Los zapateros en Aragua vuelven a ser esenciales

En un contexto económico donde cada bolívar cuenta y el precio de un par de zapatos nuevos puede representar una porción significativa del salario mínimo o hasta más, el oficio ancestral del zapatero resurge con fuerza en el municipio José Félix Ribas, estado Aragua.

Leonel Boyer

Lejos de ser una reliquia del pasado, estos artesanos del cuero y la suela se han convertido en aliados indispensables de las familias, ofreciendo una solución práctica y económica. «Alargar la vida útil del calzado existente».

Frente a la realidad de que los precios del calzado nuevo «escapan de los ingresos de muchos», tal como expresan los propios ciudadanos, los talleres de reparación experimentan una demanda constante. El gesto de llevar unos zapatos o sandalias desgastadas al zapatero de la esquina, ya no es sólo cuestión de afecto por un par viejo, sino una estrategia financiera necesaria.

«Lo que hacemos aquí es más que reparar; es darle un respiro al bolsillo de la gente», afirmó con convicción Leonel Boyer, o como se le conoce en la entidad, el «José Gregorio Hernández» de los zapatos, un maestro zapatero con más de 35 años de experiencia en el municipio.

Desde su puesto ambulante, donde pese a la movilidad de la ciudad, el olor a cuero nuevo y adhesivo se mezcla con el sonido rítmico del martillo, Leonel atestigua el repunte de su oficio. «Antes quizás botaban un zapato con la suela desgastada, hoy no, la gente los trae, los quiere salvar.

Saben que por el precio de una reparación pueden usar sus zapatos varios meses o incluso años más, evitando la compra nueva que hoy es un lujo para muchos».

El oficio del zapatero es un arte que se mantiene en el tiempo

PEQUEÑAS REPARACIONES, GRAN IMPACTO

Boyer, cuya habilidad y dedicación son reconocidas en la comunidad, detalla cuáles son los arreglos más solicitados, convirtiéndose en verdaderos «salvavidas» para el calzado:

  1. Cambio de Suela: El servicio estrella. Reemplazar la suela desgastada por una nueva, ya sea completa o media suela, devuelve la funcionalidad y seguridad al zapato a una fracción del costo de uno nuevo. 700 bolívares aproximadamente.
  2. Colocación de Tapitas: Ideal para zapatos de dama o calzado con tacón, reparar o reponer la pequeña pieza de plástico o goma que protege el extremo del tacón es frecuente y económico, 200 bolívares.
  3. Reparación o colocación de cierres: Un cierre roto inutiliza un zapato o bota. Su reparación o sustitución es rápida y devuelve la comodidad al usuario, 150 bolívares aproximadamente
  4. Refuerzo de suelas y puntas: Antes de que el desgaste sea total, reforzar las zonas más propensas, como la punta o el talón, con parches o materiales especiales prolonga significativamente la vida del calzado.

UN RESPIRO ECONÓMICO

«Un par de zapatos nuevos escolares básicos fácilmente pueden superar los 15 o 20 dólares equivalentes, y uno para adulto puede empezar en $25 o $30, cifras inalcanzables para muchos», explicó María Pérez, vecina que acaba de recoger las sandalias de su hija, a las que José les cambió las suelas. «Aquí me cobraron el equivalente a unos pocos dólares. Mis hijas pueden seguir usando sus sandalias, y yo puedo destinar ese dinero a otras cosas más urgentes, como la comida o los útiles. Es un alivio real».

Este fenómeno no es aislado. Varios talleres en La Victoria, El Consejo y otras localidades del eje Este reportan una actividad sostenida. Los zapateros se han adaptado, buscando materiales de buena calidad, y manteniendo tarifas accesibles, conscientes de la realidad de sus clientes. Su trabajo se valora no sólo como un servicio, sino como un «acto de solidaridad económica comunitaria».

MÁS QUE UN OFICIO, UN SERVICIO ESENCIAL

La crisis económica impulsa a los ciudadanos a rebuscarse

Los zapateros de José Félix Ribas enfatizan que su labor va más allá de lo económico. Es también una cuestión de «Sostenibilidad y apego». «Mucha gente tiene un par de zapatos que le gusta mucho, que le queda cómodo, o que tiene un valor sentimental. Nosotros les damos la oportunidad de seguir usándolos, de no desecharlos prematuramente», reflexionó Boyer mientras cosía unos zapatos.

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En tiempos donde lo nuevo parece inalcanzable, el ingenio y la pericia de los zapateros tradicionales ofrecen una alternativa viable y necesaria. Su martillo, su lezna y su hilo grueso son herramientas que, puntada tras puntada no sólo reparan suelas, sino que «cosen una red de resistencia económica y preservan un oficio lleno de dignidad y utilidad social en el corazón de Aragua».

Frente a la escalada de precios, los zapateros del municipio José Félix Ribas se consolidan como guardianes de la economía familiar y del calzado. Su trabajo permite a los ciudadanos posponer gastos significativos en calzado nuevo, ofreciendo un alivio tangible al presupuesto doméstico. El testimonio de veteranos como Leonel Boyer, con 35 años en el oficio, es un reflejo de la vitalidad de un servicio que combina tradición artesanal, con una urgente necesidad actual, hacer que lo viejo dure, para que el bolsillo respire.

DANIEL MELLADO | elsiglo

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