Investigadores descubren que el embarazo puede provocar cambios en el volumen del hipocampo y la amígdala, regiones cerebrales asociadas al estrés y las emociones. Estos hallazgos revelan un posible vínculo biológico con la depresión posparto y podrían mejorar su detección temprana.

La depresión posparto afecta a aproximadamente una de cada siete mujeres tras el nacimiento de su bebé, pero sus causas aún no se comprenden del todo. Un equipo de investigadores internacionales, liderado por el grupo de Neuromaternal del Hospital Gregorio Marañón en Madrid, ha publicado en la revista Science Advances uno de los estudios más relevantes hasta ahora para entender su origen biológico. Los hallazgos sugieren que los cambios en el volumen de la amígdala y el hipocampo durante el embarazo estarían relacionados con el riesgo de desarrollar síntomas depresivos tras el parto.
El estudio se basó en el seguimiento de 88 mujeres embarazadas primerizas sin antecedentes de depresión. Estas mujeres fueron evaluadas mediante resonancias magnéticas en el tercer trimestre de embarazo y nuevamente alrededor de un mes después del parto. Además, se incluyó un grupo control de 30 mujeres no embarazadas, que también fueron sometidas a escáneres cerebrales.
Los resultados revelaron que las mujeres que desarrollaron síntomas moderados o severos de depresión posparto presentaban un aumento en el volumen de la amígdala, una región del cerebro asociada con el procesamiento de emociones y el estrés. Así mismo, aquellas mujeres que percibieron su experiencia de parto como estresante, incluso sin complicaciones médicas, mostraron un mayor volumen en el hipocampo, una estructura clave en la regulación emocional.
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SG