Se apagó el brillo de Yorman el malabarista del semáforo

«Ya el semáforo de la avenida Bolívar con Fuerzas Aéreas de Maracay no será igual sin tu presencia», postearon usuarios de las diferentes redes sociales digitales, lamentando la inesperada muerte del malabarista urbano Yorman David Martínez González.

Yorman era un espectáculo en el semáforo de la avenida Bolívar con Fuerzas Aéreas de Maracay

La muerte sorprendió el viernes por la tarde a este singular personaje, quien de lunes a sábado mostraba sus habilidades dentro de estas artes circenses; llamaba la atención prácticamente de todos los transeúntes que pasaban por la zona. Algunos con voluntad dejaban con generosidad la recompensa a Yorman, y otros, sencillamente disfrutaban de lo que ejecutaba con sus manos y sus movimientos de piernas, en especial, con la vuelta que marcaba el cierre de su espectáculo, quedando en posición de ataque al mejor estilo del anime Samurai X.

En ocasiones, las personas que le observaban lo premiaban con efectivo de la moneda nacional y otros le ofrecían alimentos. En diciembre pasado, el malabarista recibió un premio que lo disfrutó como si se tratara de una fortuna; un conductor que se trasladaba en una «camionetota» (como él mismo lo mencionó) le dio un dólar (1$); eso fue para él una prima que lo celebró saltando, gritando y corriendo. Realmente fue un personaje.

Yorman tenía una condición que lo hizo muy especial, su voluntad por salir adelante, de superar vicisitudes, de salir a la calle a concretar su sustento y el de los suyos. De trabajar con honradez, de dejar constancia de sus valores y principios de familia. Él, pese a los detalles sabía que estaba haciendo del arte un oficio, venciendo incluso, las miradas detractoras de aquellos que no aceptan el movimiento callejero.
En una oportunidad, en entrevista para el diario elsiglo, este malabarista -de pocas palabras- indicó que muchos lo ayudaban con dinero, aunque él entendía que «la situación estaba dura, por lo que algunos no podían colaborar para su causa».

El semáforo no era suyo, nos comentó, aseverando «es de Maracay, es de la gente, yo vengo a trabajar». Malabareaba como apuesta de vida, porque su realidad no era quedarse en casa, sino salir a la calle a resistir y vivir.

Yorman David murió a los 36 años de edad. Le dio un fuerte dolor en el estómago y fue trasladado rápidamente al Seguro Social de San José en Maracay, a unas cuadras donde se le veía desde muy temprano.

Su progenitora, que estaba en casa, en San Agustín, recibió la noticia que le había pasado algo a su hijo, por lo que corrió inmediatamente al Seguro. Lamentablemente el malabarista había muerto.

Se ganó el cariño de la gente, con él había mucha empatía. Además, su creatividad era objeto de admiración que se observaba en su número estelar, cuando incluyó la «espada». Sabía que tenía que innovar y lo hizo; hacía malabarismo de calle y las personas lo entendieron. Paz a su alma.

HBRI. | elsiglo