Consumirlo en exceso se relaciona con la obesidad y la diabetes, entre otros graves problemas de salud. Unido al abuso de grasas y sal, compone una bomba de relojería que les estalla en la cara a cada vez más personas.

La cruzada particular de la odontóloga Cristin Kearns comenzó en 2007, cuando asistió a la conferencia de un gurú llamado Steven G. Aldana, quien afirmaba que el consumo de té dulce era muy saludable. Para una dentista, esta afirmación resultaba chocante. Nuestras abuelas solían decirnos que el azúcar no es bueno para los dientes, pero Kearns ya sospechaba, cuando trabajaba como directora de una clínica dental que atendía a familias con pocos recursos, que los estragos de las bebidas azucaradas iban mucho más allá y se vinculaban a enfermedades crónicas como la diabetes.
El poder adictivo
DiNicolantonio se muestra más contundente. “Lo que conserva es la sal, no el azúcar. Los fabricantes añaden azúcar para que los alimentos sepan mejor y más gente compre sus productos”. Este experto asegura que esta sustancia posee un indudable poder adictivo, demostrado en estudios con animales. Y sugiere que echemos la vista atrás.
“En la década de los cincuenta, cada estadounidense tomaba, por término medio, casi 38 litros de refrescos al año. Pero en el año 2000 esa cifra se había multiplicado por cinco. Y lo que hemos visto es que los índices de obesidad y diabetes en Estados Unidos se han disparado justo desde los años cincuenta. Es simple. Las grandes multinacionales sacan comidas baratas cargadas de azúcar para que la gente las siga comprando. Desgraciadamente, los beneficios se imponen a la salud”.
Menos de 50 gramos diarios
Asimismo, propone que adoptemos lo que nos recomienda la OMS: la cantidad de azúcares añadidos no debe suponer más de un 10 % del total, lo que equivale a menos de 50 gramos diarios, es decir, unas doce cucharillas, para una dieta típica de dos mil calorías diarias.
Por su parte, Sievenpiper llama la atención sobre el peligro de las bebidas azucaradas. El azúcar que contienen sí que puede causarnos graves problemas. La Fundación para el Corazón y el Ictus de Canadá cita pruebas científicas que asocian el abuso de estos brebajes con problemas de corazón, ictus, obesidad, diabetes y cáncer, entre otras dolencias.
Resulta bastante probable que esa relación se deba en parte a que los grandes bebedores de líquidos dulces suelen frecuentar los restaurantes de comida rápida, pican más entre horas, consumen más calorías, suelen fumar más, hacen menos ejercicio y llevan una dieta por lo general pobre y desequilibrada.
Y es que el menú servido en cualquier local de fast food tiene azúcares añadidos en buenas cantidades, pero también un montón de grasas poco o nada saludables, proteínas de baja calidad, falta de fibra y generosas raciones de sal. De hecho, varios estudios han comprobado que la densidad de obesos y adultos con sobrepeso crece notablemente en los lugares donde se concentran más franquicias de este tipo de comida. ¿Casualidad? Todo apunta a que no.
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el siglo con informacion de:(muyinteresante)
SG