Familia palestina enfrenta los desalojos atrincherados con gasolina

La familia palestina Salhiya continúa desde ayer atrincherada con bombonas de gas y gasolina en su casa de Jerusalén ante una orden de desalojo, el último acto de desesperación por las constantes amenazadas de expulsión que enfrentan los palestinos en la parte este de la ciudad ocupada por Israel.

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FOTO: REFERENCIAL

La Municipalidad ha confiscado las tierras de la familia para construir una escuela: “Una excusa”, valoró hoy a Efe el propietario de una de las viviendas, Mahmud Salhiya, y advirtió de que “harán explotar la casa” si se ejecuta, después de que ayer las autoridades israelíes derribaran parte de la parcela.

“Ahora su excusa es construir colegios pero lo que quieren es tomar el control total del barrio de Sheij Yarrah”, un céntrico vecindario en el que al menos 70 familias palestinas están bajo amenaza de expulsión.

Son más de 200 en todo Jerusalén Este ocupado, porque organizaciones colonas reclaman la propiedad de sus viviendas de antes de 1948. en pos de servicios públicos como parques y escuelas, o por haber construido ilegalmente, por lo que muchos derriban sus propias casas para no tener que asumir el coste de la demolición, otra medida desesperada antes de perderlo todo.

EL CASO DE SHEIJ YARRAH

“Quieren hacer que los residentes judíos (hoy más de 200.000) sean más que los residentes árabes (unos 370.000)”, valora Mahmud sobre el objetivo en esta zona ocupada, con la orden de demolición que recibió a principios de este mes. La casa colindante, de su madre, también está afectada por la construcción de la escuela.

La Policía israelí llegó ayer lunes sobre la siete de la mañana y acordonó la calle, mientras la familia se atrincheró en el tejado con bombonas de gas y gasolina. Tras el derribo de parte de la parcela, incluido un vivero, la Policía se marchó por la noche, pero hoy los materiales para incendiarla seguían allí.

Efe consultó a la Municipalidad por la situación del desalojo, que delegó en la Policía de Distrito, y esta a su vez en la Alcaldía, por lo que no ha trascendido información oficial sobre una posible negociación.

Mahmud cree que las autoridades israelíes volverán porque el largo proceso judicial sobre su desalojo, que comenzó en 2017, continúa abierto.

El inminente desalojo de otras cuatro familias palestinas de este mismo barrio, que visibilizaron los jóvenes gemelos Mohammed y Muna al Kurd, generó tal movimiento de protestas el pasado año que derivó en la escalada bélica con las milicias palestinas de Gaza en mayo.

DE LAS AUTODEMOLICIONES A LA AUTOINMOLACIÓN

“Ya fuimos desplazados de Ein Karem (una villa de la parte oeste de Jerusalén) en 1948 y luego en 1967 y no volveré a ser expulsado. ¿Adónde debemos ir mi familia y yo?”, reclama Mahmud sobre la condición de refugiados que tienen gran parte de los residentes de este vecindario.

“Hace tiempo sí tuvimos miedo, cuando nuestras familias fueron expulsadas. Ahora quieren volver a hacerlo en 2022, como lo que ocurre en Jerusalén y Cisjordania”, valora Mahmud. extrapolando su caso a la larga historia entre palestinos e israelíes y al incremento de desalojos y demoliciones de los últimos años.

El pasado año, más de 902 estructuras fueron derribadas sin contar las que los propios palestinos demuelen cuando reciben órdenes de desalojo para evitar pagar los gastos de la demolición a Israel, al que están obligados por construir ilegalmente.

Según la ONU, 54 palestinos destruyeron sus propiedades solo en 2021. Las organizaciones internacionales denuncian reiteradamente que estos no consiguen permisos israelíes cuando los solicitan para poder edificar sus viviendas con arreglo a las normas.

“Llevo años en las cortes, las cortes de la injusticia. Los tribunales israelíes pertenecen a los colonos. Consiguen lo que quieren”, resume Mahmud el sentimiento compartido por los cientos de palestinos en procesos judiciales por desalojo.

Su falta de perspectiva le ha llevado a amenazar con hacer explotar su casa con sus quince miembros dentro.

“¿Miedo a morir? Muero cada día. Nosotros morimos cada día. No puedo dormir, solo duermo los viernes porque los sábados (día de descanso judío) no hay tribunales israelíes o policía. Pero cada semana estoy lleno de ansiedad y miedo por lo que pueda pasar”, expresa.

EFE