Lo que para las autoridades municipales y eléctricas se presenta como «labores preventivas» en el tendido eléctrico, para los habitantes del municipio José Félix Ribas, es un golpe directo contra la naturaleza y la identidad urbana de la capital ribense.

La tala indiscriminada de árboles, cada vez más frecuente en diferentes puntos de la ciudad de La Victoria, ha despertado el repudio generalizado de vecinos que afirman que las acciones, lejos de prevenir riesgos, están dejando calles desoladas y sin sombra.
De acuerdo con los testimonios recabados, en los últimos días, se han derribado, de manera abrupta y violenta, más de una decena de árboles en sectores como La Mora 2, la Intercomunal de La Mora, la avenida Victoria, la avenida Francisco de Miranda y la principal de Las Mercedes.
Y es que, las imágenes son claras: Troncos cortados desde la base, ramas dejadas a la intemperie, ausencia total de un criterio técnico que respalde el trabajo realizado.
Aunque los residentes comprenden la importancia de las podas preventivas, para evitar daños en las líneas eléctricas, sostienen que lo que está ocurriendo va más allá de una intervención responsable.
«Esto es un atropello para el ecosistema, los árboles son parte del pulmón vegetal de la ciudad, no se puede escudar un daño así diciendo que es por prevención. Hay formas de hacer el trabajo sin destruir tanto», señaló Juan Robinson, vecino de la zona, quien lamenta que todo se haga «por terminar rápido» y sin una visión ambiental.
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Entre la prevención y el abuso
Los denunciantes aseguran que detrás de estas jornadas de tala se encuentran presuntamente cuadrillas de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) y equipos adscritos a la Alcaldía de Ribas, a través de la Junta 12 de Febrero y el departamento de mantenimiento municipal.
La falta de planificación, dicen, se refleja no sólo en la magnitud de los cortes, sino también en la ausencia de recolección de los desechos vegetales, que quedan abandonados en plena vía, obstaculizando el tránsito y generando riesgos para peatones y conductores.
«Cada vez que paso por algunos de los sitios donde cortaron los árboles, siento que se apaga un pedacito del verde que nos identifica como ciudad. No es sólo sombra lo que perdemos, son espacios vivos que nos acompañan desde hace años», expresó Kimberly Jaramillo, habitante de La Victoria, quien además hizo un llamado a los entes responsables a formarse en temas ambientales para evitar daños irreversibles.
«No es cuestión de cortar por cortar; hay que conocer la naturaleza para trabajar con ella, no contra ella».
Un llamado urgente
El descontento ciudadano no únicamente se centra en la pérdida estética o en la falta de sombra, sino en las consecuencias ambientales que acarreará esta práctica si no se detiene. Los árboles cumplen un rol fundamental en la purificación del aire, la regulación de la temperatura y el equilibrio ecológico, funciones que se ven comprometidas con cada tala masiva.
Kimberly Jaramillo insistió en que «cada gesto cuenta» y que la ciudadanía debe actuar en conjunto para frenar este tipo de acciones.
«Juntos podemos actuar y hacer una gran diferencia. Actuemos hoy por un mañana más verde y con más vida. Somos los garantes de hacer de nuestro mundo un mejor lugar y con acciones como estas no estamos cooperando con nuestro futuro», subrayó.
Vecinos del municipio han manifestado que, de continuar esta tendencia, solicitarán la intervención directa de organismos regionales y nacionales. Consideran que las autoridades municipales han hecho caso omiso a las quejas presentadas, amparándose en el argumento de que se trata de medidas preventivas necesarias. Sin embargo, recalcan que no se trata de impedir el mantenimiento, sino de exigir que se realice de forma responsable y con criterios técnicos avalados por especialistas en arboricultura.
Más problemas que soluciones
Además del daño ambiental, los residentes aseguran que la ejecución desordenada de estas talas genera nuevos inconvenientes. La acumulación de ramas y troncos sobre las aceras y calles ha bloqueado temporalmente vías de acceso y pasos peatonales, provocando riesgos de accidentes y retrasos en la movilidad.
«Es contradictorio que una labor que supuestamente busca prevenir problemas termine generando otros igual o más graves», comentó Robinson.
Ante este panorama, los habitantes de La Victoria reiteran su petición de que los entes competentes revisen los procedimientos aplicados y promuevan planes de mantenimiento que garanticen la seguridad eléctrica sin sacrificar la vida de los árboles.
Asimismo, proponen que cualquier poda o tala sea supervisada por ingenieros forestales o especialistas ambientales que definan con claridad cuándo es estrictamente necesario cortar y cuándo basta con un mantenimiento moderado.
La voz de la comunidad está clara, La Victoria no quiere perder su identidad verde. Los vecinos sostienen que todavía es posible revertir el impacto si se actúa con rapidez, conciencia y compromiso. Y aunque el silencio de las autoridades municipales persiste, la ciudadanía está dispuesta a alzar la voz cuantas veces sea necesario para proteger el patrimonio natural que, durante décadas, ha sido parte del corazón de la ciudad.
DANIEL MELLADO | elsiglo
MG