Un fósil casi perfecto hallado en Chicago ha revolucionado todo lo que sabíamos sobre el origen del vuelo en los dinosaurios.

Durante más de siglo y medio, el Archaeopteryx ha sido uno de los fósiles más emblemáticos y debatidos de la paleontología. Descubierto por primera vez en 1861 en los yacimientos calizos de Solnhofen, en Alemania, este «dinosaurio con plumas» se convirtió en una figura central para demostrar que las aves descendían de los dinosaurios. Sin embargo, un nuevo y espectacular hallazgo conocido como «Archaeopteryx de Chicago» ha revolucionado la forma en que entendemos la evolución del vuelo.
Este fósil, considerado ya por muchos como el mejor espécimen de Archaeopteryx jamás encontrado, no solo está casi completo, sino que ha sido preservado en tres dimensiones y con una fidelidad anatómica nunca vista. Su descubrimiento ha desvelado detalles nunca antes observados en esta criatura prehistórica, abriendo la puerta a hipótesis audaces sobre cómo y cuándo los dinosaurios alzaron el vuelo por primera vez
Un fósil que parecía anodino… hasta que brilló
El espécimen llegó al Museo Field de Chicago en 2022, tras haber pasado décadas en manos privadas. Cuando los expertos lo vieron por primera vez, apenas era distinguible del bloque de piedra que lo contenía. Sin embargo, tras más de 1.300 horas de meticulosa preparación —combinando escaneo por tomografía computarizada y luz ultravioleta— emergió una criatura casi intacta, con huesos finísimos y tejidos blandos visiblemente preservados.
Lo verdaderamente revolucionario fueron sus alas. A diferencia de los anteriores ejemplares, el fósil de Chicago mostraba tres capas de plumas en lugar de dos. Este tercer conjunto, conocido como «plumas terciarias», conecta el brazo al cuerpo en las aves actuales, creando una superficie de sustentación continua. Su presencia sugiere que el Archaeopteryx tenía una capacidad aerodinámica mucho más avanzada de lo que se creía, aunque probablemente limitada a vuelos cortos, como los de una gallina moderna.
Ni ave, ni dinosaurio: algo intermedio
Aunque popularmente se le conoce como «el primer pájaro», Archaeopteryx no encaja del todo en esa categoría. Conserva muchos rasgos de sus ancestros de dinosaurios: una mandíbula con dientes afilados, una cola ósea larga y una estructura de alas que todavía no permite un vuelo sostenido como el de las aves modernas. Pero con este nuevo fósil, se ha hecho evidente que ya había desarrollado algunas de las herramientas necesarias para levantar el vuelo, al menos durante breves trayectos.
Un retrato más completo del pasado
El nuevo fósil no solo aporta luz sobre la mecánica del vuelo, sino también sobre el estilo de vida de esta especie. Por primera vez, los investigadores han podido observar escamas en los pies, similares a las de las aves terrestres actuales. Esto refuerza la idea de que el «primer pájaro» no era un habitante de los árboles, como se pensaba, sino más bien un corredor terrestre que volaba solo cuando era estrictamente necesario.
Además, el cráneo muestra una configuración incipiente de lo que se conoce como «cinética craneal», un rasgo que permite a las aves modernas mover el pico de forma independiente del cráneo. Aunque primitivo, este detalle anatómico insinúa que ya se estaban sentando las bases para la extraordinaria versatilidad que caracteriza a las aves actuales.
El vuelo como resultado, no como objetivo
Uno de los mensajes más poderosos que deja este hallazgo es que el vuelo no fue un destino inevitable para los dinosaurios con plumas. No todas las especies lo lograron, y muchas se quedaron a mitad de camino. Archaeopteryx, con su combinación de capacidades terrestres y aéreas, fue una especie de «experimento» evolutivo que, aunque limitado, dejó un legado imborrable.
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el siglo con informacion de.(muyinteresante)
SG