La espada de Bolívar es uno de esos objetos míticos que todos quisieran tocar y ver de cerca por haber sido empuñada por el mismo Libertador y la cual se ha convertido en un símbolo de lucha y revolución para grupos a lo largo de la historia de izquierda y derecha.
No es una sola espada
¿Pero, en dónde estará la verdadera espada de Bolívar? Es ingenuo pensar que a lo largo de la carrera militar de Bolívar existiese tan solo una espada suya. Debieron haber sido decenas de espadas de su propiedad, algunas de las cuales pudo haber perdido y otras cuantas, obsequiado.
Según los pocos escritos de la época que se encuentran, existe (1) una espada que le fue regalada en Lima, Perú, según el recuento del tomo 28, segunda parte de “Las Memorias del General O’leary”. Dos espadas más aparecieron publicadas en El Papel Periódico Ilustrado de Bogotá, en 1883.
Existe una cuarta espada que se encuentra en la Quinta de Bolívar en Bogotá, de donde fue sustraída en los años setenta por el comando guerrillero del M-19. Una (5) quinta espada fue la que le regaló Bolívar al general Páez en 1826 y éste la entregó 40 años después al arzobispo de Caracas para rendirle homenaje al libertador. Finalmente hay una (6) sexta espada en la Quinta de Los Libertadores en Perú, obsequiada por el presidente Petión de Haiti. En la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta, existe una réplica de la espada de Lima de 1825.
La espada del Perú
Podemos encontrar la crónica sobre la espada que le fue regalada a Bolívar en Lima, Perú, en 1825 la cual es la misma que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mostró con tanto entusiasmo en algunas de sus presentaciones públicas y cuya réplica obsequió a numerosos líderes mundiales. En el 2005, Chávez regaló dos réplicas de ésta al gobierno de Colombia.
Tomado de las Memorias del general O’Leary, tomo 28, segunda parte, página 447:
“Por estos días llego de Lima el coronel Salazar, enviado por el consejo de gobierno a presentar al Libertador y al general Sucre las magníficas espadas y los uniformes con que la municipalidad de aquella ciudad los obsequiaba en señal de su amor y gratitud; espléndido regalo que esa corporación llamaba “pequeña demostración.” Como curiosa muestra de la munificencia de la opulenta Ciudad de los Reyes, copio aquí la descripción de las espadas y uniformes y su costo, conforme a la “razón” que tengo a la vista; así como la contestación que dio el Libertador a la municipalidad.”
“Una espada de oro del largo de una vara y siete pulgadas, guarnecida de brillantes, marcada con las letras S.B. Tres brillantes grandes y cuarenta y dos sobrepuestos, entre los cuales va un brillante grande. Un cinturón bordado de oro en paño grana con 8 hebillas de oro. Va en una caja de madera nueva forrada en seda con su respectivo almohadón. […] Lima 3 de Octubre de 1825.
Contestación del Libertador a la Municipalidad:
“El coronel Salazar me ha presentado la hermosa espada que la M.L. Municipalidad de Lima ha tenido la bondad de ofrecerme, después de haber dado tantas otras pruebas de sus sentimientos generosos y del precio que pone a los esfuerzos que se hacen por la libertad y por la restauración de los derechos de los pueblos”.
“Esta espada, Illmo señor, será el gaje más seguro de mi consagración a la defensa del Perú en todas las épocas que la república quiera aceptar mis servicios. Esta espada me dirá siempre que la ciudad de Lima es digna de ser la capital de la nación más agradecida del universo”.
“S.E. el Mariscal Sucre recibió de mi mano el día de Ayacucho, la espada que US. I. tuvo a bien destinarle como un premio de aquella victoria. El general vencedor ha recibido esta demostración con una efusión de gratitud que nada puede expresar, y entre sus mejores amigos nadie puede llevarnos el paso. Esta protesta la hacemos con toda la sinceridad que debemos a US. I. y al pueblo peruano”.
“Tengo la honra de ofrecer a US. I. los sentimientos de mi consideración y mi respeto.–Bolivar”.
Elaborada por un orfebre de nombre Chungapoma, dirigido por Cayetano Freyre, intendente de Lima. En la hoja de la espada tiene las siguientes inscripciones: “Simón Bolívar, Unión y Libertad” en una cara, y en la otra cara “Libertador de Colombia y el Perú, Chungapoma me fecit en Lima — 1825”.
El regalo consistente de dos espadas, una para Bolívar y otra para Sucre, más dos uniformes, tuvieron un costo de $12.879.69 pesos.
En el libro “Espadas históricas de hombres notables” de 1908, se relata lo siguiente con relación a la misma espada en mención:
“En 1833 las hermanas y sobrinos del Libertador dividieron las prendas y joyas de éste, tocándole ésta espada a su hermana doña Juana Bolívar, de quien pasó después de su muerte a manos de las familias Briceño Palacio y Amestoy Palacio. Esta espada se expuso el 28 de octubre de 1872 en Caracas, junto con los demás objetos preciosos del Libertador”.
“En 1889, el gobierno del Doctor Rojas Paul adquirió esta espada de las familias Briceño Palacio y Amestoy Palacio por la suma de B $120.000 y la destinó al museo de Bolívar, donde se encuentra. […]”
Las espadas del Papel Periódico Ilustrado
En el periódico bogotano Papel Periódico Ilustrado de 1883, se publicó un artículo sobre la espada de Bolívar titulado “Espadas Históricas” junto con una ilustración (Del Papel Periódico Ilustrado, tomo II, 47 y 48).
El trofeo que reproduce en la página las cuatro espadas reproducidas con admirable gusto por el fotógrafo señor Racines y grabadas por el señor Moros, discípulo del señor Rodríguez, despertarán en el espíritu de los colombianos los más gratos recuerdos.
La marcada con el número 2 fué regalada por el LIBERTÁDOR al señor D. Rafael Arboleda, junto con la preciosa carta que dice así:
Japio, 29 de Diciembre de 1829.
Estimado amigo y señor:
Usted ha deseado tener un documento por el que conste que la espada que usé en la campana del Sur de Colombia el año de 1822, es la misma que tuve el gusto de presentar á usted como un gaje de mi estimación y verdadera amistad, en Guayaquil, cuando entré en aquella ciudad en el mes de Agosto de 1822.
Y deseando yo también dejar á usted un nuevo testimonio de toda la consideración y respeto, espero recibirá usted esta expresión con el afecto que le profesa su atento servidor y amigo, Bolívar.
La marcada con el número 4 pertenece al mismo señor General Urdaneta, quien la hubo del señor Félix Sáiz, obsequiada como recuerdo de familia. Esta espada fue la que usó Nariño en su campaña de Pasto.
La marcada con el número 1 perteneció al General José María Córdova, y la conservó en su poder Julio Arboleda.
Las espadas 1 y 4, son espadas de estribo, muy comúnes en aquella época en las tropas de caballería.
La espada número 3, que le fue regalada a Rafael Arboleda en 1822, al parecer se encuentra en algún lugar de Venezuela, pues le fue obsequiada al general Rafael Urdaneta.
Esta espada es una cimitarra inglesa, aunque originalmente de origen árabe, estas cimitarras fueron adoptadas por el imperio británico en la década de 1820, y en 1831 se reglamentaron como las espadas de oficiales de alto rango.
La Espada que recibió del presidente Petion y obsequió al general Jacinto Lara
Esta es una espada que Petion, presidente de Haití, regaló a Bolívar, durante su estadía allí preparando la Expedición Libertadora de los Cayos. Petión se la obsequió con la condición de que Bolívar difundiera los Derechos del Hombre y otorgara la libertad de los esclavos, una vez regresara a Venezuela. El libertador después se la obsequiaría al general venezolano Jacinto Lara por destacarse en las batallas de Junín y Ayacucho.
El siguiente es un extracto de la Revista de la Sociedad Bolivariana, 129-132, pág. 66.
Esta espada acompaño al Libertador y allá en el Sur, en la ciudad de los Virreyes, se quedó hasta la fecha. En el Museo Bolivariano o Museo Nacional de la Historia de la Magdalena la Vieja duerme en su urna de cristal desde hace años, su reposo de espada guerrera.
Jamás volvió a Caracas desde que el Libertador, al salir de Lima en 1825, la regaló al general Lara. Los documentos históricos del Museo limeño la describen como espada-sable cuya hoja de acero tiene 84 cm. de largo y 3,5 cm. de ancho, con algunas decoraciones en ambos lados.
En su empuñadura de bronce aparece el escudo de la República de Haití, la cabeza de un león y otra cabeza más pequeña. El pomo está enchapado en carey. La vaina es de bronce con el escudo de Haití y otros motivos guerreros en alto relieve. Solamente en una de sus caras tiene dos armellas para sujetar con correas al cinto.
Al abandonar el Perú, el general Lara la obsequió al coronel venezolano Pedro Guas, quien era teniente coronel en Ayacucho y cuyo nombre figura en el cuadro oficial de los combatientes de aquella célebre batalla. Pasó luego a poder del coronel Juan Rubina. Por esa época fue reconocida por el general Morán como la espada que Bolívar usaba y que obsequió al general Jacinto Lara.
El coronel Rubina la obsequió a su vez al Conde Don José Carillo y Albornoz, quien la incorporó a su museo en la Calle la Presa No. 685 en Lima, el 3 de octubre de 1867.
A su muerte pasó a manos de su bisnieta, señorita Adelaida Schmidt, quien se casó con el Cónsul general honorario de Haití en Lima, don Víctor Kiefer Marchand, y ambos la obsequiaron al Senado de la República Peruana, en la persona de su presidente Don Roberto Leguía, el 1° de agosto de 1927.
Esta espada se encuentra actualmente en la “Quinta de Los Libertadores”, en el Palacio de la Magdalena, Museo Nacional de Historia del Perú.
La espada de la Quinta de Bolívar
La espada de la Quinta de Bolívar se hizo famosa al ser sustraída del museo por el desaparecido grupo guerrillero de Colombia, M-19, en el año 74. La historia de esta espada es más complicada, pues no hay registro alguno sobre ésta o algún tipo de certificación que lo confirme. El gran misticismo y fama que creció alrededor de esta espada se debe más al tiempo que estuvo desaparecida y a la incertidumbre de poderla recuperar.
En la actualidad, la espada tuvo un nuevo evento, esta vez en la ceremonia de investidura del presidente electo de Colombia Gustavo Petro realizado en la plaza Bolivar de Bogota.
El primer acto de Gobierno realizado por el mandatario Colombiano fue ordenar que la espada del Libertador Simón Bolívar, «un símbolo de su lucha guerrillera y luego política», fuese llevada a la tarima donde tenía lugar el acto.
“Como presidente de Colombia solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar, una orden del mandato popular de este mandatario”, afirmó Petro poco después de jurar el cargo y recibir la banda presidencial, en medio de una ovación de la multitud que asiste al acto.
Petro, que en su juventud militó en el M-19, la espada tiene un gran valor simbólico, y por eso quería que estuviera en su acto de investidura, junto con la escultura de la paloma de la paz, creada por el maestro Fernando Botero para la firma del acuerdo de paz con las FARC, en 2016, pero el Gobierno de su ahora antecesor, Iván Duque, no se lo permitió.
La espada de Páez
En 1827, Bolívar regaló una espada al general Páez como símbolo de reconciliación ante la intención de Páez de separar a la Gran Colombia. Páez en agradecimiento hizo la siguiente proclama:
“¡La espada redentora de los humanos! Pero ella en mis manos no será jamás sino la espada de Bolívar: su voluntad la dirigirá, mi brazo la llevará.
Conciudadanos: la espada de Bolívar está en mis manos; por vosotros y por él iré con ella a la eternidad”
En febrero de 1842, Páez le pidió al Congreso en una declaración que se rindiera el homenaje respectivo al libertador y se trasladaran sus restos a Venezuela y se erigiera un monumento en su honor.
El general Páez comenta lo siguiente en su autobiografía:
“El 30 de Abril del mismo año se decretaron honores públicos á la memoria de Bolívar, y yo tuve la gloria de haber presidido en aquellas ceremonias que reunían a la grave solemnidad de un duelo la majestuosa pompa de un triunfo.
Finalmente el año de 1866, he enviado al Arzobispo de Caracas, para que fuese colocada sobre la tumba del Libertador, la espada que él me regaló en el año 27. ¡La espada redentora de los humanos! ¡Preciosa reliquia que he tenido en mi poder por más de cuarenta años!” [Autobiografía del general Páez].
Como lo menciona el general Páez, esta espada la envió al arzobispo de Caracas, desde Nueva York, en 1866, para que fuera colocada sobre la tumba de Bolívar, que en aquel entonces estaba en la capilla de la Santísima Trinidad.
elsiglo con información de MV