Investigadores del MIT descubren que los humanos y primates siguen explorando nuevas estrategias, incluso después de aprender la mejor opción. Este hallazgo revela información clave sobre la toma de decisiones y la cognición.

Aprender algo nuevo es una satisfacción. Desde pequeños, a veces nos enseñan que, una vez que encontramos la mejor manera de hacer algo, debemos seguirla sin desviarnos. Sin embargo, la realidad es que incluso cuando sabemos la solución óptima a un problema, seguimos probando alternativas. ¿Por qué ocurre esto? Un nuevo estudio del Instituto Picower del MIT aborda esta curiosa tendencia tanto en humanos como en primates no humanos, revelando que el impulso de explorar parece estar arraigado en nuestro sistema cognitivo.
Investigadores han descubierto que, incluso después de haber aprendido la mejor estrategia para completar una tarea, las personas y los titíes (pequeños primates) continúan ajustando sus respuestas en función de experiencias previas. Publicado en Current Biology, este estudio plantea preguntas fundamentales sobre la toma de decisiones y la flexibilidad cognitiva. ¿Es este comportamiento una ventaja evolutiva o un residuo innecesario de nuestra naturaleza inquisitiva?
El estudio: humanos y titíes frente a la incertidumbre
El equipo del MIT, dirigido por el neurocientífico Mriganka Sur, diseñó un experimento en el que participaron tres personas y dos titíes. La tarea era simple: observar una imagen en una pantalla y reaccionar lo más rápido posible cuando esta desapareciera. A pesar de que los participantes aprendieron rápidamente la mejor estrategia para obtener un buen desempeño, se descubrió que sus respuestas seguían influenciadas por la duración de la imagen en la prueba anterior.
Este hallazgo sugiere que el cerebro no solo usa un modelo de predicción basado en la experiencia general, sino que también ajusta el comportamiento de manera continua en función de experiencias inmediatas. Como explican los autores: «La persistencia de cambios en el comportamiento incluso después de aprender la tarea puede reflejar la exploración como una estrategia para buscar y establecer un modelo interno óptimo del entorno».
El modelo de riesgo y la predicción del tiempo
Uno de los aspectos más interesantes del estudio es la confirmación de que tanto los humanos como los titíes aplican lo que se conoce como el modelo de riesgo (hazard model). Este modelo describe cómo los seres vivos estiman la probabilidad de que ocurra un evento basándose en el tiempo transcurrido.
Por ejemplo, si una imagen ha estado en pantalla durante un período prolongado, la probabilidad de que desaparezca en cualquier momento es mayor. Los participantes aprendieron esta regla con el tiempo, ajustando su velocidad de respuesta de acuerdo con la duración previa de la imagen. Pero lo curioso es que no se limitaron a seguir esta regla óptima, sino que siguieron explorando nuevas variaciones, incluso cuando esto podía llevar a errores.
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SG