Embajada de México recordó el legado de Benito Pablo Juárez García

La Embajada de México conmemoró recientemente el 150º Aniversario Luctuoso de quien fuera llamado el padre de la reforma, el hombre del progreso, el apóstol de la Igualdad, el benemérito de las Américas.

Benito Pablo Juárez García, nacido en San Pablo Guelatao, Oaxaca, fue abogado, político, gobernador de su estado y presidente de la República Mexicana, el primer presidente de origen indígena, del pueblo zapoteca, binizá, de “la gente que vino de las nubes”.

México le confió su destino en tres ocasiones, otorgándole con ello, el reconocimiento a su compromiso con la causa de la democracia y de la independencia. Su contribución durante los años en la presidencia de México es una parte sobresaliente de nuestra historia, destacando su entrega a ideales de justicia social.

Juárez, se esforzó en llevar a la práctica el ideario liberal, dictando leyes para hacer efectiva la reforma agraria, la libertad de prensa, la separación entre la iglesia y el Estado y la subordinación del ejército a la autoridad civil; es considerado el impulsor de la 2a. Transformación del México independiente.

Juárez, es ejemplo como otros en nuestro continente, del patriota que se hace uno solo con su pueblo, que enfrentaron con firmeza, lealtad y heroísmo, las guerras de despojo y dominación imperial; supo liderar, con sus ideas y su ejemplo, a los patriotas civiles y militares que en medio de inmensos sacrificios derrotaron al ejército invasor que atentaba contra la soberanía nacional.

El 18 de julio de 1872, la nación mexicana y el mundo entero estuvieron de luto al enterarse del deceso del presidente Juárez, quien no es solo una gloria de su patria, sino un bastión de honor para la humanidad.

México aspira a un mundo sin violencia. Los tiempos convulsos que vive la humanidad nos permiten percibir el nacimiento de un nuevo orden mundial; los pueblos latinoamericanos y caribeños habrán de ser un referente para que nuestra región sea un espacio político y cultural libre de amenazas y de todas las formas de violencia.

Por ello, a 150 años de la muerte del Benemérito, su apotegma sigue teniendo vigencia: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la Paz”.

Su vida ejemplar como hombre de principios mantiene viva la dignidad de mexicanas y mexicanos y es un faro de luz que junto a Simón Bolívar y José Martí iluminan el camino de los pueblos de América Latina y el Caribe que se esfuerzan por la unidad continental, y por un desarrollo justo, libre e independiente.

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