En un contexto donde la formación académica trasciende los libros y pizarrones, la Unidad Educativa «La Trinidad» ha asumido un rol protagónico en la construcción de valores sociales. Estudiantes y docentes han convertido las aulas en espacios de reflexión y acción, impulsando proyectos que vinculan el aprendizaje con el servicio comunitario.

Su más reciente iniciativa: apoyar al Taller Especial Laboral (TEL) Josefa Palacios de Ribas, en la ciudad de La Victoria, institución que brinda oportunidades laborales y educativas a personas con discapacidad.

Los estudiantes de La Trinidad no sólo han donado insumos esenciales a las áreas de panificación, procesos químicos y corte y costura del TEL, sino que ha tejido puentes emocionales con sus integrantes.
Para los estudiantes, esta labor va más allá de una actividad extracurricular, es una lección viva de ciudadanía. «Al principio, pensamos en llevar materiales, pero terminamos llevando también nuestro tiempo y corazón», confiesa Keilimar Ramírez, alumna de quinto año.
«Esto nos ha enseñado que ser buen ciudadano no es únicamente cumplir normas, sino entender las necesidades del otro y actuar», añadió.
El proyecto, diseñado como parte de la materia «Proyectos Socioproductivos», busca que los jóvenes identifiquen problemáticas locales y propongan soluciones concretas. En este caso, el TEL, que enfrenta pequeños desafíos en sus talleres productivos, se convirtió en el aliado perfecto.


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Los estudiantes organizaron colectas, gestionaron donaciones y dedicaron jornadas a colaborar en las actividades del taller. «Nosotros no nada más pintamos y trajimos, rodillos, e implementos; sino que además compartimos historias. Muchos de nosotros no sabíamos de la existencia de este taller, y ahora sentimos que es parte de nuestra comunidad», enfatizó Miguel Rivero estudiante.

Empatía como asignatura pendiente
América Madriz, directora del TEL Josefa Palacios de Ribas, destaca el impacto de estas acciones: «Recibir ayuda material es valioso, pero lo que más nos conmueve es ver a jóvenes comprometidos, preguntando cómo funciona cada especialidad o animando a nuestros trabajadores. Eso refuerza su autoestima y nos recuerda que la inclusión es tarea de todos».
Para los docentes de La Trinidad, este enfoque pedagógico responde a un modelo que prioriza la formación humana. «Queremos que nuestros estudiantes memoricen conceptos y aunado a esto que desarrollen sensibilidad social. La empatía no se enseña con teorías; se cultiva practicándola», explica el profesor Luis Ramírez.

El municipio José Félix Ribas, históricamente vinculado a luchas sociales, parece encontrar en estas nuevas generaciones un reflejo de su esencia comunitaria. Mientras los hornos del TEL hornean pan con los insumos donados, los estudiantes hornean algo más intangible, pero igual de vital, conciencia colectiva.
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JV