Buhoneros de Turmero resurgen en medio de la crisis

Luego de que el Gobierno Nacional flexibilizara las medidas restrictivas impuestas durante la pandemia, muchos emprendedores han vuelto a resurgir a través de la economía informal y Turmero no escapa a esta tendencia.

Efectivamente, los vendedores informales poco a poco han ido retornando a sus puestos de trabajo, en este caso en el centro de la ciudad de Turmero, municipio Santiago Mariño, para tratar de retomar su antiguo oficio con fuerza.

Uno de estos trabajadores es Maikel Ozal, quien tiene 5 años vendiendo hallaquitas y ahora ha venido incursionando con las arepas. A pesar de que los dos años de pandemia radical nunca dejó de trabajar, afirmó que las ventas bajaron tanto que prácticamente significó el fin de este sustento.

Este joven es padre de familia y con la venta de hallaquitas y arepas ha logrado mantener su núcleo familiar, y en esta oportunidad ha hecho combos para ser más llamativas sus ofertas. En concreto ofrece dos arepas más un jugo por 10 bolívares o 2 hallaquitas más un jugo por 1 dólar.

«Mis clientes normalmente son los mismos vendedores informales, camioneteros y comerciantes, por eso no tengo un punto fijo en el cual me paro a vender», señaló Ozal.

Este vendedor explicó que se despierta entre 5 y 6 de la mañana y tarda al menos una hora en preparar todo lo que va a vender en el día. Normalmente hace 40 arepas diarias, mientras que ha dejado de hacer hallaquitas porque no consigue las hojas de maíz. Sus comienzos fueron poco a poco pero hoy sus ventas le dan lo suficiente para mantener a su familia.

Otro de los que sale bien temprano a trabajar es José Alberto Quitian, quien tiene más de 8 años vendiendo café en las calles de Turmero. «Con la pandemia las ventas bajaron notablemente, pero no me quejo porque desde que me dediqué a esto ha sido mi sustento e incluso he podido ayudar a los demás. Siempre le doy gracias a Dios por estar a mi lado y darme salud para seguir trabajando».

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Quintian todos los días se despierta desde muy temprano para preparar sus 5 o 6 termos de café y café con leche, y regresa a su casa a las 6 de la tarde con todo vendido, «este año las ventas han mejorado pero nunca me he quejado porque siempre tengo para comer. La ventaja de ahora es que hay más efectivo en la calle, y sino me bandeo con el pago móvil, o incluso hasta créditos doy».

BUHONEROS PIDEN RESPETO

La venta informal en el centro de Turmero al parecer está reglamentada, por lo que los buhoneros que deseen colocarse en alguna de estas calles debe solicitar un permiso previo.

Gisela Escalona, junto a su esposo, tienen 15 años vendiendo dulces andinos tradicionales, e informó que la Policía Municipal desde el lunes lo ha venido sacando del sitio donde se instalan.

«No es justo que nos saquen solo porque no somos del municipio, si cuando existía la asociación de dulceros aquí nosotros estábamos en ella, solo pedimos que nos dejen trabajar. Si debemos registrarnos para poder colocarnos en un espacio determinado, lo hacemos, pero que nos digan a dónde acudir, porque es la primera vez que nos pasa esto», dijo.

Escalona solo pide respeto ya que son fabricantes de estos dulces, «lo que hacemos es que nuestras tradiciones sigan intactas, por eso si hay que cancelar algún impuesto, estamos dispuestos en hacerlo, pero que nos dejen trabajar».

KARLA TRIMARCHI | elsiglo
fotos | LINO HIDALGO