que nuestra red no solo conecta, también interpreta; es la columna vertebral de esa personalización silenciosa que ya forma parte de lo cotidiano».

Javier no construye pantallas, ni diseña experiencias inmersivas, pero sin él, nada se proyecta, nada se activa, nada sucede, su trabajo ocurre entre cables, señales y sistemas que nadie ve, pero que todos usan. En un país donde lo digital a veces tambalea, su tarea no es únicamente técnica, es también resiliente.

«El phygital es como una corriente, tiene que fluir sin que la notes. Si hay interrupción, todo se rompe. Yo no diseño lo visible, pero lo mantengo vivo». Y mientras otros imaginan el futuro, Javier se encarga de que ese futuro pueda conectarse.

EL FUTURO YA NO ES UN LUGAR LEJANO

Emmanuel diseña los gestos. Javier sostiene la señal. Uno programa brazos robóticos que ejecutan decisiones invisibles, el otro garantiza que esas decisiones lleguen a su destino. Entre ambos, dibujan el contorno de este nuevo mundo híbrido donde habitamos, muchas veces sin saberlo.

El multiverso phygital no es una promesa de Silicon Valley, ni una tendencia pasajera, es lunes, es tu celular pagando sin contacto. Es martes, es tu casa que ya te conoce. Es sábado, es un algoritmo decidiendo lo que vas a ver, antes de que lo elijas. Y es también lo que no se ve; la línea de código que ejecuta una acción, el cable que lleva la señal, el operario que conecta ambos extremos.

En este sistema, la tecnología no es un fin, es el medio; y lo importante no es lo que hace, sino cómo transforma nuestras decisiones, nuestros vínculos, nuestra forma de estar en el mundo.

El multiverso phygital no empezó con un gran anuncio, comenzó en silencio, mientras todos miraban las pantallas, él se filtró en las calles. Y ya estamos dentro.

DANIEL MELLADO |elsiglo