En la urbanización La Mora I, ubicada en la avenida 20 de La Victoria, municipio Ribas, un parque infantil yace en el olvido, estructuras oxidadas, columpios rotos, maleza que cubre el 70% del espacio y basura acumulada son el panorama diario que enfrentan más de 100 familias.

Por más de una década, los residentes han elevado reclamos formales a las autoridades de la entidad y la Gobernación de Aragua, sin obtener respuestas. Hoy exigen una solución urgente ante el riesgo que representa este espacio para la integridad de niños y adolescentes.
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Un parque que refleja abandono
El parque, construido a mediados del 1998, como parte de un proyecto de desarrollo urbano, fue durante años el epicentro de la recreación infantil en el sector. Sin embargo, desde el 2013, tras el colapso de sus juegos por falta de mantenimiento, el lugar se transformó en un símbolo de desidia.
Ramón Corrales, fundador de la zona, relató: «Mis hijos jugaban aquí; ahora mis nietos no pueden. Las varillas rotas, los tornillos expuestos y el monte son trampas mortales. Hemos presentado cartas, firmado solicitudes, pero sólo nos dan promesas».
Un recorrido realizado por el sitio evidenció grietas en el piso, resbaladizas casi inexistentes; toboganes desconectados de sus bases y un sube y baja semienterrado bajo la maleza. Además, la falta de iluminación nocturna ha convertido el área en un foco de inseguridad. «Hemos visto roedores y hasta serpientes entre la vegetación», advirtió la señora María Tejada.
Autogestión vecinal un esfuerzo insuficiente
Frente a la inacción gubernamental, los residentes organizaron jornadas de limpieza, retirando desechos y maleza. No obstante, sin maquinaria ni recursos no lograron rehabilitar los juegos. «Pedimos apoyo para comprar pintura o cemento, pero ni eso nos conceden», lamentó Correa.
El deterioro también afecta la economía local. Reinaldo Torres, dueño de un abasto frente al parque, aseguró, «antes las familias compraban aquí, mientras los niños jugaban. Ahora, el comercio ha bajado 40%».
Un llamado a la acción
Ante la proximidad del período vacacional escolar, los vecinos redoblan sus exigencias, pues aseveran estar cansados de que sus pequeños tengan que improvisar juegos en calles y estacionamientos.
DANIEL MELLADO | elsiglo
MG