En el marco del Día Internacional de la Mujer, fecha que celebra la lucha histórica por la igualdad y el reconocimiento de sus derechos, surge la historia de la victoriana María Victoria Urbina Lovato, Mrs. Grand Venezuela 2024.

Su trayectoria no sólo refleja los triunfos de una reina de belleza, sino la esencia de una mujer que ha convertido la humildad, la resiliencia y el amor por su país en un símbolo de empoderamiento. Más que un título, su corona representa la voz de millones de mujeres venezolanas que, desde el anonimato, construyen futuro con gallardía.
La fuerza de reinventarse

María Victoria, nacida en la parroquia Zuata, municipio José Félix Ribas, no llegó al certamen por casualidad. Su vida ha sido un mosaico de decisiones audaces y aprendizajes forjados desde la infancia. Criada en un entorno donde el esfuerzo familiar era el pan de cada día, aprendió pronto que los sueños requieren perseverancia y muchísimo amor.
«La vida para mí, desde mi infancia, fue marcada por cosas muy bonitas, por apoyo incondicional, por mucho amor y sobre todo por esa siembra de valores que me han hecho la mujer que soy», confesó Victoria, al tiempo que aseguró que hubo obstáculos, asumidos como peldaños para moldear su carácter.
Con el apoyo inquebrantable de su familia, su «equipo de vida», como los llama, fue imprescindible para María Victoria, pues con su respaldo se formó académica y humanamente. Su carrera profesional, aunque discreta ante los reflectores, fue uno de los primeros escenarios, donde demostró que la disciplina y la empatía son pilares del éxito.
«Siempre creí que para ser grande hay que servir a los demás y esperar por el tiempo de Dios que siempre es perfecto», afirmó la hermosa dama. Esa filosofía la llevó a concursar no solo en el Mrs. Grand Venezuela, sino en una infinidad de escenarios, donde su autenticidad conquistó al jurado: no compitió para ser perfecta, sino la más humana.
«Yo considero que soy una mujer que se transformó a través del tiempo, soy una mujer diferente a lo que fue la niña Victoria. De pequeña concursaba en reinados de colegio, Reina de la Juventud para aquella época y luego dejé ese mundo un poco de lado y me preparé académicamente. En medio de un panorama cambiante llegué a las filas del mundo fitness, donde fui a varios concursos y figuré, sin embargo no llegué a lograr representar a mi país e igual lo confíe a las manos de Dios y aquí estamos, diciendo Venezuela, en otro escenario», mencionó Urbina Lovato, quien integra la Federación Venezolana de Fisicoculturismo.

Una corona como altavoz
Para María Victoria el certamen no fue un fin, sino un medio. Desde que se ciñó la banda, su agenda se llenó de causas sociales: visitas a fundaciones infantiles, charlas sobre autoestima femenina y proyectos para visibilizar a mujeres en situación de vulnerabilidad. «La belleza exterior se desvanece; lo que perdura es el impacto que dejas», asegura. Su cercanía, incluso en medio de la fama, sorprende a quienes la conocen: responde mensajes personales, abraza sin reservas y escucha con paciencia.
Su preparación para el Mrs. Grand International en Asia va más allá de pasarelas y trajes típicos. «Llevo en mi maleta historias de mujeres que luchan por sus hijos, emprendedoras que no se rinden. Quiero que el mundo vea que somos más que aspectos negativos», declara. Su discurso, tejido con palabras como resiliencia y gratitud, busca romper estereotipos, pues demuestra que la edad no limita los sueños.
«Quise a Venezuela y lo logré, justo cuando Dios supo que estaba preparada. No fue antes, no es después, es ahora, y confío en que todo el trabajo que estamos realizando va a dar frutos hermosos, porque soy Victoria de La Victoria y eso marcará, sin dejar a un lado todo lo vivido y las enseñanzas adquiridas en cada uno de mis encuentros. Y nunca dejó de decir, qué bueno que me atreví», enfatizó.
Venezuela: un grito que une continentes
Y es que cuando Vicky, como se le conoce de manera cariñosa, pise el escenario en Asia, no solo mostrará el tricolor patrio, ella encarnará el espíritu de una nación femenina que resiste con elegancia.
«Ese grito de ¡Venezuela! será por las abuelas que crían nietos, las madres que hacen malabares para poner un plato en la mesa, las jóvenes que estudian de noche tras trabajar todo el día, las familias que residen en el amor, mi familia, La Victoria y todo lo que soy», dijo con voz emocionada. Su meta no es solo ganar, sino tender puentes culturales y desmontar prejuicios.
Su historia personal también es un mensaje para las mujeres que dudan de su valor: «Nunca dejen de creer en el tiempo de Dios. Cada ‘no’, cada caída, es una lección que nos acerca a nuestro propósito». Para ella, el verdadero triunfo no está en los títulos, sino en mantener la esencia: «Podemos tener una corona en la cabeza, pero si no tenemos humildad en el corazón, no somos nada».
María Victoria Urbina Lovato es más que una reina: es un espejo donde se reflejan las victorias cotidianas de la mujer venezolana. En un mundo que frecuentemente reduce el éxito a ‘likes’ o apariencias, ella defiende que la grandeza se mide por la capacidad de servir, amar y levantarse.
«Sabemos que las redes sociales, las herramientas 2.0 están con nosotros, son importantes en nuestra vida cotidiana, sin embargo debemos utilizarlas para impulsarnos, para crecer en el marco de la responsabilidad, del amor y de la inteligencia, recordemos que la naturalidad está en nosotros y es lo que es bonito, por eso, demostremos qué somos y utilicemos estos avances para cambios positivos», afirmó.
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DANIEL MELLADO | elsiglo
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