En un país donde la adversidad suele ser el telón de fondo, iniciativas como la Fundación Ladayos emergen como faros de luz. Su nombre no es casualidad, es un acrónimo de lealtad, amor, desprendimiento, atención, yavé, organización y sabiduría, principios que desde 2020 guían su labor para transformar realidades.

Bajo el liderazgo de César Bande, este proyecto gestado en 2014 y formalizado seis años después, ha demostrado que la unión ciudadana puede sanar heridas sociales, una familia a la vez.

«Todo comenzó con un grupo de personas que, desde sus espacios, querían ayudar. Empezamos enfocándonos en niños con condiciones especiales, pero pronto entendimos que debíamos mirar más allá: ¿De qué sirve auxiliar a un niño si no fortalecemos su entorno familiar?», reflexiona Bande, presidente de la fundación. Así nació su enfoque integral, un modelo que combina asistencia material con acompañamiento emocional y espiritual, arraigado en la fe en Dios.
«Pedimos organización y sabiduría divina para servir mejor», añade.
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Programas que rompen barreras
Ladayos opera mediante proyectos estructurados por medio de programas. Uno de los más emblemáticos es «El amor no cuenta cromosomas ni ve condiciones», dirigido a niños con discapacidad.
En su primera etapa, especialistas en varias áreas entre las que destacan odontología, evaluaron a más de 25 menores, identificando necesidades y brindando el acompañamiento que fue desde soluciones en consultorios, hasta entrega de medicamentos.
«Pronto incorporaremos electroencefalogramas, un servicio pionero en la región», adelanta Bande.

Para los adultos mayores, el programa «Corazón Ladayo» ha sido un bálsamo, pues más de 100 abuelos en Casas de Reposo han recibido electrocardiogramas, ecografías y hasta un Plan de Embellecimiento que, según Bande, «no es vanidad, sino un recordatorio de su valor, queremos que se sientan bien por dentro y por fuera». A esto se suman entregas de medicamentos y consultas geriátricas gratuitas.
Pero el alcance de Ladayos no se limita a la salud, su red incluye apoyo psicológico, psiquiátrico y psicoeducativo para familias, en coordinación con entidades como el Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de Girardot y el Idena.
«No somos islas, trabajamos con instituciones y personas que comparten nuestra visión», explica el líder.
Los cimientos son invisibles
Detrás de cada logro hay historias de desprendimiento. Voluntarios como Luis Rodríguez, dedican horas a organizar talleres de autoestima para madres de niños especiales. «Aquí no hay héroes solitarios, sino un equipo que cree en el amor al prójimo», afirma Bande.

Esta filosofía ha permitido a la fundación expandirse silenciosamente, desde el municipio Ribas hasta comunidades remotas de Aragua, siempre «sin hacer bulla, solo trabajando».
Un futuro con raíces firmes
El sueño de Ladayos es claro, institucionalizar la cultura de la ayuda. «Queremos que cada persona atendida hoy sea un agente de cambio mañana», comparte Bande. Próximamente, planean seguir creciendo y creando ventanas de bienestar en todos los estados de Venezuela.
Mientras tanto, en La Victoria, municipio Ribas, los resultados hablan por sí solos, niños que reciben terapias oportunas, abuelos que recuperan sonrisas y familias que reconstruyen sus lazos.
«No regalamos caridad; sembramos esperanza», concluye Bande. Y en un país sediento de ella, cada semilla cuenta.
DANIEL MELLADO | elsiglo
MG