En Ribas el pescado seco es un legado culinario que resurge en Semana Santa

Al Este del estado Aragua, específicamente en el municipio Ribas, donde las calles se visten de fervor religioso y las cocinas exhalan aromas centenarios, la Semana Santa no sólo es un tiempo de reflexión espiritual, sino también una celebración gastronómica que une generaciones.

Las personas ya comienzan a adquirir el pescado seco.

Este año, los comerciantes locales de pescado seco, ingrediente emblemático de la cuaresma, pronostican buenas ventas, puesto que están respaldados por una tradición que se niega a desaparecer pese a los embates del día a día.

Desde hace décadas, el consumo de pescado seco, como el rayado, cazón, bagre, lebranche, entre otros; se ha mantenido como un símbolo de abstinencia y arraigo cultural durante la Semana Mayor. Sin embargo, en Ribas esta práctica perdura y se reinventa.

Los vendedores, agrupados en mercados tradicionales y puestos callejeros de las principales áreas comerciales de La Victoria, aseguran que las ventas han aumentado sostenidamente en los últimos años, y proyectan que este lunes santo marcará nuevamente el inicio de la zafra.

«La gente ya no espera hasta el Viernes Santo para comprar. Ahora, desde el lunes, las personas comienzan a comprar así sea de a poquito», comentó el señor Edgardo Muñoz, vendedor ubicado en la calle Ribas Dávila.

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Entre fe y economía

La costumbre de consumir pescado seco durante la cuaresma y los días santos, tiene raíces profundas. Según se conoció, este hábito se remonta a la época colonial, cuando la escasez de carne fresca y las restricciones religiosas impulsaron el consumo de productos preservados.

Actualmente, aunque los motivos religiosos siguen vigentes, los ribenses también valoran el sabor único y la versatilidad del pescado deshidratado en platillos como el tradicional guiso para tamales o hallaquitas, pasteles de plátano, sopas o consomés y un sinfín de preparaciones.

Para los comerciantes, este 2025 representa una oportunidad de consolidar su mercado. «El año pasado vendimos un 30% más que en 2023, y este año esperamos superarlo. La gente no sólo compra para cumplir con la tradición, sino también hasta cierto punto para apoyarnos, porque realmente en Ribas somos pocos lo que comercializamos este tipo de pescado», explicó el señor Muñoz.

De la misma forma, Modesto Díaz, quien trae el pescado rayado desde el estado Apure, agregó que augura buenas ventas, tomando en cuenta que comenzaron a vender este fin de semana y ya las personas están preguntando y haciendo su sacrificio para comprar este pescado tan tradicional y versátil en la cocina, porque lo pueden comer en el desayuno, almuerzo y cena», dijo.

Más declaraciones

Siendo así, que el kilogramo de pescado seco va desde 480,00 bolívares, hasta los 650,00 bolívares, dependiendo del sitio donde se adquiera y el tipo de pescado.

«Aunque ahora hay más opciones, nada reemplaza el sabor auténtico de un pescado seco. Es como llevar un pedazo de nuestra historia a la mesa», puntualizó Díaz.

Mientras las cocinas y fogones se encienden; y en las costas las redes de pesca se secan al sol, Ribas se prepara para una Semana Santa llena de fe, entrega y por supuesto sabores tradicionales. Los comerciantes, entre risas y miradas esperanzadas, ajustan sus estantes y calculan inventarios.

Así, entre sazón y fe, este rincón del estado Aragua demuestra que algunas tradiciones no se secan, se multiplican.

DANIEL MELLADO | elsiglo

MG