Venezuela celebra hoy el Día del Docente Universitario

En Venezuela se celebra cada 5 de diciembre, el Día del Profesor Universitario, para conmemorar la aprobación de la primera Ley de Universidades después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y de exalta la labor de quienes forman a los ciudadanos profesionales de la Patria.


Aunque la fecha no es propicia para describirla como una celebración, por lo concerniente a la situación que atraviesa el país, por circunstancias inducidas o no, en lo económico, hoy se reconoce el esfuerzo de cada docente universitario de las distintas Casas de Estudios -públicas y privadas- quienes han tenido que sortear vicisitudes y consolidar sus habilidades dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje -ceñidos a la creatividad- para continuar con sus labores de formación del recurso humano futuro de Venezuela, y también del mundo.

Posiblemente algún sector del país coincidirá sobre la falta de motivación para conmemorar el día; otro estará de acuerdo en hacerlo; unos lamentarán la crisis por las necesidades y carencias, y algunos, con seguridad, subrayarán todos los esfuerzos cotidianos para seguir promoviendo conocimiento. Pero con seguridad, en medio de la posición emocional, todos y todas coincidirán en la loable labor que cumplen o cumplieron (los jubilados), especial, en el intercambio de saberes, en la formación permanente, sobre sus experiencias dentro y fuera del aula de clase, sus anécdotas, sus luchas contra las arbitrariedades, y porque no, recordar a quienes no están y fueron ejemplos dignos de imitar.

“Fue mi sueño”, asegura el profesor jubilado Wilmer José Méndez (Titular a Dedicación Exclusiva), quien ejerció por 27 años la docencia en la Universidad de Carabobo, Núcleo La Morita.

“Desde muy chico, me gustaba enseñar a mis compañeros de la infancia, claro no poseía técnicas apropiadas, pero sí un don de aprendizaje; aprendí a leer desde muy temprana edad, a los 5 años, y en una de esas lecturas entendí que debía seguir mi sueño, por supuesto lo hice y logré ser docente universitario, un rol apasionante y cuando lo eres en la misma universidad que te formó no tiene valor”, comenta, quien es contador público de profesión, egresado de la UC.

“Hay múltiples razones que justifican y gratifican la docencia, empero, ninguna puede tomarse de forma aislada, funcionan en conjunto. Me atrevo a mencionar tres muy relevantes, como son la vocación, otro el humor, y por último, la satisfacción de la misión cumplida, que el estudiante al que contribuiste en su proceso formativo alcance las metas que se planteó cuando entró en la Universidad, en graduarse y dar todo, aplicando sus conocimientos en pro del país”, recalca.

Méndez describiendo sus funciones por más de dos décadas se refiere a la relación docente-estudiante. “En diáfanas y claras palabras debe existir, el respeto tanto de los estudiantes como del profesor en todos los aspectos del desarrollo de la actividad académica. Lo que opinan profesores y estudiantes en una aula debe ser manejado con criterios de discusión de altura, hasta llegar a conclusiones compartidas para tomar de decisiones efectivas; en definitiva, el estudiante debe sentir en todo momento que el profesor con la autoridad que representa tanto en el aula de clases como fuera de la misma, se sienta valorado y que sus opiniones le permiten crecer desde su aprendizaje”, aseveró el profesor jubilado (cohorte 2015), quien también cumplió las funciones de jefe de la cátedra de Costos.

Para la profesora Belén del Carmen Tovar de la Universidad Bolivariana de Venezuela, Eje Regional José Félix Ribas (Aragua), asumir como docente universitario es tomar la responsabilidad de la formación permanente, “en la investigación activa, como compromiso de la patria y con el futuro de la sociedad”.

“Somos estudiantes eternos, debemos serlos, sentirlo, creer realmente que es una responsabilidad de formación permanente y con sentido, que de respuesta a las necesidades sentidas. No es estudiar cualquier cosa, sino lo que se requiere para darle respuestas coherentes a los estudiantes, muchas veces ávidos de nuestros aportes, por recibir información, por adquirir conocimientos”, destaca.

Tovar señala con énfasis que es un rol con compromiso para desarrollar hábitos intelectuales, éticos y morales. “No podemos ser meros repetidores informantes, tenemos la responsabilidad de motivar el pensamiento crítico, la escucha respetuosa y comprensiva, pero además debemos ser capaces de decir que no cuando se requiere. El docente universitario es un guía por naturaleza, es un líder, y debe tener claridad de sus habilidades, sus destrezas, actitudes y aptitudes para el trato con el otro, en atención incluso con la semiosis institucional; ser profesor involucra emociones, sentimientos, pasiones”, asegura la profesora del PFG en Gestión Social para el Desarrollo Local, quien por más de cinco años estuvo al frente del Programa de Formación Avanzada en el mencionado Eje Regional.

Sobre el trato que en la actualidad reciben los docentes universitarios, la docente detalla que hay diferentes escenas, “porque podríamos verlo desde cómo nos trata la institución en la cual trabajamos, cómo lo hacen los estudiantes, así como nuestros pares docentes, incluso, cómo nos trata la sociedad”.

– El trato puede comenzar, en cómo nos ven en la actualidad, cómo se percibe ese ser humano que se dedica a desarrollar hábitos, destrezas, pensamiento crítico en el otro, a estudiar aun contracorriente, muchas veces sin los medios, sin cubrir sus propias necesidades básicas, pero seguimos presentes, dando lo mejor de sí, aportando, contribuyendo, apoyando; cada una de esas esferas se pueden ver desde diferentes matices.

“Desde los estudiantes siempre he sentido un trato respetuoso, cariñoso, amable, muchas veces los estudiantes suelen verlo a uno como más fuerte de lo que realmente es, o es muy exigente, son las percepciones que pueden tener de uno de acuerdo a las unidades curriculares que asumimos en los compromisos que le corresponde en cada uno de los tramos”, afirma.

El profesor Pedro Alejandro Acosta, con más de 25 años de experiencia en el Campus Cagua de la Facultad de Ingeniería de la UCV, el rol del docente “es una labor que contribuye con la formación de los profesionales que forjarán el futuro mediato de nuestra nación. De hecho, cada país es un reflejo de cómo funcionan sus principales universidades; más que una profesión, siento honor y una gran responsabilidad”.

En relación a las condiciones en las que actualmente trabajan los docentes universitarios, precisó que la gran mayoría de las universidades públicas carecen de instalaciones apropiadas para el correcto funcionamiento de la actividad formativa. “Para muestra un botón; en el Núcleo de Cagua de la Facultad de Ingeniería de la UCV, donde laboro, el vandalismo ha sido tal que hasta hurtaron parte de los techos de sus instalaciones. Ello ante la indolencia de las autoridades llamadas a velar por la conservación de este invaluable patrimonio de nuestra nación”, expuso.

Mencionó que en el caso de quienes han tenido que trabajar en la modalidad telemática, “hemos tenido que sortear obstáculos como una poca confiable conexión a Internet, y fallas en el suministro eléctrico. Además del uso de equipos informáticos de la antigua generación, ya que nuestro sueldo no nos permite adquirir nuevos”.

Acosta hizo hincapié en una inquietud colectiva, que guarda relación con el panorama en la que están trabajando todos los cuerpos profesorales del país. “Es un aspecto que nos preocupa mucho, no contamos con un seguro médico que nos permita atender las emergencias propias y familiares. Y ello se ha reflejado en la cantidad de colegas que lamentablemente han fallecido, especialmente, en estos tiempos de pandemia”, puntualiza.

CLAROS Y PRECISOS

Wilmer José Méndez: “En realidad se puede argumentar, que los sueldos de los formadores de los forjadores del país y/o patria están actualmente muy por debajo de lo que realmente se merece un profesor universitario, conociendo que algunas naciones como Luxemburgo, Alemania, Canadá, Australia, EEUU, y en América Latina Chile, Uruguay y Brasil, proveen a los docentes de buenos sueldos, no ocurre así en Venezuela, son salarios cebolla, nos dan ganas de llorar, ya vienen con lágrimas incorporadas. Debo destacar que todo preparador o formador de profesionales en cualquier rincón del planeta tierra, debe ser bien remunerado, dada la responsabilidad que tiene sobre sus hombros, debido a que son los formadores del futuro del país”.

Belén del Carmen Tovar: “De verdad es para llorar, no sé si aun nos quedan lágrimas, porque esta es una situación bastante crítica. El pago actual es una situación que deben revisar de urgencia y dar una respuesta contundente, que dignifique al trabajo académico. El docente universitario es un ser humano que se forma permanentemente, es un investigador natural, que necesita llenar otros aspectos de su vida. Actualmente no tenemos una protección de salud por mencionar un aspecto tan esencial, una protección de vivienda. No podemos cubrir para una buena alimentación, ni cubrir los aspectos estéticos-lúdicos, incluso la recreación, en muchos casos nos hemos convertido en carga para nuestros familiares, porque los ingresos no cubren ni siquiera nuestras necesidades básicas. Debe revisarse todos los aspectos de sueldos, beneficios y respaldo, no somos solamente docentes universitarios, somos una gran familia, por lo tanto es urgente que se dé una respuesta realmente oportuna”.

Pedro Alejandro Acosta: “Es bien sabido que en Venezuela los profesores reciben sueldos irrisorios, que ni siquiera compensan los gastos que implica el ejercicio de esta profesión. Debido a la pérdida de poder adquisitivo que causa la hiperinflación, no es raro que nuestro sueldo ocasionalmente se ubique por debajo del umbral de pobreza manejado por Naciones Unidas. Me atrevo afirmar que casi la mayoría de los profesores universitarios que aún laboran, tienen otra fuente de ingreso que le permite financiar su actividad docente.

HBRI – elsiglo