Aranceles al acero y aluminio, historia de desencuentros entre la UE y EE.UU.

La Unión Europea (UE) y Estados Unidos han logrado un acuerdo para aparcar su disputa sobre los aranceles que Washington impuso a las importaciones comunitarias de acero y aluminio durante la presidencia de Donald Trump (2017-2021), con lo que cierran un episodio marcado por las tensiones comerciales y los desencuentros.

ANUNCIO DE INTENCIONES

El republicano Donald Trump llegó a la Casa Blanca en 2017 tras una campaña electoral basada en el proteccionismo y el unilateralismo, principios que aplicó durante su mandato presidencial.

Para la relación con la UE supuso un claro contraste con su predecesor, Barack Obama (2009-2017), que negociaba con Bruselas un acuerdo de libre comercio, el polémico TTIP.

El 1 de marzo de 2018, Trump anunció su intención de imponer aranceles del 25 % a las importaciones de acero y del 10 % a las de aluminio de algunos países, y dijo que estarían en vigor “por un largo periodo de tiempo”.

Al día siguiente, afirmó en Twitter que las “guerras comerciales son buenas” y “fáciles de ganar”.

La reacción comunitaria no tardó en llegar y el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, declaró ese mismo día que la UE “debe tomar medidas” ante la imposición de aranceles al acero y aluminio por parte de EEUU y acusó a Washington de iniciar la “escalada”.

Calificó, además, de “lamentable”, “unilateral” e injustificada la medida anunciada por Trump, y agregó que los europeos no son “ingenuos” y que responderían en consonancia.

En un informe enviado por el Departamento de Comercio estadounidense a mediados de febrero del mismo año, se recomendaba la aplicación de fuertes aranceles a la importación de acero y aluminio de hasta el 50 %, y se planteaba la posibilidad de adoptar cuotas.

La Comisión Europea nunca tomó en serio el argumento de Washington, que decía adoptar los aranceles por motivos de seguridad nacional, y apostaba por abordar el problema del exceso global de capacidad del sector del acero y del aluminio mediante la colaboración, frente al proteccionismo.

LA SANGRE NO LLEGA AL RÍO

El 8 de marzo de 2018, Trump firmó oficialmente la imposición de aranceles a las importaciones de acero del 25 % y del 10 % para las de aluminio, de los que quedaban exentos por el momento México y Canadá.

Pese a ese paso, eran necesarios quince días para que las medidas entraran en vigor, lo que dejaba la puerta abierta a más exenciones.

Finalmente, el 22 de marzo, el presidente estadounidense decidió no aplicar las medidas arancelarias a la Unión Europea, Australia, Argentina, Brasil y Corea del Sur, además de Canadá y México.

“Lo que (Trump) ha decidido hacer es suspender la imposición de tarifas a estos países”, declaró ante el Comité de Finanzas del Senado el entonces responsable de Comercio Exterior estadounidense, Robert Lighthizer.

EL FIN DE LA LUNA DE MIEL

Tras esa primera exención, el 31 de mayo de 2018 Trump aplicó los aranceles a las importaciones de acero y aluminio del club comunitario, Canadá y México.

“Hemos decidido no extender la exención para la UE, Canadá y México, por lo que estarán sujetos a los aranceles del 25 % y 10 %” al acero y el aluminio, indicó Wilbur Ross, secretario de Comercio de Estados Unidos.

El objetivo de la primera exención era dar tiempo a las negociaciones, pero Ross subrayó que aunque “hubo avances en las conversaciones con la UE”, no fueron suficientes “para mantener las exenciones temporales o lograr exenciones definitivas”.

El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, calificó la imposición de aranceles como “proteccionismo, puro y simple”.

“Defenderemos los intereses de la UE (…) EE.UU. no nos deja otra opción que proceder con la imposición de aranceles adicionales en un número de importaciones estadounidenses”, afirmó Juncker en un comunicado.

El 1 de junio, el club comunitario denunció formalmente a Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por los aranceles.

La Unión Europea también impuso ese mismo mes aranceles por valor de 2.800 millones de euros a una lista de productos procedentes de Estados Unidos, como el maíz dulce, el zumo de naranja o los arándanos.

Todos los productos incluidos en la lista estarían sujetos a aranceles adicionales del 25 %, salvo las barajas de cartas, que tendrían un 10 %.

La cifra de 2.800 millones de euros era la máxima que la UE podía imponer en ese momento, pese a que el total de acero y aluminio europeos afectado por los gravámenes estadounidenses alcanzaba los 6.400 millones de euros.

Los 3.600 millones de euros restantes podrían añadirse tras una decisión favorable en la disputa planteada frente a la OMC o cuando pasaran tres años desde la imposición primera de los aranceles por parte de EEUU.

En un clima de tensión comercial, Trump incluso amenazó con imponer aranceles a los automóviles europeos, una medida que finalmente no se materializó.

CAMBIO DE TONO

La llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca supuso un cambio en las relaciones transatlánticas y la puesta en marcha de negociaciones entre Bruselas y Washington para eliminar las medidas que habían perjudicado el comercio durante la presidencia de Donald Trump.

De hecho, en junio Estados Unidos y la Comisión Europea ya acordaron suspender los aranceles que se habían impuesto de forma recíproca a raíz del conflicto por los subsidios a Airbus y Boeing, otra disputa que marcó la relación de Trump con los Veintisiete.

Para favorecer el diálogo, Bruselas ya acordó este año posponer la segunda tanda de “medidas de reequilibrio” por valor de 3.600 millones de euros, que iban a entrar en vigor el 1 de junio pasado, hasta el 1 de diciembre.

Finalmente, Estados Unidos y la Comisión Europea confirmaron hoy un acuerdo por el que se suspenden los aranceles estadounidenses al acero y al aluminio y las contramedidas comunitarias.

EFE