En un país sumido por la violencia y impunidad, dos víctimas del sistema se encuentran y se enamoran para hacerle frente a las injusticias que los rodean en «Ocho de cada diez», un filme que le pone cara a las aterradoras estadísticas.
«A veces si plasmas las cosas tal cual son la gente te dice que estás loco y (que estás) exagerando, a veces hay que ficcionar la realidad para que te lo crean», asegura a Efe Daniela Schmidt, protagonista de la cinta.
«En la última década en México han muerto asesinadas más de 240.000 personas, 24.000 al año, 2.000 al mes, 70 por día, seis mientras ves esta película», anuncian unas letras blancas en medio de un fondo negro al espectador antes de comenzar la historia.
Lo que inicialmente sería una película de jóvenes vampiros en la Ciudad de México, con el tiempo pasó a ser un documental y por último una ficción.
El director mexicano Sergio Umansky realizó alrededor de 500 entrevistas para llevar a cabo el primer proyecto, y en el camino se encontró con tantas historias que reflejaban la realidad del país que cambió toda su perspectiva hasta dar con la historia de Citlali y Aurelio Amado, que llega a los cines el próximo 9 de diciembre.
Ella es una trabajadora sexual que tuvo que huir de su ciudad y abandonar a su hija por causas de violencia doméstica, mientras que Aurelio tuvo que enfrentar el abandono de su familia y el asesinato de su hijo, un joven recién casado y que se acababa de convertir en padre.
El encuentro por casualidad de estas dos personas que persiguen la justicia por medio de las instituciones, los llevará no solo a desencantarse de un sistema podrido del que siempre han sido víctimas, sino también a convertirse en una pareja que tendrá que buscar sus propios medios para lograr sus objetivos.
CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD
Cuando Sergio realizó la cinta, la estadística marcaba que ocho de cada diez casos de asesinato en el país no serían investigados.
En el 2020 un informe realizado por el centro de análisis México Evalúa dio a conocer que el 94,8 % de los casos en México quedan impunes.
Ante un escenario como este; los personajes de Umanski deambulan en las instituciones jurídicas sin humanidad a los que no les interesan las demandas de los civiles.
Con fragmentos reales de asesinatos extraídos de cámaras de seguridad; Sergio combina la realidad con la ficción y entreteje dos relatos en los que el amor; es la única forma de soportar la hostilidad del mundo.
«Esos pequeños rompimientos te dicen que lo que acabas de ver son actores y es ficción; pero esto que te pongo es la realidad y ahí no hay vuelta de hoja; en este momento que estas viendo la película van a asesinar a una persona; y eso nos confronta y nos lleva al análisis», dice Noé Hernández, Aurelio en la ficción.
ENCARNAR LA REALIDAD
Los personajes de Hernández y Schmidt representan a un gran porcentaje de la población mexicana; que no ha sido escuchada por las autoridades y que probablemente nunca lo será.
Para poder llevarlo a cabo con verosimilitud, Daniela se encontró con un grupo de mujeres; que habían vivido violencia en su vida y Noé; trabajó de la mano del director íntimamente para entender el discurso.
«Si un personaje no me replantea o me confronta me deja de interesar. Los personajes que me interesan son los que me mueven para analizarme y entender cómo estás parado como actor y como ser humano; porque yo también tengo mis errores», explica Hernández.
Por su parte, Daniela cuenta que si algo le dejó el haber interpretado a Citlali; fue la fuerza interna que tienen las mujeres ante la adversidad.
«Se me hizo más real la frase que dice que el valiente vive hasta que el cobarde quiere; y pienso que todas las mujeres en situación de violencia intrafamiliar; o situaciones adversas tenemos un fuego dentro de nosotras que en algún punto podemos juntar el coraje para salir de ahí», termina la actriz.