A los Venezolanos en el extranjeros también les tocó emprender

Ecuador es un país pequeño, conformado por un poco más de 17 millones de ciudadanos, y conocido como el país de los cuatro mundos ya que en él están presentes las regiones de Sierra, Costa, Amazonía e Insular o Galápagos, por lo que es considerado uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo.


Y es tal vez esta diversidad lo que ha atraído tanto a turistas como a migrantes de varios países. En el caso de la migración venezolana, Ecuador alberga una cantidad considerable de personas que han decidido explorar nuevos destinos, más de 400 mil connacionales se encuentran radicados en las 28 provincias que conforman a esta nación.


Con una economía dolarizada desde el año 2000 y un índice de inflación anual en este 2022 de 1.94%, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), ha hecho que sea un destino elegido por muchos venezolanos a la hora de emigrar y conseguir un mejor futuro tanto para ellos como para sus familiares, quienes mes a mes se benefician de las remesas enviadas a Venezuela.


Y en este devenir o cambio en la vida de miles de venezolanos que salieron de la patria que los vio nacer, se encuentran los emprendedores, pues no muchos tuvieron la suerte de llegar a este país y conseguir un trabajo con paga mensual, sino que tuvieron que ingeniársela y dar todo de sí para salir adelante y no fallar en el intento.

LANIS MORENO, EMPRENDEDORA TACHIRENSE


Desde un pueblo llamado Hernández, del estado Táchira, llegó a la ciudad de Quito la emprendedora Lanis Yumairi Moreno González, un 15 de julio del año 2018.


Cuenta que desde que estaba en Venezuela tenía en mente llegar al Ecuador y trabajar de manera conjunta con su esposo. En los inicios, su pareja distribuía pollos en los locales de la ciudad pero no le fue bien en esa actividad, por lo que comenzó a hacer otro tipo de ventas como comercializar almohadas.


Señaló Lanis que en la primera semana de haber llegado a este país, sufrió la pérdida repentina de su padre tras sufrir un infarto, lo cual causó en ella una crisis depresiva por no haber podido darle el último adiós a su padre, manteniéndose encerrada en su cuarto por 15 días.


“Una vez mejorada de ánimo me puse a pensar que tenía que salir del encierro y hacer algo, y me dediqué a vender hallacas venezolanas.

Primero me compré una olla grande aquí y de Venezuela yo me había traído una cocinita de dos hornillas que me ayudó mucho para hacer las hallacas”, manifestó.


Al principio, tal como ella rememora, “me daba mucha pena y hasta con nerviosismo ofrecer mis hallacas porque tenía que dejar a mis dos hijos en la casa mientras yo salía a vender. Me acuerdo que hice 35 hallacas para comenzar, metí 20 en una bolsa dentro de una olla y me fui a la Loma Grande en el centro histórico. Ofrecí en las tiendas y nadie me compraba, hasta que una señora me compró y después de tanto caminar las fui vendiendo todas en solo una hora. Regresé a la casa a buscar 15 más y vendí otras 10, por lo que me fue súper bien en mi primera jornada de vendedora de hallacas. Luego al paso de los días ya tenía clientela fija en el sector de La Ronda, a quienes les llevaba jueves, viernes y sábado, aparte que también les vendía golfeados”, dijo.


Señaló esta incansable mujer tachirense que la suerte le acompañó un día pues “conocí a un señor filipino llamado Arnold. Él tenía un restaurant en La Ronda y esa vez me compró todas las hallacas que llevaba en la cava y se las regaló a todos sus empleados. Una se comió él. Le gustó tanto que siempre me compraba la casi totalidad de mis hallacas, y así fue que iniciamos una bonita amistad, tanto conmigo como con mi esposo”, señaló.


Cuenta Moreno que gracias a esta amistad surgida con el señor Arnold, él le propuso ayudarles para iniciar el negocio de la pastelería-panadería, “por medio de su ayuda compramos un horno de tres latas, una vitrina, una amasadora y unas mesitas. Él nos prestó para ese entonces 4.200 dólares y en un año de trabajo se los pagamos. Claro, él se venía con nosotros al local desde la mañana hasta caer la noche, y bueno, así fue como se dieron las cosas y se pudo levantar este negocio que tengo ahora que es la panadería Gran Venecia”, dijo de manera orgullosa.


Comenta Lanis que le gusta mucho Quito porque se parece bastante a Mérida, por su frío y por sus paisajes. Aunque no deja de pensar en Venezuela “porque Venezuela es lo más hermoso que hay”, concluyó.

TORTAS RAULITO: POSTRES CON SABOR VENEZOLANO


Del estado Falcón, de Paraguaná específicamente, es este emprendedor creativo. Su nombre: Raúl José Cuauro.


Este falconiano de 43 años se dedicaba a la ingeniería mecánica a través de una Consultora que prestaba servicios a Pdvsa y conformaba la plantilla de personal contratado. “Debido a la situación del país, a los bajos salarios profesionales emigré a Quito el 3 de agosto de 2017.

Vine para acá para conseguir una mejor calidad de vida para mí y para mi mamá. A quien al principio la dejé sola en Venezuela, pero a los tres meses tuve que regresarme a buscarla porque estaba presentando un comportamiento extraño debido a una depresión. El viaje fue una odisea pues hasta el bus nos dejó botados en plena carretera de Colombia porque no quería entrar al Terminal, y con mi mamá y ese poco de cosas que traíamos nos montamos en un camioncito de la Sonora Dinamita, la cual nos hizo el favor de dejarnos en el Terminal. Allí agarramos un bus y en una de las paradas que hizo el chofer me bajé a comprarle agua a mi mamá para que se tomara sus medicinas. Cual sería mi sorpresa que cuando regresé ya el bus no estaba y tampoco mi mamá, eso fue demasiado desesperante. A la final conseguí al bus y a mi mamá con una crisis de nervios. Luego seguimos nuestra travesía y llegamos por fin al Ecuador”, contó el señor Cuauro.


Manifestó que para mantenerse y hacer algo de dinero empezó a vender cajas de regalos a las floristerías, “pero después mi mamá se enfermó de una hemorragia y tuvieron que operarla de emergencia. Ya en ese tiempo estaba con mi idea de desarrollar el
emprendimiento de dulces venezolanos. Fue duro, porque yo no sabía hacer nada en la cocina ya que mi mamá era la que hacía todo. Luego conseguí el libro de receta de mi abuela materna a través de una tía, hermana de mi mamá, donde salía cómo preparar las catalinas, y luego aprendí a hacer más postres venezolanos”, indicó.


Luego fui incorporando las otras tradiciones como la chicha venezolana, la torta de auyama, de pan y las conservas de dulce de leche. También hago el suero venezolano siendo parte esencial de Tortas Raulito, que a través de un cochecito de basura lo fui acondicionando como muestra de reciclaje y hacer un tipo de gastronomía urbana al frente de la Plataforma Gubernamental, en Quitumbe, al sur de Quito.
Señaló que hoy en día, los venezolanos que tienen muchos años en el Ecuador sin probar las tradiciones gastronómicas venezolanas, ya tienen este puesto como una parada fija, “y muchas veces hasta lloran porque aquí yo los recibo con música venezolana y se sienten como en casa”.


A Cuauro, lo tienen acompañándolo en su carrito una insignia de la bandera venezolana y la del Ecuador “unidos en una mano con nuestro señor Jesucristo, como muestra de hermandad. Tengo también al Tío Simón como imagen simbólica de nuestra cultura venezolana. Al doctor José Gregorio Hernández y fotografías de la entrada de Punto Fijo que es alusiva a Paraguaná estado Falcón. Allá resido en la costa de Amuay, ahí está mi casa que extraño mucho porque está ubicada en una loma y tengo la playa abajo. También extraño a mis vecinos y bastantes familiares”, dijo con nostalgia.


Explicó el entusiasta emprendedor que sus productos también los distribuye a otros venezolanos que quieren ganar algo de dinero.
“Los postres de Tortas Raulito llevan impreso el logo y cada tradición lleva un sticker, labor que hago yo solo pues no tengo un equipo de trabajo. Busco los ingredientes, fabrico todo de forma artesanal, empaco, distribuyo y atiendo la red social haciendo la comercialización. Asimismo, temprano antes de salir a hacer mis labores, atiendo a mi mamá”.


Indicó que tanto los venezolanos como los ecuatorianos le conocen como el venezolano del sur “porque casi siempre las personas que vienen acá son gente de Quito, por lo tanto vengo a ser como una referencia para ellos”, dijo para finalizar.

JOSÉ LUIS ZERPA DÍAZ: “Llegamos a Quito con mucho ánimo de trabajar ”

Este licenciado en Ciencias Policiales y profesor de Educación Integral, nos hizo un recorrido de lo que fueron sus inicios como inmigrante en el Ecuador.


“Yo llegué el 14 de junio de 2016, primera vez que emigraba y con el ánimo de hacer todas las cosas legales, sacamos una visa la cual si te ibas a instaurar aquí en el país o radicarte por más de 6 meses, tenías que solicitar la llamada visa convenio. Llegamos con mucho ánimo de trabajar. Trajimos poco capital y siempre nuestro norte fue invertir en un negocio”, explicó.


Zerpa contó que al principio trabajó en un hotel multifuncional en esta ciudad quiteña “y nos tocó vivir arrendados así como todo el mundo. Nos tocó emprender luego de un año cuando ya teníamos algo ahorrado y ahí decidimos ya no trabajarle a nadie. Empezamos con una
tienda de barrio para ser nosotros mismos los administradores de nuestro negocio. Y así hicimos desde el 2017”, manifestó.


Dijo que al principio “no se vendía mucho, por lo que no nos rendimos rápido y nos dimos ese tiempo en que el negocio fuera fructífero. Mi esposa aún no estaba conmigo en el local ya que estaba trabajando en un colegio privado como profesora de química, pero total nos fuimos enfocando cada día más en nuestro negocio con mucho esfuerzo y dedicación. Ahí fue donde empezamos a ver el crecimiento de nuestra tienda en la Loma Grande, en el Centro Histórico, ya que esta zona es bastante comercial”.


Indicó que ellos fueron pioneros en traer mercancía contentiva de productos venezolanos. “Productos que añoran nuestra gente venezolana y eso fue una fortaleza para que levantaran más las ventas, ya que en los años 2018 y 2019 hubo una ola de emigrantes impresionante y fueron los años más fructíferos. Y aquí estamos, ya con dos locales gracias a Dios”, afirmó este emprendedor.


Recordó que en marzo de 2020 cuando comenzó la pandemia “ fuimos prácticamente arrollados por este desastre sanitario y de ahí en adelante nos ha tocado sobrevivir. Afortunadamente ya nosotros teníamos nuestros negocios bastante sólidos y fuimos unos de los pocos que quedaron vivos, pues muchos cerraron o quebraron pero hasta el sol de hoy estamos aquí trabajando con nuestro emprendimiento de venta de víveres. También hemos dado plazas de trabajo directas e indirectamente lo cual ha sido algo también satisfactorio para nosotros”.
Para finalizar manifestó Zerpa que pensando como toda persona que ha salido de su país, y en especial de Venezuela, “tal vez en un futuro o cuando llegue el momento puede ser que uno se vaya, pero siempre haciéndolo por la puerta grande. No desecho la posibilidad de irme a mi país y emprender en mi país, pero por ahora en este instante no creo”, indicó este caraqueño radicado en Quito desde hace seis años.

YANIRA CEDEÑO | elsiglo