Hay pacientes en la sala de espera, en cuidados medios o en quirófano; pero el grupo más numeroso está en la puerta de salida, todos recuperados y listos para regresar a la vida.
Es la escena de un hospital, pero no uno cualquiera: es el Hospital de Peluches de Venezuela, donde «sanan» y reciclan juguetes para volver a arrancar sonrisas.
Desde su creación en 2017, han atendido a más de 25.000 muñecos de felpa y muñecas usadas a las que bañan, peinan; visten, reparan, cosen y ajustan para luego regalar a niños en hospitales, casas hogar, zonas vulnerables y fundaciones de todo el país.
Pero no solo es regalar juguetes, sino que se trata de enseñar los valores de dignificar, dar y reciclar.
«Soy un peluche con experiencia, pues jugué con otro niños. Quiéreme y cuídame que yo haré los mismo contigo. Cuando seas grande, regálame a otro niño que me quiera y juegue conmigo como tú«, es el mensaje que lee cada niño que recibe un juguete del Hospital de Peluches.
Hospital de Peluches y los niños
Lilian Gluck es la artífice de esta fundación, educadora de profesión y la que aporta una función pedagógica al proyecto que combina el reciclaje con la labor social de dar alegría a quienes la necesitan.
La idea surgió mientras arreglaba su casa y decidió donar los peluches de sus hijos.
Lili Salama, una psicóloga que lleva cuatro años como ayudante en el hospital y que destaca la pluralidad y coexistencia que permite este espacio, en el que devuelven dignidad a los juguetes, para recordarle a cada niño lo que merece.
«Tenemos varios mensajes, pero creo que el más importante es que cada uno es digno; que cada persona tiene que ser tratada con respeto, que puedes dar alegría al otro», concluyó.