Victorianos ratifican la tradición de visitar Los Siete Templos

Bajo la luz natural del sol, que ilumina la mañana del Viernes Santo, las calles del municipio Ribas se transforman en un sendero espiritual. Miles de feligreses, con rosarios en mano y velas titilantes, emprenden una travesía que une historia, devoción y penitencia al visitar los Siete Templos.

Los templos victorianos listos para el periplo de los creyentes

Una tradición católica centenaria que en esta región se vive con particular fervor, conectando a las comunidades a través de iglesias que guardan siglos de fe. Y es que pese a que este recorrido es naturalmente realizado la noche de los Jueves Santo, debido a vicisitudes sociales se ha cambiado a la mañana de viernes, consiguiendo así mejor movilidad y vivencias de la experiencia.

ORÍGENES BÍBLICOS, RAÍCES LOCALES

El padre José Miguel Vargas, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe

La costumbre de recorrer siete iglesias en Semana Santa rememora el víacrucis de Jesús después de la Última Cena, su arresto en el Huerto de Getsemaní, los interrogatorios ante Anás, Caifás, Pilato, Herodes, y finalmente su regreso a Pilato antes de la crucifixión.

«Es una forma de acompañar a Cristo en su entrega por la humanidad. Cada templo representa una estación de su pasión», explicó el padre José Miguel Vargas, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe.

En Ribas, la tradición se ha adaptado a la geografía y al patrimonio religioso local. Los siete templos que conforman el recorrido pueden ser: Nuestra Señora de Guadalupe, San José de La Mora, Las Mercedes, Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de La Candelaria, La Inmaculada de Guacamayas y El Buen Pastor de Pie de Cerro, pues no sólo son sitios de oración, sino símbolos de identidad.

«Estas iglesias resguardan historias de antepasados de muchos de los que hoy forman parte de nuestra iglesia, abuelos, bisabuelos, padres y tíos, por tanto visitar sus altares es honrar nuestra herencia», comentó el sacerdote.

UN DIÁLOGO ENTRE LO DIVINO Y LO HUMANO

Para el sacerdote Antonio Rojas, de la Iglesia San José de La Mora, la práctica trasciende el ritual: «Es un acto de humildad. Al caminar, reconocemos nuestras propias caídas y buscamos reconciliarnos con Dios y el prójimo». Durante el recorrido, los fieles meditan frente al Santísimo Sacramento, expuesto en cada templo, mientras repiten oraciones como el Padre Nuestro o el Yo Confieso.

El padre Rojas destaca también el valor comunitario: «En Ribas, familias enteras se unen, desde niños hasta adultos mayores. Es una fe que se transmite con los pies, paso a paso», así lo confirma José Páez, un ciudadano que participa desde los 10 años. «Mis abuelos y mis padres me enseñaron que esto no es sólo caminar, es sentir que somos parte de algo más grande».

El sacerdote Antonio Rojas, de la Iglesia San José de La Mora

ARQUITECTURA SAGRADA: LOS SIETE PILARES DE RIBAS

Cada iglesia del recorrido ofrece un reflejo único de la espiritualidad ribense:

  1. Nuestra Señora de Guadalupe: Con su fachada neocolonial, es el punto de partida. Aquí se recuerda la agonía de Jesús en el huerto.
  2. El Buen Pastor de Pie de Cerro: Rodeada por la naturaleza y la cercanía con el Río Aragua, simboliza la soledad de Cristo ante la traición.
  3. Las Mercedes: Su retablo dorado invita a la contemplación del juicio de Pilato.
  4. Nuestra Sra. Del Carmen: Desde la zona norte de La Victoria, se ora por la fortaleza ante las burlas de Herodes.
  5. Nuestra Señora de La Candelaria: En su nave de adobe, los fieles meditan sobre el silencio de Jesús.
  6. La Inmaculada de Guacamayas: Conocida por su vía crucis tallada en madera, evoca el camino al Calvario.
  7. San José de La Mora: Aquí, entre la movilidad de una de las parroquias más movidas de la entidad, se cierra el ciclo con una misa llena de sentir y de adoración por medio de las 7 palabras.

¿Por qué persiste la tradición?

El padre Rojas lo atribuye a la necesidad de «tocar lo sagrado en un mundo acelerado». Agregando además: «En Ribas, esta peregrinación une lo urbano y lo rural. Es un acto de resistencia cultural y fe viva que no ha pasado ni pasará de moda, pues Dios siempre está y sus fieles también».

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José Páez participa desde los 10 años

Pese a los cambios sociales, la visita a los Siete Templos sigue creciendo. Para las nuevas generaciones, incluso se han creado grupos juveniles con guías que explican el significado de cada parada. «No queremos que se pierda», dijo Krismar Inojosa, líder de una hermandad.

FE QUE SE CAMINA

Al anochecer del Viernes Santo, cuando el último templo cierra sus puertas, Ribas guarda un silencio reverente. Las huellas de los peregrinos en calles de asfalto típico de la ciudad o senderos de tierra, quedan como testimonio de una fe que no se conforma con rezar, prefiere caminar, sudar y cansarse, siguiendo los pasos de quien, según creen, un día caminó por ellos.

DANIEL MELLADO | elsiglo

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