Madre de la esposa del Gordo Matías pide protección para su hija

Desde el año 1985 la señora Josefina Franco no veía ni sabía nada de su hija mayor, Ana María, esposa de Matías Salazar, un hombre que en la actualidad es acusado por presuntamente mantener secuestrada a tres mujeres por más de treinta años.

Así llegó Ana María a la casa de su madre
Así llegó Ana María a la casa de su madre

En una entrevista exclusiva con elsiglo, la señora Josefina nos comentó su desespero al no saber nada de su hija, a pesar de que la buscó prácticamente toda su vida.

«Estuve presa durante 35 años, mi libertad llegó el día 31 de enero del presente año, cuando recibí una llamada de un familiar que me informaba que mi hija Ana María había aparecido, llegué a la Fiscalía 25 del estado Aragua en busca de mi primogénita, al llegar me hicieron un interrogatorio donde me preguntaron desde cuándo no veía a mi hija y el por qué, mi respuesta fue que siempre su esposo Matías no las negó».

En medio del miedo que la embarga, ya que toda su familia teme por represalias por parte de la familia de El Gordo Matías, la madre de Ana María nos relató que no vio más a su hija desde el día de su boda.

«El noviazgo duró muy poco, si no me equivocó sólo tres meses, en muchas oportunidades le aconsejamos que no se casara con ese hombre, ya que nos parecía agresivo y no era el tipo de pareja para ella, pero no nos escuchó, por eso su padre decidió ir hasta la ciudad de Caracas y le compró el vestido de boda y un carro de regalo».

Las nupcias fueron el 18 de mayo de 1985, luego de lo cual la vieron unas tres veces, en medio de señales de que el matrimonio no era feliz. Trataron de intervenir, pero fracasaron. Ana María poco a poco se les fue diluyendo. Pero lo que nunca se imaginaron es no la volverían a ver en más de tres décadas; «después de 35 años la pude reconocer esa mañana en la Fiscalía, esa era mi hija».

Josefina recordó que, luego de la boda, en medio del desespero, Ana María intentó escapar en tres oportunidades, alegando que su esposo Matías la maltrataba, «tres veces escapó de la casa de donde vivía con este señor, ella estaba buscando ayuda, en esa oportunidad notamos que había adelgazado mucho, la cara la tenía demacrada y en esas ocasiones vestía la ropa que se había llevado de la casa».

Ana María junto a Matías Salazar el día de su boda
Ana María junto a Matías Salazar el día de su boda

Pero no pasaba mucho tiempo para que llegara su esposo Matías a buscarla, «se la llevaba de forma agresiva y bajo amenazas, preocupados por su salud varias veces fuimos hasta El Limón, sector Las Mayas, donde vivían pero Matías nos decía que ella estaba indispuesta para atendernos y él nos prometía que le daría el recado».

En una de las tantas veces que la familia de Ana María la buscó, se enteraron que Matías y ella se habían mudado a un anexo en la zona de La Candelaria, «fuimos hasta el lugar, allí el dueño de la casa nos recibió y nos permitió la entrada, mi esposo al ingresar a la habitación la encontró dopada y pálida, se molestó tanto que le reclamó a Matías, pero él respondió de forma violenta y lo golpeó varias veces hasta fracturarle tres costillas del lado izquierdo y le quebró los lentes, pusimos la denuncia en el sector 9 de Caña de Azúcar en la sede de la Policía Técnica Judicial, hoy en día el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) pero aunque los funcionarios colocaron la denuncia, después nos comentaron que no se iban a meter en eso, alegando que era un problema de marido y mujer».

ANA MARÍA NO ASISTIÓ AL FUNERAL DE SU PADRE

El 26 de octubre del año 1995, fue un momento que marcó a la familia de Ana María, ese día fueron hasta Las Mayas, casa materna de Matías, para informarle que su padre había fallecido producto de un infarto, murió con la esperanza de volver a ver su hija y buscándola hasta debajo de la tierra.

«Matías nos recibió y dijo que Ana María estaba indispuesta en ese momento y afirmó que él le daría la noticia, el sepelio de mi esposo duró tres días, estábamos esperando algunos familiares procedentes del extranjero y Ana María, teníamos la esperanza de verla y compartir ese momento tan duro, pero ella no se presentó en la funeraria a despedirse de su papá».

Con mucho dolor, la señora Josefina nos contó que desde momento no supieron más nada de su hija, parecía que se le hubiese tragado la tierra.

REENCUENTRO EN LA FISCALÍA

No fue hasta el 31 de enero pasado que la familia de Ana María volvió a verla, posterior a ese día específicamente el lunes 3 de febrero, familiares decidieron visitarla en Las Mayas, visita que duró aproximadamente 30 minutos.

Nuevamente el 7 de febrero los familiares fueron a hablar con ella, querían verla y saber cómo se encontraba, pero luego de unos minutos llegaron dos vehículos en donde se trasladaba la Fiscal 25 del estado Aragua, en compañía de otros funcionarios, allí luego de hablar con el señor Rubén, pareja de la señora Margarita, madre de Matías, mostraron un oficio que autorizaba el traslado de Ana María, con la finalidad de realizarle unos exámenes psicológicos.

En la sede del Cicpc, la señora Josefina cuenta que se le hicieron las evaluaciones, sólo quedaría pendiente la evaluación psiquiátrica que se le haría el día 10 de febrero.

Ese mismo día, 7 de febrero, aproximadamente a las 5:00 de la tarde le notificaron a la señora Josefina que podía llevarse su hija a su casa, hasta la próxima fecha de los exámenes. Luego de 35 años Ana María volvería al lugar donde estaba toda su familia.

«En esos días compartimos en familia, sus tíos, primos, vecinos y allegados, todos estábamos contentos, inclusive ella bailó y compartió en casa de un primo, hasta hicimos una torta para darle la bienvenida, pero al llegar a la casa la historia fue otra, su humor cambió y se puso agresiva, no quería dormir y nos manifestó que se sentía mal, recordó que en la Quinta Mahena había dejado a su loro y su gata».

Aunque su familia intentó tranquilizarla diciéndole que al siguiente día iban a buscar a sus mascotas, ella refutó la idea y señaló que sus animales no se adaptarían al nuevo ambiente, «no durmió en toda la noche, fuimos a buscar la gata al día siguiente, pero las aves las dejamos en la casa, ya que la jaula era muy grande».

DÍA DEL EXAMEN PSIQUIÁTRICO

Los familiares de Ana María al verla tan demacrada decidieron pintarle el cabello, «la maquillamos, le pusimos ropa nueva y tratamos de animarla, pero no durmió nada. Llegó el día de hacerle los exámenes, no quiso desayunar y no hablaba, la llevamos hasta el Cicpc, pero el psiquiatra no la atendió ni 10 minutos».

«El doctor sólo nos dijo que no la veía ansiosa y nos las entregó, una hermana de Ana María solicitó un justificativo para llevarlo a su trabajo, pero el doctor le respondió que para dárselo tenía que asistir a su consultorio privado y cancelar 12 dólares, ya que él no atendía a familiares de las víctimas en el Cicpc«.

ANA MARÍA ESCAPÓ DE LA CASA

Al terminar los exámenes, decidieron irse a su casa, aunque un poco inconformes por la actitud del doctor, y todo lo ocurrido produjo que Ana María estuviera muy inquieta, al llegar a la casa agarró su gata y abrió la puerta y se marchó a pie.

«Me fui detrás de ella, intenté convencerla que no se fuera de esa forma, se veía desorientada, no sabía hacia dónde ir, cruzaba la calle sin ver a los lados y caminaba sin rumbo, yo sólo le decía que se calmara, hasta que un familiar llegó en un carro y logramos que accediera a subirse al vehículo, con mucho dolor la llevamos a Las Mayas y se la entregamos a su suegra».

En medio del dolor la señora Josefina relata que en vista de lo ocurrido decidieron notificar a la Fiscalía lo ocurrido, «no había pasado mucho tiempo cuando Ana María llegó a mi casa en compañía del señor Rubén y la señora Margarita a buscar la ropa que había dejado y también la que se le regaló, le entregamos todo y desde esa fecha no he vuelto a ver a mi hija, ni saber nada de ella».

UNA FAMILIA QUE SÓLO PIDE JUSTICIA

Una madre desesperada, así se define la señora Josefina, una mujer marcada por la vida y el desespero de no saber nada de su primera hija producto de un matrimonio feliz, que luego de tantos años sin ver, sólo le pide a Dios y a las autoridades que ayuden y hagan justicia en el caso de Ana María.

«Sólo pido que se aboquen a resolver esta situación lo más pronto posible, no dejo de pensar que mi hija no se alimenta bien y a mi parecer permanece bajo los efectos de una medicación muy fuerte, está totalmente fuera de la realidad».

Relató que en los pocos días que pudo disfrutar de su hija, muy poco les pudo contar de su tiempo en matrimonio, «no sabía ni qué día era, no recuerda los episodios de su vida desde los 18 años hasta ahora que tiene 54 años, me dijo que no le gustaba salir sino mantenerse dentro de la casa».

Recuerda a su hija como una niña feliz y activa, una muchacha dinámica, alegre, que practicaba deportes, «le gustaba motocross, kárate, muchas disciplinas deportivas, era buena estudiante, hasta llegó a ser reina de la escuela, su padre con esfuerzo le brindó una vida cómoda».

Una niña con excelentes notas en sus estudios
Una niña con excelentes notas en sus estudios

Llena de orgullo recuerda los 15 años de Ana María, momento donde todos disfrutaron en familia en un crucero, «siempre viajamos dentro y fuera del país, le regaló un carro antes de casarse, nunca le faltó nada, era una joven sana y llena de salud».

La señora Josefina sólo espera que su hija Ana María pueda recibir un tratamiento médico que la ayude a recuperar los años y vida perdida, «quiero que vuelva a tener ganas de vivir, que la ayuden a salir de la depresión en la cual está inmersa, considero que mi hija fue secuestrada desde que se casó con Matías Enrique Salazar, él la apartó de nosotros y todo con el consentimiento de su madre, la señora Margarita».

Finalmente, la madre de Ana María sólo le quedan las esperanzas de volver a tener a su hija de vuelta y que todos los involucrados en esta tragedia puedan recuperar su felicidad, «si no es porque una de las víctimas se escapa no se sabría nada ni de mi hija ni de las otras mujeres, mi familia se solidariza con las demás madres y familiares que están involucradas en esto, este señor una vez que enamora a sus víctimas las somete y las aparta de sus hogares, obligándolas a vivir de una forma inhumana».

MÓNICA GOITIA | elsiglo