Cada vez que consultamos una Inteligencia Artificial, que obtenemos ganancias con criptomonedas, o simplemente cuando usamos electricidad, viajamos o compramos algo en línea, dejamos una pequeña «huella» en el planeta. Incluso si no arrojamos basura o utilizamos electricidad, causamos un impacto en nuestro transitar por el planeta, algo de lo que deberíamos ser conscientes para que esa huella sea apenas perceptible.

Seguramente has pensado que por qué hay que tener tanto cuidado si nosotros también valemos, somos otros huéspedes de este gran edificio megadiverso que es nuestro planeta. La respuesta es simple, el mundo ha cambiado y nuestra «pisada natural» se ha deformado (por decirlo de alguna manera) y aunque en el principio de los tiempos y nuestros pasos ahora existen sobre carreteras, conduciendo un vehículo que necesita combustible, utilizando un calzado hecho con materiales sintéticos, entre otros.
No es la intención de este artículo pintar a la raza humana como monstruos viles y destructores, sino por el contrario, mostrar que el mundo simplemente ha cambiado y por eso debemos ser más cuidadosos, porque lo que consideramos avances futuristas, a veces puede significar un atraso ambiental y qué sería de nosotros sin un planeta donde vivir.
En este orden de ideas, la huella energética es como una medida de cuánta energía usamos en nuestra vida diaria. Esa energía viene de diferentes lugares, como el sol, el viento o los combustibles fósiles (como el carbón y el petróleo).
Usar mucha energía puede tener un impacto en nuestro planeta. Por ejemplo, quemar combustibles fósiles libera gases que calientan la Tierra, lo que puede causar cambios en el clima. Y precisamente, el uso de la tecnología nos conduce a utilizar mucha más energía, como por ejemplo, la electricidad para cargar nuestro teléfono móvil o para encender la computadora, sólo por mencionar las acciones más sencillas.
EL LADO OSCURO DE LA ERA DIGITAL
Uno de los principales factores que contribuyen a la huella ecológica de la tecnología es el consumo de energía. Los centros de datos, que almacenan y procesan la información en la nube, requieren enormes cantidades de electricidad. La fabricación y el uso de dispositivos como teléfonos y computadoras también consumen energía, lo que se traduce en emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático.

Otro aspecto preocupante es la generación de residuos electrónicos (e-waste). La rápida obsolescencia de los dispositivos electrónicos genera una gran cantidad de desechos que contienen materiales tóxicos.
Si no se gestionan adecuadamente, estos residuos pueden contaminar el suelo y el agua, representando un grave riesgo para el medio ambiente y la salud humana. El reciclaje de e-waste es esencial para mitigar este impacto.
La extracción de recursos necesarios para la fabricación de dispositivos electrónicos también tiene un impacto ambiental significativo. La minería de minerales y metales, algunos de ellos escasos, puede causar deforestación, degradación del suelo y contaminación del agua.
LA HUELLA ECOLÓGICA DE LA TECNOLOGÍA
Sobre este tema, el ecologista José Manuel Pérez, un aragüeño que formó parte de la delegación venezolana en la Conferencia de las Partes sobre Biodiversidad COP16 que se celebró recientemente en Colombia, expresó su punto de vista respecto a la huella ecológica del uso de la tecnología.
«Esto se refiere a los impactos de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), las cuales son el soporte del uso de la Inteligencia Artificial, es decir que el impacto del uso de la IA está asociado a su soporte en las TIC», señaló Pérez.
Asimismo, señaló que el uso de la IA puede tener otro tipo de efectos adversos sobre el ambiente dependiendo del uso que le den los usuarios, ya que hay mucho contenido «viciado» que pudiera entorpecer el trabajo que durante años se ha venido realizando de manera ambiental.
«En la red existen innumerables estudios sobre el cambio climático y la actual crisis climática de origen antrópico, pero también se han subido a la red diversos estudios que dicen lo contrario, que lo que estamos padeciendo es un proceso natural, todo ello para justificar el crecimiento económico, es por ello que quienes suscriben y le dan sustento teórico y científico, les llaman negacionistas», señaló el ecologista.
En este sentido, manifestó que la huella ecológica que se genere producto del uso de la información disponible por IA no se le puede atribuir propiamente a la IA, sino a los usuarios o a los entes que tomen decisiones, «la culpa no es de la bala sino de quien la dispare», dijo.
Asimismo, existe el riesgo de dependencia excesiva, ya que al confiar ciegamente en la tecnología se podrían debilitar esfuerzos locales y tradicionales de conservación. «La IA no es una solución mágica, sino una herramienta que, usada con prudencia y crítica, puede potenciar el compromiso humano con el planeta», finalizó Pérez.
DESAFÍO DE LA IA EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Al hablar de la Inteligencia Artificial, se suelen tocar ciertas fibras que aún la sociedad sigue sin digerir, sobre todo en el tema de la investigación científica, ya que, aunque proporciona grandes beneficios poco explorados en Venezuela, por otra parte genera una especie de «batalla moral», en cuanto a la información que se toma de allí para trabajos de investigación científica, que puede ser imprecisa.

Sin embargo, es necesario ir al ritmo de los avances tecnológicos o de lo contrario, la brecha del conocimiento seguirá creciendo de manera negativa, dejando de lado procesos que pueden simplificar en gran manera muchos procesos, ya que la IA puede analizar millones de datos muy rápido.
Para abordar este tema, el Dr. José Clavijo, director del Museo del Instituto de Zoología Agrícola de la Universidad Central de Venezuela (UCV), destacó la importancia de la implementación de nuevas tecnologías, especialmente la Inteligencia Artificial (IA) en los programas de investigación sobre biodiversidad.
«La implementación de nuevas tecnologías en programas de investigación es extremadamente útil y necesaria, eso es parte del avance del conocimiento; permiten avanzar muchísimo en la investigación científica, incluso, la búsqueda de datos sobre animales y plantas», afirmó el Dr. Clavijo.
El experto hizo referencia a un estudio reciente de la Universidad McGill de Montreal, Canadá, que demuestra cómo la IA potencia el análisis rápido de grandes cantidades de datos sobre biodiversidad. «Ellos publicaron un artículo sobre Inteligencia Artificial y cómo esta potencia el análisis rápido de una inmensa cantidad de data sobre biodiversidad, lo que permite facilitar los inventarios de esta biodiversidad, en la abundancia o falta de individuos de una población y toda esta data, permite un manejo más eficiente de los ecosistemas, bien sea naturales, agrícolas, urbanos. Además, genera información que puede ser muy fácil para los tomadores de decisiones o implementadores de algún tipo de política ambiental», explicó.
El Dr. Clavijo también resaltó la utilidad de la IA y otras herramientas tecnológicas en el desarrollo de modelos predictivos para plagas en cultivos. «La IA y otras herramientas tecnológicas son muy útiles en el desarrollo de modelos predictivos para plagas a través de imágenes satelitales de cultivos o fotografías aéreas de zonas de cultivo. Es capaz, utilizando tecnología actual, de poder determinar en qué lugar hay ataque de una plaga, luego se necesita de un muestreo en el sitio para determinar las condiciones del cultivo. Determinar niveles de baja fertilización en el suelo, incluso con los drones se puede aplicar directamente, una vez que se den las coordenadas geográficas, la fertilización o fumigación, según sea el caso», detalló.
En este sentido, planteó el ejemplo de los sensores remotos en EEUU y Canadá para detectar la presencia de un escarabajo que ataca los árboles y con fotografías satelitales pueden determinar en qué parte del bosque y mediante el uso de drones poder aplicar el insecticida.
DESAFÍOS ÉTICOS
Clavijo señaló que la ética debe prevalecer y por lo tanto no se debe utilizar la IA para obtener información que no es generada por el investigador sino producida por otros investigadores y tratar de utilizarlas de una manera inadecuada, ya que eso se catalogaría como plagio. «Cosa que está existiendo, inclusive hay una gran cantidad de trabajos científicos que están sustentados en datos falsos, porque ahora aceleramos la búsqueda de trabajos hechos por otras personas, tratarlos de maquillar con datos falsos para que esta pueda dar resultados como si fuera una investigación innovadora», dijo.

En este sentido, aclaró que estas son cosas que han venido pasando desde mucho antes de que existieran estos avances tecnológicos, pero que, sin embargo, ahora es mucho más fácil hacerlo. «Antes había unas 6 copias en bibliotecas de tesis doctorales, ahora no, están en una página web y la IA extrae información de allí», detalló.
El Dr. Clavijo subrayó la importancia de que los investigadores utilicen la IA de manera responsable y ética, respetando los derechos de autor y garantizando la integridad de los datos, algo que consideró «un riesgo», no sólo porque hace más complicado que se respeten los derechos de autor, sino porque hay una manipulación de datos que pudiera distorsionar una investigación.
FUTURO TECNOLÓGICO INCIERTO PARA VENEZUELA
La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse y está transformando el mundo a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, en Venezuela, la adopción de esta tecnología enfrenta grandes desafíos.
«La IA está creciendo a una velocidad impresionante, es uno de los momentos históricos más relevantes para la humanidad; algunos expertos predicen que llegará un momento en que la IA tomará sus propias decisiones, tendrá capacidad de análisis más allá de una simple respuesta, y en el área ambiental será aún más utilizada, incluso suplantando al humano en algunas áreas», afirmó Clavijo.
A pesar del potencial de la IA, el director del MIZA se muestra pesimista sobre el panorama en Venezuela. «Si no se cambian algunas estrategias rápidamente, seguiremos teniendo una brecha negativa muy importante en el acceso a la IA en nuestras instituciones, aunado a los problemas presupuestarios», advirtió.
Las universidades venezolanas enfrentan una grave crisis presupuestaria, lo que dificulta la adquisición de la infraestructura y los equipos necesarios para la investigación y el desarrollo de la IA. «Se necesita una inversión muy grande, y lo más preocupante para mí no son tanto los recursos, sino el talento humano y cada día hay menos, por eso es urgente invertir en la formación de profesionales en estas áreas, de lo contrario, la brecha negativa que tendremos entre nosotros y los avances tecnológicos será cada día más grande», enfatizó Clavijo.
CHIQUINQUIRÁ RIVERO | elsiglo