El avance científico que podría revolucionar la mente humana y ponerla en riesgo

Ya es posible conectar a la Red desde frigoríficos y lavadoras hasta la calefacción, gracias al internet de las cosas y distintos asistentes inteligentes. Ahora, la idea es intentar desarrollar las tecnologías que nos permitan crear esa conexión entre nuestra mente y el ciberespacio, un adelanto con posibles aplicaciones en la medicina y la educación. Aunque también entraña sus riesgos, como el hackeo de nuestros pensamientos. 

El avance científico que podría revolucionar la mente humana y ponerla en riesgo

Preguntémonos esto: ¿qué pasaría si el cerebro hiciera las veces de teléfono móvil, teclado y mando a distancia y se pudiera comunicar directamente con el ordenador? Y, puestos a ser ambiciosos, ¿qué tal si tus neuronas pudieran conectarse a internet? 

Es la pregunta que lleva años haciéndose Adam Pantanowitz, ingeniero biomédico de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo (Sudáfrica). Su proyecto Brainternet consiste en recoger las señales eléctricas del encéfalo mediante un casco con electrodos de electroencefalograma (EEG) y transmitirlas a un Raspberry Pi, un ordenador muy básico de placa única. Este envía los datos a una aplicación que los traduce y los expone en tiempo real en una página de libre acceso en la Red.

El software empleado está dotado de inteligencia artificial (IA) con capacidad de aprender a distinguir a qué acción corresponde cada gráfico cerebral. Así, en la pantalla, no solo vemos las líneas de la actividad eléctrica encefálica, sino también información sobre qué movimiento están haciendo los participantes. “Si las ondas son de determinada manera, sabemos que está moviendo el brazo derecho, el izquierdo o la mano”, explica su creador.

Red cerebral pasiva

Su propuesta, BrainConneCt, es lo que Pantanowitz define como una red cerebral pasiva. “Lo que hacemos es usar el encéfalo como un mero intermediario entre la información y el ordenador”, añade. Podríamos pensar en este sistema como una especie de código morse a través de señales luminosas: 

Un ordenador emite destellos para transmitir un mensaje delante de los ojos de una persona que no hace nada, solo presta su cerebro a la operación. Su córtex visual, la zona del encéfalo que procesa la luz, registra los destellos parpadeantes. Estos datos son captados por un EEG y transmitidos a un segundo ordenador, que descifra el mensaje. BrainConnect puede desentrañar diecisiete símbolos a una velocidad de cuatro segundos por símbolo; y cuanto más relajado esté el sujeto, mayor es el potencial para suscitar una respuesta. Es una prueba de cómo nuestra materia gris puede funcionar como una interfaz, igual que lo haría una herramienta informática.

 También, es una muestra de que pronto será algo normal conectar el cerebro a una máquina. “Ocurrirá antes de menos de diez años”, vaticina Pantanowitz. “Entonces es cuando realmente tendremos que preocuparnos, ya que nuestra privacidad más íntima, la mente, podría ser hackeada”. Brainternet es, como nos confía, una forma de poner la polémica sobre la mesa y de “anticiparnos a los riesgos del futuro que se avecina, para poder prevenirlos”.

No es ciencia ficción

 Lieber es uno de los científicos contratados por Musk para crear su Neuralink, que pretende solucionar este problema. Se trata de “un circuito electrónico capaz de comunicarse con las neuronas y, por sus propiedades mecánicas y su tamaño, ser recibido por el organismo igual que si se tratara de parte de la red neural del cerebro”, explica Lieber en una entrevista en Nautil.us.

El tejido del cerebro puede crecer a través del implante, fusionarse con él. “Cuando se inyecta con una jeringuilla en el encéfalo, es una estructura bidimensional y, una vez dentro, se desarrolla con forma de cilindro”, indica.


Entre otras cosas, este invento “podrá ofrecer información sobre lo que está pasando dentro de la cabeza a nivel biológico muy detallado. Con el escáner de imágenes por resonancia magnética (IRM) podemos ver que algo está pasando en determinada área, pero si quieres tratar una dolencia con precisión, necesitas un punto de vista más celular. Es el poder que tienen los implantes como instrumentos de medida de señales eléctricas”, apunta. Y no es ciencia ficción.

“Ya podemos inyectar los circuitos electrónicos a través de una aguja en el encéfalo, conectar con ellos desde fuera y monitorizar la actividad cerebral”, asegura. Pantanowitz, por su parte, sigue empeñado en alertar a la sociedad de lo que está por llegar. Así, ya ha ideado un experimento en el que es posible manipular el movimiento de los brazos de un individuo a través de impulsos eléctricos enviados al cerebro y orquestados desde un ordenador. Para demostrarlo, él mismo se ha propuesto ser esa marioneta humana.

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el siglo con informacion de:(muyimportante)
SG