En el eje Este del estado Aragua, el amor por los animales trasciende el afecto cotidiano para convertirse en una verdadera inversión de vida. El cuidado de las mascotas, principalmente perros y gatos, se ha posicionado como una de las prioridades dentro del presupuesto familiar, al punto de que muchos hogares destinan una parte significativa de sus ingresos a garantizar el bienestar de sus compañeros de cuatro patas.

Así lo afirma Vanessa Gutiérrez, vendedora y asesora en una reconocida tienda de mascotas en la avenida Francisco de Loreto de La Victoria, quien señala que cada día son más las personas que, con esfuerzo y sacrificio, incorporan el mantenimiento de sus animales en su economía familiar, como una necesidad tan importante como la alimentación, salud y educación.
«Hoy en día, las familias asumen el cuidado de sus mascotas con mucha seriedad. Muchas veces sacrifican otros gastos personales para asegurarse de que sus animales tengan su comida, sus medicinas o sus vitaminas. Eso dice mucho del valor que le están dando al rol de estos seres en sus hogares», explicó Gutiérrez.
Si bien tradicionalmente los perros han sido los favoritos entre los aragüeños, la tendencia está cambiando, en los últimos años, los felinos han ganado un espacio importante en los hogares y según comenta la comerciante, son ahora los que generan mayor demanda de productos en tiendas especializadas.
«Los gatos están mandando. Sus dueños son muy constantes, vienen a buscar desde alimentos premium, hasta juguetes, suplementos y accesorios para el baño. Es impresionante cómo se ha desarrollado una cultura felina muy activa», acotó.
De lo básico a lo especializado
Entre los productos más solicitados se encuentran alimentos balanceados, tanto secos como húmedos, que suelen representar el mayor gasto. A ello se suma la compra de medicinas, juguetes, snacks, pecheras, correas, champús especiales, y hasta colonia y toallas perfumadas para después del baño.

Además, la necesidad de orientación profesional ha hecho que muchos propietarios recurran con frecuencia a veterinarios, nutricionistas animales y expertos en comportamiento para atender dolencias, afecciones comunes o simplemente reforzar la vitalidad de sus mascotas mediante suplementos y vitaminas.
«De verdad aquí viene bastante en búsqueda de ayuda profesional, gracias a Dios contamos con ellos, pues las personas les gusta saber de la salud de sus mascotas y cómo ayudarlas o mantenerles un buen estado», dijo Vanessa.
En este sentido, la cadena de atención no se limita al ámbito comercial, muchas familias buscan también espacios de adiestramiento, socialización animal y asesoría para el proceso de adopción, lo que demuestra un mayor grado de compromiso con el bienestar integral de los animales.
Un fenómeno que crece con conciencia
Para Gutiérrez, este fenómeno no sólo representa un repunte comercial, sino un signo de evolución cultural en torno al trato hacia los animales. Observa con satisfacción cómo aumenta el número de personas que adoptan en lugar de comprar, lo cual a su juicio «habla muy bien del nivel de conciencia que se está generando en la zona».
«Cada vez es más común ver a familias enteras venir a buscar productos para un perro que recogieron de la calle o para un gato que rescataron. Eso, como comerciante y amante de los animales, me da mucha alegría. Se nota que la gente está aprendiendo a amar con responsabilidad», señaló.
Este panorama positivo también se refleja en las cifras. Las ventas en el sector han mostrado un crecimiento sostenido, gracias al flujo constante de clientes preocupados por el bienestar de sus animales. No obstante, el comercio local también enfrenta el desafío de ajustar precios ante una economía sensible.
«Tratamos siempre de mantener los precios lo más solidarios posible. Sabemos que no todos tienen los recursos, pero también entendemos que las mascotas no pueden esperar. Por eso tratamos de tener desde marcas económicas, hasta productos premium, para que todos puedan acceder a lo que necesitan», dijo Gutiérrez.
Más que mascotas, parte de la familia
Este cambio en la percepción del rol de los animales ha hecho que ya no se hable de mascotas en el sentido tradicional. Para muchas personas, sus perros y gatos se han convertido en miembros plenos de la familia, con derechos, necesidades y un espacio emocional ganado a pulso.

En palabras de Gutiérrez, «ya no se ve a un perro como el que cuida la casa. Ahora se ve como el que da compañía, el que ayuda emocionalmente, el que está ahí cuando nadie más lo está. Son parte del hogar, de la rutina diaria y de los afectos más profundos».
La dinámica del eje Este aragüeño es reflejo de una tendencia nacional y global: las mascotas son cada vez más protagonistas en la vida familiar. Pero en esta región, además, se percibe una vocación solidaria y protectora hacia los animales, alimentada tanto por la sensibilidad popular como por el trabajo de pequeñas tiendas, clínicas veterinarias y movimientos de adopción.
El compromiso con los animales ha dejado de ser una moda para convertirse en una expresión viva de valores humanos como la compasión, la lealtad y la empatía. En un país donde la cotidianidad puede ser difícil, los peludos del hogar se han convertido en motores de afecto, consuelo y alegría.
Y como dice Vanessa: «Aquí todos vienen por lo mismo, cuidar a quienes, sin pedir nada a cambio, dan su amor incondicional».
DANIEL MELLADO | elsiglo
CJL