La venta de chatarra es el «resuelve» de muchos aragüeños

En medio de la situación económica que atraviesa el país, el negocio de la chatarra continúa siendo una de las pocas alternativas de ingresos para muchos ciudadanos en la entidad que no cuentan con un empleo formal.

En carrucha, los trabajadores pasan horas buscando chatarra
Fotos | JOEL ZAPATA

Y es que en las calles de distintos sectores del estado Aragua, es común observar a hombres y mujeres cargando con sacos, carretillas o bicicletas adaptadas para recoger materiales reutilizables para su posterior venta.

Gabriel Tovar, trabajador del oficio, explicó que ante la falta de oportunidades laborales ha encontrado en esta actividad una forma de mantenerse a flote y «resolver» el día a día.

Gabriel y Sairy Tovar

«En un día fácilmente se hacen 2 mil bolívares, claro hay que caminar y llevar sol bastante. Pero como quien dice son gajes del oficio», indicó.
La dinámica del negocio es variada, algunos recolectores se dedican a buscar los materiales desechados, mientras que otros compran chatarra a particulares que ya no la necesitan.

«Hay personas que venden su chatarra, como otras que simplemente nos buscan para que se las llevemos. Eso ayuda mucho porque luego puedo venderlo», explicó Tovar.

La situación no es diferente para Sairy Tovar, quien trabaja en este oficio junto a su hermano, señalando que aunque se trata de una labor dura y exigente, representa una vía honrada para obtener el sustento diario.
«Aunque es un trabajo difícil, es la forma como nos ganamos la vida de manera honrada», afirmó.

En los depósitos de chatarras permanecen activos con sus labores

No obstante, reveló que dicha actividad no está exenta de dificultades, pues los precios de compra en los depósitos varían constantemente y muchas veces no corresponden al esfuerzo invertido.

«Hay días duros, donde el sol hace de las suyas y es difícil trabajar. También se debe seleccionar muy bien la chatarra o el plástico porque no todo se puede vender, es muy difícil pero es lo que nos da de comer», relató.

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Actualmente, los depósitos de la zona pagan el kilo de hierro en 25 bolívares, mientras que el plástico tiene un valor de 40 bolívares por kilogramo, lo que significa que el trabajador debe esforzarse el doble para generar buena remuneración.

En calles y avenidas de la entidad, el sonido de carretillas y sacos cargados de hierro, cartón y plástico se ha vuelto parte del paisaje cotidiano, donde muchos ciudadanos buscan la manera de resolver su día a día.

HERNÁN GONZÁLEZ | elsiglo

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