“Las imágenes de la tragedia vivirán en nuestro recuerdo por siempre”

Ayer se cumplieron 35 años del episodio más trágico de la historia del municipio Mario Briceño Iragorry, y por su magnitud, incluso es parte de la lista de los desastres naturales más graves en Venezuela.

Aún quedan lugares que muestran el efecto de la naturaleza

Las pérdidas humanas aún son incalculables, entre fallecidos y desaparecidos, que son recordados cada vez que el cielo se tiñe de oscuro y la lluvia cae sobre el parque Nacional Henri Pittier.

Para muchos maracayeros, las heridas que dejó este evento natural sin precedentes se mantienen frescas en el recuerdo y posiblemente aquel 6 de septiembre nunca dejará de estar registrado en la memoria colectiva de una generación.

La comunidad de Mata Seca, El Progreso, El Limón, La Candelaria y los sectores 2, 4 y 6 de Caña de Azúcar fueron las comunidades más afectadas por la marea de barro y rocas que se desprendió de la montaña, y que dejaron una estela de desolación y tristeza en los residentes de estos sectores.

Ernesto Salgado, conocido como “El Curita”, es el cronista del municipio Mario Briceño Iragorry, y también fue sobreviviente de este evento natural, pues ese día se quedó atrapado entre la montaña y una marea de barro que destruyó la carretera de Ocumare de la Costa. Ese domingo, Salgado regresaba de unos días de vacaciones.

HAY QUE APRENDER DE LA NATURALEZA

Explicó Salgado que este hecho marcó no sólo a los habitantes de este municipio, sino a todos los venezolanos, ya que desde el año 1967, con el terremoto de Caracas, no se había registrado una tragedia de tal magnitud.

El cronista del municipio vivió personalmente esta tragedia

“El mayor número de fallecidos ocurrió en la carretera de Ocumare, debido a una circunstancia especial, finalizaban las vacaciones, había fiesta en El Playón y se estaba cumpliendo con una jornada de visita a los soldados del apostadero naval en Turiamo, esto ocasionó que hubiese una cantidad importante de usuarios en la vía y lamentablemente muchos fallecieron arrastrados o desaparecieron producto del deslave”, apuntó.

Destacó el historiador que este siniestro no era el primero, sólo que este fue el más relevante pues dejó mayores pérdidas humanas y destrucción.

Destacó que ya en el año 1962 se produjeron los primeros registros de deslaves, y se repitieron en los años 1978 y 1987, año en el cual se convirtió en la tragedia que hoy recordamos.

Recordó que “hace dos años se repitió esta situación, sin pérdidas humanas, esto nos da un patrón de periodicidad y una secuencia de que cada tantos años tendremos este tipo de situaciones, ya la montaña sigue degradándose por efecto de la lluvia”.

Indicó Salgado que ciertamente no se pueden evitar estas situaciones, ya que son parte de un patrón natural, por ejemplo, durante el deslave del año 1987 se pudo observar que la acción erosionadora arrasó con toda la corteza de la montaña, esto implicó que los árboles y la corteza fueran arrasadas, mientras que en el evento de hace dos años lo que vimos fueron grandes rocas, que demuestran que el agua ha seguido socavando la montaña.

“Lo único que podemos hacer es prepararnos y educarnos sobre los fenómenos climatológicos y estar preparados, solicitar la reactivación de las estaciones de control”.
Lamentó que “la tragedia de Vargas afectó estos espacios, ya que se acabó el proceso de seguimiento que existía en las estaciones de control pluviométrico. Aquí tuvimos tres estaciones instaladas a raíz de la tragedia, con el apoyo del gobierno japonés, pero fueron desmanteladas con el tiempo”.

EL SENTIMIENTO SIGUE VIVO

“No sólo los sobrevivientes tienen algún sentimiento cada vez que recuerdan estos hechos, también quienes vivieron en otras zonas de la ciudad y del estado se han sentido identificados con estas personas, entre las que me incluyo, que fuimos sobrevivientes y aún guardamos en nuestra memoria estas imágenes”, dijo.

“Me tocó vivir una situación terrible en la carretera de Ocumare, lo que me provoca una sensación de intranquilidad cada vez que voy a viajar, de hecho no puedo viajar si el tiempo está nublado o está lloviznando, ya que me ataca una reminiscencia, que tiene que ver con lo que viví”, señaló “El Curita”.


Añadió que lo mismo ocurre con los sobrevivientes, sus familiares y vecinos de estas comunidades.

La devastación que dejó el deslave sigue en el recuerdo de los habitantes del municipio

“Todo el mundo recuerda lo que estaba haciendo ese día cuando se comenzó a sentir el deslave y mientras la gente se recuerde de eso, es una muestra del efecto que causó esta tragedia, y no importa si vives aún en Maracay o estás en otra parte del país, esta fecha trae en el recuerdo esos momentos de angustia y dolor que vivieron en carne propia o lo vivieron sus familiares o vecinos”, relató.

Recalcó Salgado, que en el fondo nadie olvidará estos eventos, son historias que estarán presentes por lo que ha significado para una población, para una generación, todas las familias tienen una historia diferente de lo que perdieron, de lo que sufrieron y de lo que aún sienten cada vez que se aproxima esta fecha.

EL RECUERDO SE MANTIENE VIVO PERO…

Más de 400 familias se vieron afectadas directamente, perdieron todo; sus enseres, su vivienda e incluso a muchos de sus integrantes, durante muchos años se hicieron homenajes en el lugar de los hechos, se recordaron a cada uno de los ausentes.

De igual forma se celebraban misas, se coordinaban conversatorios donde se ilustraban los hechos, también se arrojaban flores al río, todos estos actos han disminuido y se prefiere seguir por las redes sociales o por los medios de comunicación.

Los testigos mantienen en su recuerdo este lamentable episodio

Para quienes tienen la responsabilidad de preservar la memoria histórica del poblado, tenemos que mantener muy claro que este evento marcó nuestra vida, se hablan de 400, 500 o 600 fallecidos, pero en realidad tenemos que hablar de un pueblo que quedó marcado por los efectos de seis horas de lluvia en la montaña.

¿CÓMO EVITAR PÉRDIDAS HUMANAS?

A juicio del cronista del municipio Mario Briceño Iragorry, es necesario educar a la población sobre los peligros latentes con los que se vive en esta zona, ya que los deslaves son una realidad que está latente en nuestra comunidad.

También te puede interesar: Tragedia de El Limón sigue viva en el recuerdo

De igual forma, solicitar la activación de los sistemas pluviométricos que generen una alerta temprana y permitan a la población evacuar estas zonas y resguardarse en espacios seguros, si la situación no pasa a mayores podrá regresar a sus hogares, de lo contrario seguirán resguardados y seguros.

Así mismo, se requiere invertir en un sistema de alerta temprana para agua y para lodo, ya que los dos tienen características diferentes, “el agua viene arrasando todo su paso, mientras que el lodo viene arrastrando árboles, rocas y muchos elementos que causan destrucción a su paso”, señaló.

Por último, Salgado quiso rendir un homenaje a los que ya no están y que fueron un pilar importante en la comunidad de este municipio como Delfina Arias, Katiuska y Yésica Marín, Carmen Castro, María Lovera, la familia Dugarte, e incontables familias de este municipio que perdieron su vida a causa de esta tragedia.

MAURICIO BOLÍVAR | elsiglo