El big bang es la última frontera. Por mucho que observemos atrás en el tiempo, no conseguimos atisbar qué existió antes de ese momento crucial que dio origen a todo. En uno de sus últimos trabajos, el célebre cosmólogo Stephen Hawking planteó una audaz hipótesis: el universo no tiene origen ni fin.

Durante una entrevista en el programa Star Talk, que presenta el director del Planetario Hayden de Nueva York, Neil deGrasse Tyson, el físico Stephen Hawking intentó contestar a una pregunta que no parece tener solución: ¿qué hubo antes del big bang? La respuesta de Hawking, que moriría días después, el 14 de marzo de de 2018, dejó perplejos a los espectadores.
«La condición de contorno del universo es… que no tiene frontera”. Con ello, Hawking quería decir que no existe nada parecido a un antes previo a la gran explosión que dio el banderazo de salida a nuestro universo. No era la primera vez que echaba mano de esa idea. De hecho, ya la había perfilado en su obra «Breve historia del tiempo», de 1988. Irónicamente, no dista mucho de una de las reflexiones del teólogo del siglo IV Agustín de Hipona: “El mundo no es creado en el tiempo, sino con el tiempo”.
Hawking llevaba muchos años lidiando con la existencia de unas peculiares zonas donde la física pierde los papeles: las singularidades espaciotemporales. En el caso de un agujero negro, es ese punto matemático situado en el centro donde, teóricamente, se concentra toda la masa de la estrella colapsada de la que surge. Si se trata del universo, es el momento y el lugar en que se produce el big bang.
En ambos casos, nos encontramos ante una ruptura de las leyes de la física, algo que a los científicos no les entusiasma precisamente. Es más, que el comienzo de todo lo que existe sea, como a menudo se cita, un punto agudo donde todo lo que vemos está triturado en una bola de energía mucho más pequeña que un átomo y luego estalla, es más un problema que una solución. Porque ¿qué había antes de eso?
Para Andréi Linde, astrofísico de la universidad de Stanford (EE. UU.), el hecho de preguntarnos qué hay antes del big bang, que es el principio del tiempo, resulta paradójico. Es aquí donde engarza la propuesta de Hawking: el tiempo, tal como lo conocemos y lo definimos, va perdiendo su significado a media que nos acercamos al momento de la gran explosión.
Las piruetas matemáticas del genio británico consiguen evitar ese incómodo punto de partida. Esto es, podemos retrasar todo lo que queramos nuestro reloj, acercándolo al momento del chupinazo inicial, pero jamás lograremos ponerlo a cero. Como él mismo comentaba en «Breve historia del tiempo», indagar sobre lo que existía antes del big bang es como pensar en si podemos seguir caminando hacia el sur una vez que hemos llegado al Polo Sur: nada ni nadie puso en marcha el cronómetro, porque nunca se llegó a esa situación.
Antes de Big Bang
Antes de la gran explosión, este se habría mantenido en lo que se llama un estado metaestable, esto es, desde el punto de vista energético se encontraba como una pelota en la cima de una montaña: de allí no se mueve si no se produce una alteración que la haga caer rodando al valle, que es un estado más estable. Y eso es justo lo que sucedió y dio origen al big bang.
Esta propuesta nos retrotrae a una similar que el cosmólogo Edward Tryon publicó en diciembre de 1973 en la revista Nature. El título de su artículo lo dice todo: “¿Nació el universo de una fluctuación del vacío?”. Lo que Tryon sugiere es que el cosmos surgió de una fluctuación cuántica que de alguna forma está ahí desde hace miles de millones de años. O lo que es lo mismo, que apareció literalmente de la nada. Ahora bien, ¿eso no viola la primera ley de la termodinámica, que dice que la energía ni se crea ni se destruye?
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el siglo con informacion de:(muyinteresante)
SG