Aunque creíamos que nuestras orejas eran estáticas, un nuevo estudio ha revelado que sus músculos siguen intentando moverse cuando nos esforzamos por escuchar, manteniendo un reflejo evolutivo de hace millones de años.

Durante millones de años, nuestros ancestros utilizaban sus orejas de una manera muy diferente a la actual. Al igual que los gatos, perros y muchos otros mamíferos, movían sus aurículas —la parte externa del oído— para captar mejor los sonidos a su alrededor. Sin embargo, con la evolución de los primates, esta capacidad se fue perdiendo, dejando a los humanos con orejas fijas e inmóviles… o al menos eso se creía.
El experimento que reveló la actividad oculta
Para investigar esta conexión entre la audición y los músculos auriculares, un equipo de neurocientíficos reclutó a veinte voluntarios con audición normal. Durante el estudio, colocaron electrodos en la cabeza de los participantes para registrar la actividad eléctrica de sus músculos auriculares mientras escuchaban un audiolibro. La tarea no era sencilla: mientras intentaban concentrarse en la narración, se les presentaban distracciones en forma de voces superpuestas desde distintos ángulos.
A medida que la dificultad de la tarea aumentaba —por ejemplo, con distracciones más intensas o con voces que se parecían más a la del narrador— los investigadores notaron algo sorprendente: los músculos superiores y posteriores del pabellón auricular mostraban una mayor activación. Es decir, aunque las orejas no se movieran de manera visible, los músculos intentaban hacerlo, como si aún esperaran poder girar el pabellón auricular para enfocar mejor los sonidos.
Un reflejo evolutivo que persiste en el tiempo
Los científicos creen que esta activación no es un simple residuo evolutivo sin función, sino que podría estar relacionada con un mecanismo de atención auditiva. En otras palabras, cuando nos esforzamos por escuchar, el cerebro sigue intentando utilizar un sistema que en otros mamíferos aún es plenamente funcional.
Esta conexión entre el sistema auditivo y la musculatura del oído sugiere que la audición humana no solo depende de los órganos internos del oído, sino también de señales motoras que antes ayudaban a orientar la cabeza y las orejas hacia la fuente del sonido. Aunque hoy en día estas señales ya no generan un movimiento efectivo del pabellón auricular, podrían seguir jugando un papel en la percepción auditiva y en la localización de sonidos.
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el siglo con informacion de:(muyinteresante)
SG