En el apogeo del Imperio romano, el emperador Trajano, nacido en la lejana Itálica, soñaba con dejar una huella imborrable en la historia. Bajo su mandato, Roma alcanzó su máxima extensión y erigió estructuras que desafiaban los límites de la ingeniería contemporánea. Entre estas, el puente de Trajano sobre el Danubio fue una de las obras más impresionantes, símbolo de la supremacía y el ingenio romanos. Este coloso no solo conectaba conquistas, sino que manifestaba el poder de un imperio en su cenit. ¿Cómo fue posible construir el puente más largo del imperio y qué destino le esperaba a esta maravilla de la antigüedad?
Trajano, reconocido como uno de los «Cinco emperadores buenos», asumió el trono en el año 98 d.C. con la visión de fortalecer y expandir el Imperio romano a nuevas fronteras. Su gobierno se caracterizó por un enfoque en la consolidación y la infraestructura, con especial énfasis en el desarrollo de provincias y la integración de los pueblos conquistados. La conquista de Dacia, rica en recursos como oro y plata, era estratégica no solo para la economía romana sino también para su seguridad, controlando las rutas hacia el este y fortaleciendo las fronteras contra las tribus bárbaras.
El puente de Trajano sobre el Danubio, ubicado cerca de las actuales ciudades de Drobeta-Turnu Severin en Rumanía y Kladovo en Serbia, fue fundamental para esta expansión. Esta imponente construcción facilitaba el movimiento y el abastecimiento de las legiones en campañas militares y, además, simbolizaba la permanencia y el control romano en la región, consolidando la presencia del Imperio en los Balcanes y más allá.
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LC